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El desafío de Macri tras el caso Maldonado

A pesar del clima tenso, el gobierno cree que obtendrá un espaldarazo en las urnas
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21 de octubre de 2017 a las 05:00
Más de 32 millones de argentinos están habilitados para votar en las elecciones de medio término de este domingo, en las que se renovará parcialmente el Parlamento: las representaciones al Senado de ocho provincias (un tercio del total) y la mitad de la Cámara de Diputados.

El cierre de la campaña sucedió en un clima enrarecido por la aparición del cuerpo del artesano Santiago Maldonado, desaparecido el 1o de agosto, hecho que se confirmó el viernes por la tarde, ya cuando había comenzado la veda electoral.

De todas maneras, se descuenta que el gobierno de Mauricio Macri obtendrá un resultado positivo.

Las últimas encuestas marcan que puede obtener el 40% de los votos en todo el país, todo un triunfo para una coalición que hace dos años llegó al poder con 34% de los sufragios y que, como segunda minoría, se impuso en un balotaje.

Y tal vez el dato más importante y que concentra toda la atención del ámbito político es que el oficialismo puede ganarle a Cristina Kirchner en su feudo de la provincia de Buenos Aires: el candidato oficialista, Esteban Bullrich, llega con una ventaja de tres puntos sobre la expresidenta, que se postula al Senado.

El optimismo oficialista se basa en dos factores. Primero, el efecto polarización que se produce luego de cada elección primaria: los candidatos con menor porcentaje de votos suelen sufrir una "fuga" hacia los mejor ubicados.

El segundo factor es el de la afluencia de votantes: en las primarias de agosto hubo un nivel relativamente bajo, con el 74% sobre el total de habilitados.

Es típico que en las elecciones "de verdad" se produzca un incremento en la asistencia, que puede llegar al 80% del padrón.

El macrismo supone que la mayoría de estos votantes que definen su concurrencia a último momento –en general pobladores de zonas marginales poco politizados– votan al oficialismo, cualquiera sea su color.

Espaldarazo y cambio de ciclo

Sin embargo, sobre todo, el detalle que más destacan los analistas es el hecho de que lo que probablemente ocurra este domingo sea una victoria de un gobierno no peronista.

Los sucesivos fracasos de las fuerzas políticas de otro signo instaló la creencia de que únicamente el peronismo es capaz de garantizar gobernabilidad, por su llegada a todos los extremos de la pirámide social y gracias a su experiencia y habilidad para manejar las tensiones de la puja distributiva.

Es por eso que, desde su inicio, el macrismo estuvo sometido al "test de la gobernabilidad".

Y logró pasar con éxito la prueba de votar leyes importantes –por ejemplo, la del acuerdo con los "fondos buitres" para salir del default– a pesar de estar en minoría parlamentaria.

Pero aun así, en cada foro internacional con empresarios y en cada documento de un organismo internacional de crédito se hacía siempre referencia a lo mismo: para recibir las ansiadas inversiones externas, Macri debería demostrar que su proyecto político tenía posibilidades de continuidad.

En otras palabras, el mercado le exigía que demostrara en las urnas el apoyo a su programa de reformas y que su gobierno sería algo más que un paréntesis entre dos ciclos populistas.

Fue por eso que Macri se tomó tan a pecho la campaña y machacó en el concepto del cambio cultural en la sociedad.

Lo cierto es que los inversores todavía no demuestran entusiasmo por instalar su capital en el país, ni siquiera con las altas cifras de apoyo al gobierno.

Pero en la coalición Cambiemos existe la convicción de que este domingo se juega el futuro de su proyecto político: creen que una victoria contundente abre las puertas de la reelección para 2019 y que, por el contrario, una derrota puede implicar la resurrección peronista.

Los antecedentes históricos marcan que el macrismo cuenta con motivos de sobra para el optimismo. Desde la reinstauración de la democracia en 1983, todos los gobiernos recibieron un fuerte espaldarazo en su primera prueba electoral legislativa.

Le pasó a Raúl Alfonsín en 1985, a Carlos Menem en 1991 y a Néstor Kirchner en 2005. La excepción fue Fernando de la Rúa, que sufrió un revés en 2001, cuando la crisis social y económica ya era insostenible.

Pero el contexto de hoy se parece más al de aquellos gobiernos ganadores que a los que les fue mal: se respira un aire de cambio de época, con un ambiente favorable a una nueva agenda de reformas.

Tal vez la demostración más clara sea que el movimiento sindical, incluso sin esperar el resultado de la votación, se mostró dialoguista sobre temas antes imposibles de mencionar, como una flexibilización de la legislación laboral.

Cristina Kirchner, el día después

La mayor duda respecto de las consecuencias del domingo no están vinculadas tanto a la nueva integración del Parlamento como a cuál será el futuro político de Cristina Kirchner.

Por lo pronto, es seguro que ocupará una banca como senadora por Buenos Aires y es también casi seguro que rompa con el bloque peronista para liderar su bloque parlamentario.

En las semanas posteriores a la elección se producirán situaciones judiciales que involucrarán a su círculo íntimo.

En lo inmediato, es probable que Julio de Vido, su ministro de Obras Públicas, sea desaforado y detenido por una causa sobre corrupción en la gestión de una mina estatal de carbón.

La expresidenta ya adelantó que su misión en el Congreso será oponerse a la agenda de reformas del macrismo, y todo hace prever que en esa estrategia chocará inevitablemente con la parte del peronismo que, por tener a su cargo gobernaciones provinciales, no puede darse el lujo de pelearse con la Casa Rosada.

Pero, además del plano político, la propia Cristina está involucrada en al menos seis causas judiciales, que entrarán en instancias definitorias en los próximos meses.

No por casualidad, buena parte de la argumentación de campaña kirchnerista fue la denuncia de cómo el poder judicial actuó como "un instrumento" al servicio de Macri.

Señales del mercado

El tipo de cambio no se alteró ante la cercanía de las elecciones legislativas de este domingo en Argentina y los bonos soberanos del país se mantienen con una buena demanda y con el índice de riesgo país ubicado en 357 puntos, el nivel más bajo en una década.

La City, una caja de resonancia

En Argentina son muchos los que para saber qué ocurrirá en una elección prefieren no mirar encuestas sino lo que sucede en el mercado financiero.

Siempre hipersensible y predispuesto a conductas defensivas ante situaciones que puedan cambiar el contexto, el mercado suele adelantarse a las urnas, provocando subas del dólar, rallies bursátiles o demandas de bonos, según la ocasión.

Por eso, ante los sucesos recientes vinculados con el caso Maldonado, ese termómetro pareció indicar que el impacto electoral será menor.

A diferencia de lo ocurrido en la previa de las PASO –cuando, ante la perspectiva de una victoria de Cristina Kirchner, la escapada del dólar obligó al Banco Central a intervenir–, ahora se nota un escenario de calma.

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