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El Estado desertor: la vieja discusión sobre en qué debe o no meterse

La vieja discusión sobre el tamaño y el rol del Estado reflotó con el papel de la Policía para frenar la violencia en el fútbol
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04 de diciembre de 2016 a las 05:00

"El que mucho abarca poco aprieta", dice un refrán popular. ¿Cuánto de eso le está pasando al Estado uruguayo? El fútbol del fin de semana fue un ejemplo de un Estado que no cumple sus funciones básicas. ¿Pero en qué cosas que no son de las prioritarias del Estado se ha metido en los últimos años y así ha descuidado recursos para otras?

La estrategia del Ministerio del Interior de no entrar a los estadios deportivos, por considerar que son espectáculos organizados por privados, dejó embretada a la Policía, que veía cómo en la Amsterdam el domingo del clásico se producían robos, saqueos y hasta ataques desde arriba de la tribuna hacia abajo y no podían entrar a una zona que desde hace tiempo está liberada por las autoridades.

"Es un Estado desertor", dijo el expresidente colorado Julio María Sanguinetti (1985-1990 y 1995-2000), que a la vez es reconocido hincha de Peñarol y presidente honorario del club. "Cuando el Estado no está ni siquiera en una actitud de asegurar el ejercicio mínimo de una libertad ambulatoria, estamos en problemas. Eso es lo que está ocurriendo. Hace días que pregunto lo mismo: si anunciamos que no hay más policías en los bancos, ¿qué va a suceder? Si anunciamos que este fin de semana en el barrio Malvín va a estar la comisaría cerrada y no habrá policías, ¿qué va a pasar? Ya sabemos. Esos factores de delitos se van a expresar. Eso es lo que nos está pasando en el fútbol. Es muy triste como país", dijo en Sport 890, el domingo a la salida del estadio.

La visión sobre cuánto Estado es necesario está fuertemente correlacionada con la ideología de los partidos políticos, y su debate está planteado desde el nacimiento del país. La izquierda (como en su momento los batllistas) lleva el Estado en el corazón y tiene preferencia por su avance, más allá de los énfasis que ha puesto en ejercicio del poder y fuera de él. En cambios los liberales (desde siempre los herreristas, por ejemplo) miran de reojo al Estado. El expresidente Luis Alberto Lacalle Herrera (1990-1995) solía repetir una frase en sus discursos de campaña, parafraseando a san Agustín: "Tanta libertad como sea posible y tanto Estado como sea necesario".

Si se analiza la evolución de vínculos laborales con el Estado (cantidad de funcionarios) a lo largo de los años, se observa un empuje inicial (hasta 1959) propio de la fundación y de la visión batllista, y luego un descenso que se explica por el repliegue del liberalismo. En 1900 los funcionarios públicos eran el 1,8% de la población. Esa cifra fue creciendo hasta el 6,9% en 1955.

Un trabajo académico sobre la evolución del Estado uruguayo en el siglo XX, que lleva el título "Los dos ciclos del Estado uruguayo en el siglo XX", firmado por Fernando Filgueira, Adolfo Garcé, Conrado Ramos y Jaime Yaffé, identificó que los signos ideológicos predominantes en cada una de esas dos grandes fases son opuestos, y las magnitudes de los cambios son comparables. "Este punto no puede ser soslayado ni por los estudiosos ni por el público. Si el 'primer batllismo' (1903-1916), al establecer monopolios, nacionalizar empresas y sentar las bases del Estado de bienestar uruguayo, pasó a la historia como una era fundacional, los últimos 25 años del siglo, los años durante los cuales Uruguay aceleró el ritmo de las transformaciones liberales iniciadas en 1959, también deben ser interpretados como una época de grandes transformaciones", dice el texto.

Los años del Frente Amplio en el gobierno (desde 2005) han llenado de contradicciones ese dilema de cuánto Estado es necesario para cumplir con su rol en los distintos temas. Ni bien asumió, el presidente Tabaré Vázquez bautizó como la "madre de todas las reformas" a su pretendida reforma del Estado. En el programa de gobierno presentado en la campaña de 2014, el FA planteaba un Estado regulador y garante de derechos. "Es necesario contar con un Estado que no solo acompañe los procesos sino que juegue un papel importante en la construcción de una nueva realidad. Para ello es central contar con un Estado moderno e inteligente", prometía.

