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El dilema ético de las empresas en escenarios bélicos

Son variados los casos en que compañías tuvieron practicas cuestionables en coyunturas conflictivas
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09 de marzo de 2017 a las 09:34

Y la historia reciente está repleta de escándalos de empresas que entregaron dinero a facciones y atizaron guerras y enfrentamientos.

Las guerras y los conflictos son un grave obstáculo para el funcionamiento de una empresa o de una multinacional, que para sobrevivir pueden perder sus puntos de referencia éticos y librarse a prácticas cuestionables.

El grupo francés LafargeHolcim (material de construcción) admitió a principios de marzo haber recurrido a arreglos "inaceptables" en 2013 y 2014 en Siria para mantener en actividad su cementera de Jalabiya, hasta que fue incautada por el grupo Estado Islámico. En concreto, mediante la financiación de grupos armados.

Compañías bananeras pagaron a milicias paramilitares en Colombia en los años 1990 y 2000. Grupos joyeros alimentaron durante años el tráfico de los "diamantes de sangre" llevado a cabo por grupos rebeldes en Liberia o República Democrática del Congo. Y los fabricantes de teléfonos móviles son regularmente acusados de comprar minerales raros extraídos de minas controladas por organizaciones armadas en África.

Discursos bondadosos

"Una empresa que trabaja en zona de guerra o de posconflicto, lo quiera o no, se convierte en parte económica implicada de un entorno militar", opinó el profesor de gestión de riesgos criminales en la escuela de negocios de origen francesa Edhec, Bertrand Monnet. Además, el académico agregó que no siempre se puede ser capaz de hacer frente a los desafíos que ello implica. Los grandes grupos se dotan de códigos deontológicos (deberes y obligaciones morales) pero suelen ser "meros discursos bondadosos" afirmó la filósofa y economista, Cécile Renouard, que se desempeña como profesora en la Escuela de Minas, y que califica a esos códigos como "insuficientes".

Los "principios de acción" dictados por Lafarge son en este aspecto muy ambiguos, según ella. "La empresa dice que quiere a la vez ser líder mundial en su sector y contribuir a que el mundo sea mejor", pero "la búsqueda permanente del resultado económico y financiero entra en colisión con el deseo de tomar en cuenta el contexto local".

"En situación de guerra, las multinacionales deciden generalmente retirarse del país", afirmó por otro lado el presidente de Amarante - sociedad especializada en seguridad -, Alexandre Hollander.

Es el caso del grupo petrolero francés Total, que dejó Siria ya desde 2011. El también francés Air Liquide suspendió recientemente su actividad en una fábrica del este de Ucrania, donde los separatistas prorrusos decidieron tomar el control de las empresas.

Distintos conceptos de corrupción

Las prácticas de corrupción también tienen zonas grises porque "el concepto de corrupción no es sistemáticamente igual para un ruso, un turco o un libanés", dijo Alexandre Hollander. "Si son sometidos a presión, los cargos intermedios pueden verse tentados de cerrar los ojos", añadió.

"Y cuando ya uno está implicado en el engranaje, es complicado retirarse. Una vez que se han dado dos bidones de gasolina, luego 1.000 dólares y luego 100.000, ya no es el importe lo que cuenta", finalizó.

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