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El año termina con nueva oleada de refugiados cubanos en EEUU

Temerosos de que el deshielo endurezca las políticas, miles ya emigraron
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24 de diciembre de 2015 a las 05:00
La oleada de inmigrantes cubanos hacia EEUU creció casi en 80% en 2015, ante el temor a que el deshielo entre Washington y La Habana ponga fin, en cualquier momento, a las ventajas migratorias de los cubanos en cuanto tocan territorio estadounidense.

Desde que el 17 de diciembre de 2014 Barack Obama y Raúl Castro anunciaron al mundo su deseo de restablecer relaciones diplomáticas, no dejó de aumentar una diáspora caótica, continua y a gran escala de refugiados cubanos rumbo a Estados Unidos.

De hecho, este año fiscal, entre el 1º de octubre de 2014 y el pasado 30 de setiembre, se contabilizaron más de 43.000 cubanos que llegaron a territorio estadounidense, lo que supuso un alza de más de 77% con respecto al período anterior.

Ya sea por mar –con la llegada de nutridos grupos de balseros cubanos a la costa de Florida–, a través de la frontera estadounidense con México o en vuelos comerciales, este éxodo de cubanos atiende a razones muy concretas.

El deshielo, que fue recibido de forma muy positiva entre la población cubana, no ha supuesto una mejora de la economía de la isla, en un sistema férreamente centralizado como el cubano.

Ante este horizonte de desconfianza y el temor a que, en breve plazo, las autoridades estadounidenses puedan efectuar un cambio en la política migratoria hacia Cuba, muchos cubanos, jóvenes sobre todo, abandonan la isla.

La Ley de Ajuste Cubana, promulgada en 1996, promulga la política de "pies secos/pies mojados": los cubanos que tocan territorio estadounidense pueden tramitar la residencia legal de por vida, mientras que los que son interceptados en el mar por la Guardia Costera son deportados a su país de origen.

Si bien este flujo incesante de inmigrantes cubanos no es contemplado todavía como "éxodo masivo" por las autoridades de EEUU, lo cierto es que guarda semejanza con esa realidad.

Desencantados en la isla

Así, un promedio de 200 cubanos llegan cada día a Puerto Obaldía, un pequeño pueblo en el Caribe de Panamá, en su ruta hacia territorio estadounidense.

Especial alarma generó meses pasados el aumento de los refugiados cubanos que atraviesan la región centroamericana, tema de diálogo entre los países pertenecientes al Sistema de Integración Centroamericana (SICA) desde que Nicaragua impidió a los cubanos atravesar su territorio a mediados de noviembre pasado.

Debido a la barrera nicaragüense, unos 4.600 refugiados esperan en estos momentos en Costa Rica, país que negocia una salida diplomática con Belice para que los viajeros puedan esquivar Nicaragua y continuar hacia Estados Unidos. Hasta Costa Rica llegaron principalmente tras salir por vía aérea hacia Ecuador, único país del continente que no les exige visa. Desde ahí comenzaron su tránsito irregular por tierra y mar a través de Colombia y Panamá, hasta llegar a Costa Rica.

En opinión de Silvia Pedraza, profesora de Sociología de la Universidad de Michigan, la realidad es que "los jóvenes (cubanos, que son la mayoría de los que quieren abandonar la isla, no tienen fe en un futuro mejor" en la isla.

Razones económicas y políticas se entrelazan a la hora de tomar la decisión de salir de la isla caribeña. "Los inmigrantes sufren problemas económicos" derivados del sistema político imperante, "están descontentos con el gobierno y no tienen fe en su causa", manifestó Pedraza.

Además, agregó, dado que la "candidatura de los republicanos Donald Trump, Marco Rubio o Ted Cruz ha puesto de relieve" su intención de terminar con la Ley de Ajuste Cubano, estos "temen no ser capaces de llegar a Estados Unidos y reunirse con sus familias", lo que incentiva la salida de la isla.

Cuba siente las ausencias

En tanto, en Cuba se profundiza la herida con la partida de jóvenes profesionales. Al punto tal que el gobierno de La Habana anunció el restablecimiento del "permiso de salida" para los profesionales de la salud. Se trata de un control extra para los que se desempeñan en este rubro, uno de los más afectados por el éxodo de cubanos.

Resulta que la partida de médicos y enfermeros, azuzada además por un programa de la era Bush que anima a los que prestan asistencia en otros países a pedir asilo en los consulados norteamericanos, está haciendo peligrar la viabilidad de la salud pública cubana.

El mentado permiso –durante décadas uno de los mecanismos más odiados por la ciudadanía– no supone una prohibición de viajar, sino que "se analizarán las fechas de salida del país, teniendo en cuenta el relevo de cada profesional", aclararon las autoridades. Los que darán el permiso de salida serán los "jefes de órganos, organismos, entidades nacionales y consejos de la Administración", una complicada maraña burocrática que, como todo cubano sabe, es exquisita en todo cuanto sea obstaculizar y denegar.

A la larga, sin embargo, es difícil retener al que tiene puestas sus aspiraciones en otro sitio. "El último que se vaya, que apague el Morro", suelen bromear los de la isla, en referencia al faro del castillo que guarda la entrada a la bahía de La Habana.

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