Opinión > US $ 7.4 mil millones por año

El costo de erradicar el hambre en América Latina y el Caribe

Alcanzaría 0,13% del PIB de América Latina y el Caribe en inversiones desde 2016 a 2030
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15 de diciembre de 2015 a las 16:05

Raúl Benítez, Representante Regional de la FAO

¿Cuánto costaría garantizar que todos los hombres, mujeres, niños y niñas de América Latina y el Caribe vivan libres de hambre y extrema pobreza? En promedio, sólo el 0,13% del PIB regional en inversiones al año, desde 2016 a 2030.

Según el estudio de la FAO, FIDA y el PMA, Alcanzar Hambre Cero, con US $ 7.4 mil millones por año dedicados a transferencias monetarias e inversiones a favor de los más pobres, todos los países de América Latina y el Caribe podrían disfrutar un futuro sin hambre ni pobreza extrema, cumpliendo la meta de erradicar el hambre al año 2030 de los nuevos Objetivos de Desarrollo Sostenible.

Aunque puede parecer una cifra considerable, representa apenas el 10% del gasto militar de la región, el cual alcanzó USD 77 mil millones en 2014, según cifras del Instituto Internacional de Investigaciones para la Paz de Estocolmo (SIPRI), un derroche inaceptable si se lo compara con los montos que los países dedican a garantizar el derecho humano a la alimentación.

El informe de la FAO asume dos escenarios para realizar sus cálculos: en el primero proyecta las dinámicas actuales de crecimiento económico. Según este primer escenario, para 2030 en América Latina y el Caribe todavía habría 27 millones de personas con hambre, sólo siete millones menos que en la actualidad.

El segundo escenario -que prevé la erradicación total del hambre y la extrema pobreza a 2030- requiere gastos promedios de USD $ 4.6 mil millones por año en transferencias monetarias y protección social, y USD $ 2.8 mil millones en inversiones favorables a los más pobres.

Con US $ 7.4 mil millones por año dedicados a transferencias monetarias e inversiones a favor de los más pobres, todos los países de América Latina y el Caribe podrían disfrutar un futuro sin hambre ni pobreza extrema

La evidencia sobre el impacto de las transferencias monetarias y la protección en la reducción del hambre y la pobreza tanto en la región como en el resto del mundo es sólida, y da cuenta de que el crecimiento económico por sí mismo no es suficiente, a menos que esté acompañado de políticas enfocadas en los más vulnerables. América Latina y el Caribe ha sabido reconocer esto, y los países han aumentado su gasto social en los últimos 20 años, desde un 13,8% del PIB a principios de la década de los noventa, a un 19,1% en 2012-13.

Inversiones en infraestructura

Las inversiones favorables a los más pobres necesarias para acabar con el hambre tendrían que centrarse en aspectos tales como infraestructura para los agricultores familiares, riego en pequeña escala, medidas para reducir las pérdidas y el desperdicio post-cosecha, líneas de crédito, vivienda y otros servicios relacionados con la nutrición, para que las personas en situación de pobreza extrema sean capaces de mantenerse por sí mismas, especialmente para los grupos marginados, mujeres, la población indígena y los jóvenes.

En términos de las subregiones, la FAO señala que en Sudamérica bastaría invertir US 3.5 mil millones al año para erradicar el hambre y la pobreza extrema: USD 2.7 mil millones en protección social y USD 851 millones en inversiones a favor de los pobres. Para Centroamérica, se necesitarían USD 1.5 mil millones en total (poco más de mil millones USD en transferencias y USD 456 millones en inversiones para los pobres). En el Caribe se requieren USD 2.4 mil millones, con la particularidad que en dicha subregión las inversiones a favor de los vulnerables superan los montos necesitados en transferencias: USD 1.5 mil millones y USD 903 millones, respectivamente.

Los países que enfrentan las situaciones más graves de hambre y pobreza requerirán de un mayor esfuerzo. De toda la región, Haití es el país que mayores inversiones necesita para erradicar el hambre al 2030: requiere de una inversión promedio de 23 % de su PIB, entre los años 2016 y 2030, un esfuerzo que va más allá de sus capacidades y que requiere del trabajo conjunto de toda la región. Por el contrario gran parte de los países de la región necesitarían inversiones que no superarían el 1% de su PIB, lo que sin duda significa un esfuerzo considerable, pero que podría tener un impacto enorme en su desarrollo futuro, alterando el curso de su historia.

En Sudamérica bastaría invertir US 3.5 mil millones al año para erradicar el hambre y la pobreza extrema

Erradicar el hambre en la presente generación ya no es sólo un sueño sino una meta posible, gracias a los enormes avances que ya ha logrado la región. América Latina y el Caribe fue la primera región del mundo en alcanzar las dos metas internacionales del hambre –la de los Objetivos de Desarrollo del Milenio y la Cumbre Mundial de la Alimentación– antes del 2015, disminuyendo tanto su número total como la proporción de personas subalimentadas.

20 millones menos hambrientos

Nuestra región no sólo ha reducido el hambre en más de veinte millones de personas desde 1990, sino que ha asumido el reto de erradicarla totalmente a través del Plan de Seguridad Alimentaria, Nutrición y Erradicación del Hambre de su principal órgano de integración política y económica, la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, CELAC. La meta del plan CELAC es aún más ambiciosa que la de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, ya que propone acabar con el hambre para el año 2025, cinco años antes que lo que acordó la comunidad

Los resultados que el enfoque político de la lucha contra el hambre está teniendo en la región son prueba de que acabar con este problema social es posible. Si los países intensifican y fortalecen sus políticas y sistemas de protección social y realizan las inversiones necesarias para empoderar a los más pobres, es posible que la actual generación de latinoamericanos y caribeños sea la última en tener que soportar la vergüenza de ver personas sufrir hambre en una región que produce alimentos suficientes para todos.

Esta meta está a nuestro alcance. Si adoptamos la erradicación del hambre como una prioridad de primer nivel, la podremos alcanzar incluso dentro de la próxima década.

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