Steven Spielberg suele insertar en casi todas sus películas las letras OX de la fraternidad Theta Chi, a la que perteneció

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Easter eggs: secreto a la vista

Los nuevos creadores de series añaden desafíos al disfrute de la ficción: secretos ocultos que remiten a otras películas o a códigos que sólo reconoce un verdadero fanático. Todo un segundo nivel de narración.
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09 de marzo de 2012 a las 18:20

¿Cuántas veces nos hemos regodeado al descubrir, durante un trayecto rutinario, un pequeño detalle que nos alegra el paseo? Encontrar un nido aferrado al marco de una ventana, o una sombra que se extiende durante unos minutos haciendo una forma inverosímil, nos hace sentir afortunados.

Lo que vemos en nuestra vida cotidiana está lleno de pequeños detalles que solo son perceptibles cuando miramos. Y a mirar, uno va aprendiendo. De esto han sido conscientes grandes creadores de nuestra historia que han dispuesto, para quien sepa encontrarlas, marcas o señales en sus obras. Uno de los ejemplos mas clásicos e ilustres es el de Las Meninas, la pintura que Diego Velázquez culminó en 1656, y en la que se puede apreciar en el fondo de la composición, un espejo en el que aparecen dos figuras. Son el rey Felipe IV y su esposa Mariana de Austria. Otro es el hecho de que Alfred Hitchcock apareciera de una forma u otra en todas sus películas.

Más allá de las sugerentes interpretaciones que esto pueda suscitar, nos da una muestra de algo que es cada vez mas común en producciones de todo tipo: los easter eggs (huevos de pascua). Aunque la idea de sepultar elementos en un todo visual o textual ha existido desde hace siglos, este concepto no se concretó hasta finales de los ‘70 cuando un programador de videojuegos, cansado de la falta de reconocimiento por su trabajo, escondió su nombre en un escenario. Desde entonces y hasta ahora, la presencia de guiños, señales, acertijos y homenajes vedados en libros, películas, series de televisión, videojuegos o sitios webs ha ido creciendo, hasta que en nuestra era digital se ha convertido en un fenómeno que dista mucho de ser anecdótico.

Hoy en día, grandes producciones cinematográficas y televisivas hacen un uso extensivo de estos recursos. J.J. Abrams, exitoso creador de series como Lost o Fringe y películas como Cloverfield, Super 8 o Mission Impossible: Ghost Protocol, sabe muy bien como utilizarlos. De hecho, la presencia de incontables easter eggs se ha convertido en una de sus marcas personales, y aunque es uno de los productores que más lo utiliza, no es el único. Pixar, responsable de filmes como Wall-E, Toy Story o Up también es famosa por esconder infinidad de guiños en algunas de sus escenas.

Preparar la mirada
Como suele suceder, no todos tienen las mismas capacidades perceptivas para las mismas cosas. Parte de las audiencias más aficionadas a este tipo de productos, son jóvenes que han crecido con videojuegos e internet, e insertando todas estas referencias ocultas, los creadores se aseguran que quien quiera podrá tener una experiencia activa buscando los elementos escondidos. Una vez que toma conciencia de la existencia de easter eggs, el público agudiza su mirada para afrontar los desafíos que estos audiovisuales proponen.

Así, una pantalla se convierte en un catálogo de misterios, y descubrir lo que otros no han podido, genera en la audiencia un estímulo positivo y una necesidad de mostrar, compartir y discutir, que es aprovechado por la industria como impulso para el marketing viral. Aunque no cualquier persona será capaz de darse cuenta que un objeto que aparece en un capítulo de Breaking Bad termina apoyado en el estante de una fábrica del videojuego Rage, ni que la droga preparada en la serie termina apareciendo en The Walking Dead, muchas sí sabrán disfrutar del conocimiento de estos hechos.

Estos juegos de atar cabos y encontrar relaciones, y esta sensación de interactividad que los easter eggs generan, van mucho mas allá de querer ser una mera curiosidad. Además de lograr establecer un vínculo especial entre el creador y las audiencias, estas intertextualidades logran unificar diferentes mundos ficcionales en un mismo gran universo, promocionando tanto los productos en sí como la marca que los lleva a cabo.

En la era de la convergencia digital, parecería que todo quiere ser interactivo e interconectado. El juego visual y el atractivo de superficie se van imponiendo de forma mayor y más convincente, opacando esa relación entre el cine y su público basada en una reflexión más pausada y profunda del mensaje y el significado. Esto es innegable y debería hacerse algo al respecto, pero qué bueno está lo de ir al cine y salir reconfortado por haber encontrado varios de esos secretos no tan ocultos.

Es una forma de sentirse más cerca de los grandes ídolos que hacen historias que nos atrapan.

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