El encantador de perros uruguayo

A Diego de los Santos no le gusta que lo llamen “encantador de perros”, pero lo cierto es que su manera de acercarse a estos animales recuerda a la de César Millán. El mexicano, que saltó a la fama por el programa de National Geographic en el que enseña a los humanos cómo educar a sus perros, congregó la semana pasada a 10.000 personas en el estadio Luna Park de Buenos Aires, en el marco de su gira latinoamericana. De los Santos, en cambio, un montevideano de 40 años que comenzó a trabajar con el adiestramiento de estos animales en el año 2001, se ha ido haciendo conocido entre los dueños de canes por el boca en boca. No obstante, este hombre de rostro inexpresivo y tono monocorde parece compartir con el showman mexicano una conexión con los perros que parte de lo instintivo y lo energético.

Sobre las diez de la mañana del miércoles, De los Santos se encuentra en una casona de Carrasco para conocer a Jake, un bulldog de nueve meses, blanco y con manchitas café con leche en las orejas. Su dueña, Victoria Gonell (23 años, vive con su familia), dice que el perro es atolondrado y nervioso en la casa y en los paseos, aunque lo que le preocupa especialmente es la aversión que su mascota tiene hacia los niños. A pesar de su aspecto bonachón, Jake se pone muy tenso cada vez que ve a un pequeño y recientemente se le tiró encima a una sobrina de cuatro años y la mordió. “Es típico que los niños generen aprensión porque tienen un lenguaje corporal distinto. Pero lo veo más como una secuela (de un comportamiento) que como un problema en sí. Como no hay un líder humano, el perro toma la iniciativa” dice De los Santos.

Ni bien llegar, lo primero que hace Jake es tirarse encima de los invitados en estado de excitación y subirse al banco donde está sentado el adiestrador. “La gente asocia a un perro excitado con uno contento. Pero este es un estado que en la manada no se permite”, comenta De Los Santos, quien pronto le explica a su clienta un concepto fundamental en su entendimiento de la relación entre los humanos y los perros: el de dominio y sumisión. De acuerdo a De los Santos, el conflicto de fondo en el mal comportamiento canino es que el dueño no se impone a su mascota, por lo que el can termina adquiriendo el lugar dominante.

“Un perro dominante asume el liderazgo porque lo ve como una cuestión de supervivencia”, señala y ejemplifica con la metáfora de un marinero que tiene que tomar el timonel de un barco a la deriva ante la ausencia de un capitán. “Los perros dominantes están en permanente tensión porque tienen que dominar todo. Pero cuando le ganamos, se entregan al contexto y ves que por primera vez se pueden relajar. Llegó el líder de la manada y no cuestionan el liderazgo”.

El perro forma parte de una manada que tienen una estructura jerárquica, prosigue De Los Santos, y por ello hay que recrear esto para que el animal sienta que encaja y pueda vivir en paz.

“El perro solo responde si te ve como figura dominante. Tenés que ser su líder y su manada”, le dice el adiestrador a su clienta. Pero para ello no es necesario retar o golpearlo, sino mantener una actitud firme y serena. “Lo más típico es que la gente se tome como algo personal lo que el perro hace”. Paradójicamente, agrega, dos de los grupos más difíciles son los psicólogos o los “rescata perros”, porque les cuesta conectar con el animal que, en definitiva, es el can. “Es importante entrar en su frecuencia o estado mental”.

Estado de calma

“Frecuencia” y “estado mental” son expresiones que se asoman una y otra vez al discurso de De los Santos. El adiestrador destaca que su acercamiento se diferencia del de otros ya que no trabaja a partir de un sistema de entrenamiento basado en recompensas, sino desde el funcionamiento de la psiquis perruna. Por eso, sostiene, acepta canes que otros entrenadores no quieren. Uno de ellos es un pittbull muy agresivo que el lunes se prendió con su poderosa mandíbula al pie de De Los Santos, por lo que de que tuvo que apretarle la correa al cuello hasta comenzar a sofocarlo para que lo soltara. Pese a ello, el adiestrador dice no sentir miedo de estos animales.