Más o menos

Más hacia la izquierda que el Frente Amplio se ubica Unidad Popular, el partido que en las últimas elecciones alcanzó una banca en la Cámara de Representantes y que surgió años atrás con grupos escindidos del oficialismo, como el Movimiento 26 de Marzo. Ante la pregunta de El Observador sobre dónde se necesita más Estado en Uruguay, el diputado Eduardo Rubio respondió: "Estado falta en la educación, en la salud, en el (hospital de) Clínicas, en vivienda, en inversión pública para generar empleo y para construir infraestructura". Sin embargo a la hora de referirse al tema de la seguridad en el deporte y la participación de la fuerza pública, aseguró que se deben "corregir responsabilidades", porque entre otras cosas los denominados barras fueron una construcción del fútbol. "Las barras no nacen de un repollo", apuntó.

El senador y líder del Partido Independiente, Pablo Mieres, pareció coincidir en parte con Sanguinetti cuando El Observador lo consultó sobre la presencia del Estado en el tema de la violencia en el deporte. "Hay una omisión en el ejercicio de la autoridad frente a la violencia en el fútbol. Hay falta de energía para demostrarles a los barrabravas que no son los que mandan", respondió.

En tanto, para el profesor de historia y doctor en historia económica Javier Rodríguez Weber, en Uruguay falta mucho más Estado del que sobra. "Si yo miro los países a los que me gustaría que Uruguay ser pareciera, todos tienen mucho más Estado, que cobra más impuestos y brinda más y mejores servicios". A su modo de ver, "se necesita más Estado en seguridad, pero también en educación y en economía". "¿Acaso pensamos que la solución pasa por la seguridad privada?", se preguntó. Al ser consultado por El Observador, el profesional agregó: "Lo que pasa es que no cualquier Estado sirve. Lo que se necesita es un Estado que sepa adónde quiere ir, que diseñe políticas y que las sostenga en el tiempo, lo que supone destinar bastante plata antes de que se vean los resultados. A veces lo que se necesita no es tanto un Estado que haga sino que articule, oriente, coordine. Pero para eso el Estado tiene que estar".

Marihuana

El Estado en los últimos años se ha metido en cuestiones impensadas, como en el caso de la marihuana. El gobierno de José Mujica (2010-2015) decidió, en el marco de su estrategia de seguridad, establecer un mercado regulado para vender marihuana con la intención de evitar que los consumidores tengan que entrar al mercado negro del narcotráfico para conseguir la droga.

En materia de vivienda también se han escuchado críticas en cuanto a la falta del Estado. Sobre todo ante dos políticas concretas que definieron las acciones del gobierno en los últimos años. En primer lugar, el Plan Juntos, un programa también ideado por Mujica que consiste en construir casas a familias humildes de forma solidaria y con fondos aportados por privados y voluntarios. En segundo lugar, la ley de vivienda social, algo muy elogiado por distintos partidos políticos como un logro del gobierno, pero que en definitiva consiste en dejar en manos de privados la construcción de viviendas nuevas para la clase media.

ANCAP es un capítulo aparte. A partir de las denuncias y el trabajo de la investigadora parlamentaria, se puso en cuestión que la petrolera estatal participe en ciertos negocios, como la venta de cal y otros curiosos, como perfumes.

Por otra parte, de algún modo se ha reconocido como buena la competencia de privados donde antes era monopolio el Estado, y en ese sentido aparecen dos ejemplos: el mercado de seguros y la telefonía móvil. Se defiende, en tanto, que la telefonía fija, el agua potable y la electricidad sigan en manos estatales para garantizar el servicio en lugares donde los privados no tendrían interés en llegar.

Mieres cree que no se debe de hablar de "falta de Estado", sino de la necesidad de una reforma del Estado "en profundidad", que convierta "un Estado burocrático e ineficiente en muchas áreas y tareas, en un Estado firme y eficiente en el cumplimiento de sus tareas". "El tema no es que sobre Estado, sino cómo actúa el Estado en el cumplimiento de sus funciones", comentó el líder del PI.

Rubio, en cambio, entiende que sí sobra Estado en algunos gastos "que no se justifican", como en algunos negocios de la petrolera estatal ANCAP y en otros viajes de funcionarios públicos que son "superfluos".

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