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El desastre revertido

Al Pacino habla del presente y de cuando casi no lo eligen para "El Padrino"
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04 de diciembre de 2016 a las 05:00
Por Karen Heller, The Washington Post

En esto, casi todos estaban de acuerdo: Al Pacino era un desastre como Michael Corleone, uno de los hijos del personaje del título de El Padrino interpretado por Marlon Brando.

La filmación había comenzado a principios de 1971. Pacino recordó a los ejecutivos de Paramount mirando las tomas y diciendo: "¿Qué demonios está haciendo este chico? Es muy bajo. Pensaban que estaba dando una interpretación "anémica". Intentaron echarlo tres veces, recuerda Pacino.

Había "un movimiento para no tenerme en el papel", recordó el actor de 78 años sentado en la entrada de su casa alquilada en Beverly Hills. "Yo no me quería en el papel".

En los estudios Paramount querían a Ryan O'Neal o a Robert Redford para interpretar a Michael en El Padrino, la gran obra estadounidense sobre la violencia y la familia. El propio Pacino pensó que él era mejor como el hermano mayor exaltado, en lugar de ese papel que aseguró su estrellato. "¿Michael? Sonny sería mucho más apropiado", recordó haber pensado.

El guionista y director Francis Ford Coppola creyó. Siempre había imaginado a Pacino, Ya entonces un aclamado actor neoyorquino de teatro, como Michael. "Su inteligencia fue lo que noté primero. Sabe cómo usar sus dones", dijo Coppola. "Él usa lo que tiene, esa cualidad magnética impresionante, como un ambiente moderado".

Luego llegó la escena de Sollozzo. Michael, con los dientes apretados, con los ojos clavados, agarra el arma escondida en el cuarto de baño del restaurante y dispara al rival de Corleone, Sollozzo, y al corrupto capitán de la policía de Nueva York, McCluskey. Es el primer golpe mafioso del hijo respetuoso de la ley, y sella su destino como reemplazo de su padre.

La escena selló el destino del actor, también. Pacino, quien recibirá el premio honorífico del centro de artes escénicas Kennedy Center el próximo 4 de diciembre, se quedó en la película. El público vio lo que estaba haciendo, al tener al personaje de Michael construyendo la historia. Pacino, según escribió el New York Times, es "un actor digno de tener a Brando como su padre".

Devoto a la profesión


Pacino ganó un Oscar (ocho nominaciones), dos Tonys, dos Emmy, cuatro Globos de Oro (17 nominaciones) y una Medalla Nacional de las Artes.

En el lapso de una docena de años, empezando en 1971 con Pánico en el parque, creó un canon cinematográfico que pocos pueden mejorar: las dos primeras entregas de El Padrino, Serpico, Tarde de perros y Caracortada, liquidada por los críticos en el momento pero finalmente colocada sobre el altar de la cultura pop.

Él sigue haciendo teatro, su primer amor, incluyendo una actuación de Nueva York de 2010 de Shylock en El mercader de Venecia que los críticos consideraron reveladora. Ha interpretado a Ricardo III muchas veces, incluyendo en En busca de Ricardo III, una exploración de 1996 del trabajo que él dirigió y financió. Pero Hamlet es "mi obra favorita de Shakespeare", confesó. "Nunca pensé en hacerlo, no me siento bien al respecto".

El trabajo lo mantiene sano. "Él ama todo el aspecto de hacer películas, y no tiene miedo", dijo el cineasta Barry Levinson, que coescribió el drama de la sala de audiencias de 1979 Justicia para todos y dirigió Pacino en You don't know Jack y The Humbling, una película de 2014 por menos de US$2 millones.
"Trabaja muy, muy profundamente", dijo la actriz Ellen Burstyn. "No creo que nada le interese excepto la creatividad, es un verdadero genio de la actuación, el único otro que me viene a la mente es Laurence Olivier".