Como el “encantador de perros” mexicano, De los Santos encontró su trabajo de forma natural, cuando se dio cuenta que se relacionaba con estos mamíferos desde un lugar diferente a la humanización. Así, mientras Millán se crió en una granja deMazatlán llena de canes, para De los Santos todo empezó cuando comenzó a trabajar como paseador de perros. Siempre le gustaron y leía mucho sobre conducta animal, pero en su contacto directo con los perros empezó a experimentar de manera empírica cosas que luego confirmaba en la teoría o al revés, buscaba en la práctica confirmación teórica a sus supuestos. Así fue, de forma intuitiva e ¿instintiva?, que comenzó a adiestrar perros.

“Cuando empecé a ver eso me asustó un poco, porque me pareció raro. Tenía acceso a algo que los demás no. Un momento de inflexión fue cuando me di cuenta de que había dejado de hablarle a los perros. Había entrado en esa frecuencia. Hay que entrar en un estado mental, es casi un estado espiritual, de calma. Tener un perro es tener un trozo de la naturaleza más primigenia. La manada siempre busca la armonía”.

Tarea cumplida

Después de una charla explicativa llegó el momento de practicar la forma de pasear a Jake, quien como suele pasar con los perros, avanza atropelladamente por delante de su dueña para salir. “Se ahorca cuando va a pasear”, se queja Gonell. “Se ahorca porque no están sabiendo pasearlo”, le responde De Los Santos.

El adiestrador le muestra a su clienta cómo debe pasear a la mascota: Jake no debe asumir que es el líder, yendo por delante o haciendo fuerza para arrastrarla, pero también es importante no solo que el perro no esté sobreexcitado ni desbocado, sino que no se distraiga ni desconecte de ella, ya que esto es interpretado como otra forma de no entregar sumisión. Luego de varias repeticiones el adiestrador logra que Jake sea mucho más receptivo con él, pero cuando le toca el turno de practicar a Gonell, las cosas se complican. “Es que conmigo no tiene batallas ganadas”, explica el adiestrador.

Una y otra vez Gonell intenta que el perro asuma que ella es la líder de la manada, pero una y otra vez Jake (cabeza dura como todos los bulldog) vuelve a su habitual comportamiento. La clave está en ser más terco que el perro y en no perder el control, dice De Los Santos,. que mueve el cuerpo del can tirando levemente hacia arriba la correa o realizando pequeños toques con los pies y los dedos en el cuerpo del animal. “Él no va a moverme ni me va a afectar, no va a enojarme ni a hacerme caminar”, dice el adiestrador.

Gonell se ríe, se la ve cansada, y al principio un poco inhibida pero con la repetición va ganando confianza. “Acordate que lo que importa es el resultado final. No seas tan cautelosa, no te quedes expectante, tenés que tenerte confianza y transmitirla”, le dice De los Santos.

En definitiva, tanto los perros agresivos como los fóbicos, responden a lo “sumisos que son los humanos como líderes”, explica el adiestrador. ”Los perros que desarrollan fobias es porque se llevaron un susto y no tuvieron líderes. Un perro que no tiene contención se asusta hasta por un contenedor”.
Dos horas y media después del inicio de la clase, tanto Jake como Gonell parecen agotados. Jake se tira abajo de una de las sillas a dormitar con media lengua afuera, como es habitual en los bulldog. Pero tanto al perro como a su dueña todavía les quedan muchas cosas por trabajar.

La jornada ha sido dura para ambos. Jake tendrá que vencer su testarudez y cambiar el chip dominante y Gonell deberá abandonar el de humanización de su mascota. Varias son las recomendaciones que les da De Los Santos hasta la próxima cita: practicar, desautorizar que el perro entre en un estado de ánimo de sobreexcitación (por lo general provocado por la misma ansiedad del dueño), no permitirle que invada el espacio personal y practicar la indiferencia total en cada reencuentro con él, al menos por un tiempo.