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El director Mario Ferreira habla de su más reciente montaje para el Teatro Alianza, La Pecera, de Sarlós, al tiempo que adelanta lo que se viene para la Comedia Nacional tras un año de dramaturgos uruguayos
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21 de agosto de 2016 a las 05:00
No tan alejado de su despacho en el Teatro Solís, Mario Ferreira corrige detalles, dialoga y da indicaciones. Aunque también director de la Comedia Nacional, el rol que lo lleva al escenario del Teatro Alianza es otro, uno que le es igual de familiar: el de director teatral. Esta vez con el montaje de La Pecera, del uruguayo Eduardo Sarlós, Ferreira ubica a Cristina Morán, Susana Groisman, Hugo Bardallo, Ricardo Couto, Susana Castro, Norma Salvo y Silvia García en un hogar de ancianos, en el que cada uno deberá interpretar hábitos y mañas que marcan una complicada convivencia ficticia.

"Si bien fue escrita en los años 1980 y en ese momento tuvo un gran impacto, la obra no ha caducado. Sí quizás su forma de escritura, que refleja un momento de la época, pero el tema no ha perdido vigencia. Las casas de salud, los geriátricos, los residenciales, como se les llame, en aquel momento estaban haciendo eclosión, pero lo cierto es que llegaron y se instalaron. Hay muchas historias que sabemos en torno a cómo se vive allí. La temática no es ajena a nadie", explicó Ferreira sobre la obra, que irá sábados y domingos hasta el 20 de noviembre.

Un personaje muy aferrado a la religión, a la moral y las buenas costumbres. Otro relativamente joven, con un pasado artístico frustrado. Un tercero que muestra las inquietudes que Sarlós tenía sobre cuestiones de género y el peso que en aquel entonces tenían en lo cotidiano. Aunque de características y personalidades distintas, seis de los siete personajes se ven unidos por algo en común. "Alguien decidió sobre su destino, por más que ellos digan lo contrario", comentó Ferreira.

"Acá no hay grandes conflictos y está bien que no los haya", agregó, con instancias que discurren entre quejas de que alguien no alimentó a los peces del hogar o de que otro se encierra en el baño por demasiado tiempo. "Todo parece una mirada desencantada, pero lo que hace Sarlós es lo contrario; refleja estados anímicos, situaciones de estas siete personas, donde no hay más conflicto de lo que sucede a partir de la convivencia. Y los conflictos que puedan aparecer no tienen un desarrollo ni un impacto negativo, porque la vida hace que se necesiten los unos a los otros, y que se deban nutrir entre sí".

Aunque Ferreira ya conocía el texto y había visto montajes anteriores, fue Groisman la que lo enfrentó nuevamente a él. "Me estimulaba y motivaba mucho la posibilidad de convocar a un elenco de actores mayores para trabajar. No hay demasiadas obras escritas para actores grandes; cada vez es más difícil que tengan lugar en las obras", señaló.

A lo largo del proceso de ensayo, los actores mismos fueron los que analizaron sus textos para identificar elementos a modificar, a simplificar, aunque a Ferreira le interesaba que estuviera presente la carga de adjetivación excesiva que imprime Sarlós. "Lo que más me interesó fue lo que los propios actores hicieron sobre sus textos, modificando, cambiando de lugar algunas cosas, encontrando la comodidad personal", explicó.

Con formación y desarrollo actoral, Ferreira considera necesario acomodarse a la realidad de cada actor, a sus tiempos, y no pretender que sus palabras sean órdenes irrevocables. "Creo que en el trabajo de dirección lo que me ha guiado es la experiencia como actor, que no tuvo solo que ver con aprender viendo cómo dirigen otros, sino también las necesidades que como intérpretes siempre son comunes a todos. Para mí fue saber que todos los actores tienen procesos distintos, tiempos distintos y que eso, desde la dirección, se debe respetar. Es clave no desviarme de eso", dijo.

La Pecera, además, le supuso un desafío especial, al obligarlo a tratar con actores mayores un tema que los interpela, que puede hacerles cuestionar su propio futuro. "Yo les pedía que no esquivaran ese momento, que no lo alejaran de ellos. Esto no tiene que ver con afectarse, ni con que el trabajo produzca incomodidad, pero sí con aprovechar el momento de la vida en el que puedan estar, si la historia los toca de cerca. Siempre uno tiende a ver a los personajes como algo ajeno a uno, o a mirarlo como algo que hay que incorporarlo. Acá creo que lo más auténtico fue que ellos se sintieran viviendo esa situación".

La fórmula nacional

La elección de un texto de Sarlós no es casual, sino que continúa el camino que Ferreira priorizó a lo largo del año desde las filas de la CN: el del autor nacional. Dino Armas, Milton Schinca, Franklin Rodríguez y Santiago Sanguinetti fueron los nombres de este primer tramo de la temporada, que convocóa unos 30.000 espectadores, y más adelante serán acompañados por Alberto Paredes, Florencio Sánchez y Jimena Márquez.

Aunque su afinidad personal lo lleva instintivamente a autores ingleses y estadounidenses, "que quizás hablen de nosotros más que nuestros propios autores", Ferreira comprendió la importancia y la necesidad de dar lugar a lo nacional. "Hay mucho valor en autores nuestros que en mi caso los había ignorado por cierto tiempo. Debe ser porque uno se va poniendo grande y empieza a correrse del lugar, a valorar cosas que cuando era joven dejaba de lado o pensaba que ya estaba perimido. Hay cosas que van quedando atrás porque el teatro va cambiando sus códigos, sus parámetros, pero hay valores que hacen a la esencia de nuestro lugar, de nuestro entorno".

Con la programación del año próximo en pleno proceso de gestación, la CN volverá a dar lugar a grandes autores clásicos, aunque sin dirimir el lugar del dramaturgo uruguayo. Los autores contemporáneos también tendrán su oportunidad, e incluso se estrenarán algunos nombres. Ferreira además adelantó la posible visita de un director extranjero para dirigir una pieza de Shakespeare, luego de que este año, en el 400 aniversario de su muerte, la CN tocara sus obras solo de forma tangencial (con El Otelo Oriental y, próximamente, con La duda en gira, de Márquez).

Aunque las bajas de Óscar Serra y Miguel Pinto del elenco aún no tendrán reemplazo, Ferreira considera que la incorporación de un actor mayor podría ser bueno para el elenco.

"También podemos apostar a menos personajes. No es común en la Comedia Nacional hacer obras de dos actores, mucho menos un monólogo, pero creo que también es un camino que se puede empezar a recorrer", opinó Ferreira.

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