Trabajó durante cuatro años en En busca de Ricardo III y pasó siete meses ensayando una producción de Antígona que nunca fue puesta en escena. Admitió que las críticas malas duelen y que él no lee perfiles de sí mismo.

Su única otra pasión impulsora son sus hijos: Julie, una cineasta de 27 años, y los gemelos Anton y Olivia de 15. Comparte la custodia conjunta de estos últimos con su madre, la actriz Beverly D'Angelo.De ahí su traslado a Los Ángeles, un lugar donde nunca planeó vivir.

"No es por tirar nombres", dijo Pacino, "pero Elizabeth Taylor solía venir a mi casa y cocinar espagueti".

En movimiento

Caracortada, la película de 1983 que el actor llama un "tipo de tratado operístico brechtiano sobre la codicia y la avaricia", escrito por Oliver Stone y dirigido por Brian De Palma, marcó a Pacino en el papel principal de Tony Montana como un actor de intensidad hirviente. Es una actuación a todo gas, empapada en sangre y en polvo de cocaína, algo que no es para todos.

Pero la conducta violenta es en realidad un anatema para él. "Sé que va a parecer extraño", dijo Pacino, "pero cada vez que voy a hacer una película y hay un arma, tengo que pedirles que me enseñen cómo usarla. Yo le tengo aversión a las armas".

Después de Revolución, un fiasco en el que interpretó a un comerciante de pieles y soldado renuente del siglo XVIII que alguien debería haberle impedido hacer, Pacino se tomó un descanso de cuatro años, comenzando en 1985.

"Estaba caminando por toda la ciudad, viendo amigos en Central Park, teniendo estos pequeños klatches en cafés. Es Nueva York y estoy muy feliz ahí", dijo. "Era un poco enriquecedor, me sentía más como yo y vivía con Diane (Keaton), era maravilloso".

"Un día, caminando en el parque, un tipo que me está pasando, me dice: 'Al, ¿qué diablos te pasó, no haces películas, tienes que hacer películas, hombre, vamos'. Nunca he visto nada parecido".
Necesitaba dinero y, como resultado, trabajar. Prohibida obsesión, un thriller romántico de 1989 en el que interpreta a otro detective, reactivó su carrera.

A futuro, aparecen una obra sobre Tennessee Williams y, por último, la tan esperada The Irishman con De Niro y Martin Scorsese, su primera vez con el famoso director. Él y De Niro hicieron Fuego contra fuego (de Michael Mann) en 1995, pero sólo tuvo una escena juntos. Pacino interpretará a Jimmy Hoffa.
Pacino hace mucho tiempo demostró a aquel ejecutivo de Paramount equivocado, que es lo más lejos que se puede estar de un desastre.

"Tenés que verte en todos tus papeles, para mí la actuación es un santuario", dijo. "Es un lugar a donde voy y ahí me siento tan cerca de lo que debería estar haciendo en la vida, y por qué estoy aquí".

Y así actúa, constantemente.

La infancia de Alfredo


Pacino creció en una época que era mucho más Vito que Michael. Hijo único, vivía con su madre frágil, propensa a la depresión y sus abuelos inmigrantes italianos en un apartamento de tres habitaciones en un quinto piso del sur del Bronx. Su nombre es Alfredo, pero él fue apodado Sonny. Recordó que una maestra de secundaria, Blanche Rothstein, llegó al apartamento y le dijo a su familia: "Tienen que animar a su hijo a actuar". Su madre murió cuando tenía 21 años y su abuelo un año y medio después de eso. El Actors Studio lo rechazó, solo para aceptarlo cuatro años después. El famoso Lee Strasberg se convirtió más tarde en su mentor y amigo (e interpretó al gángster Hyman Roth, a quien Michael ordenó matar en la segunda parte de El Padrino). Cuando Pacino finalmente logró trabajos en teatro, las críticas fueron abrumadoras. En 1968, el New York Times lo llamó "el mejor joven actor de la ciudad".

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