Gabriel Pereyra

Gabriel Pereyra

Columnista

Nacional > COMBATE AL NARCOTRÁFICO

El Guardián no puede con Whatsapp y los narcos lo saben

El sistema tiene unas 300 lineas y mails intervenidos, pero enfrenta un complicado agujero negro
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01 de octubre de 2016 a las 05:00

Hacé el favor y cambiá ese celular por uno que tenga Whatsapp". La voz, clara y fuerte, grabada por El Guardián, el sistema de escuchas adquirido recientemente por el Ministerio del Interior, era la del rapiñero y narcotraficante Alberto Suárez, alias el Betito. El reclamo del delincuente –preso en el penal de Libertad, de donde se estima que saldrá libre el año próximo– estaba dirigido a uno de sus tantos lugartenientes que mantienen a la organización delictiva funcionando, orientada desde la prisión por su líder y la cual se ha diversificado: ya no sólo se dedica al narcotráfico sino a rapiñas de alto vuelo y al tráfico de armas.

¿Por qué el Betito estaba tan preocupado de que su compinche renovara el celular? Por un agujero negro en las comunicaciones que tiene a maltraer a la Policía: El Guardián, sistema que en estos momentos tiene intervenidos unos 300 teléfonos celulares, de línea y correos electrónicos, no puede rastrear los mensajes de Whatsapp.

"Le hemos preguntado a los argentinos y a los brasileros y ellos tienen el mismo problema", dijo a El Observador una fuente oficial, quien añadió que por la información que pudieron recabar de servicios de Inteligencia más poderosos como la CIA estadounidense y el Mossad israelí, por el momento ese agujero negro no tiene una solución clara.

Situación regional

Pero el uso de este sistema de comunicación por parte de los delincuentes no es el único factor que quita el sueño a los oficiales encargados de combatir al crimen organizado.

Por un lado consideran que, a fuerza de dólares, los narcos han minado considerablemente de casos de corrupción a la Policía y, por otro lado, las circunstancias regionales están perfilando a Uruguay ya no solo como un país de paso de la cocaína hacia Europa sino como un lugar de acopio.

Las fuentes dijeron que las fuerzas del orden brasileras han transmitido en encuentros regionales que temen que Paraguay termine siendo para Brasil lo que México es para Estados Unidos en materia de narcotráfico.

En general, la marihuana es la principal droga proveniente de Paraguay, donde hay un alto índice de corrupción. Según las últimas mediciones de Transparencia Internacional, entre 175 países, Paraguay lidera en la región entre los más corruptos y ocupa el lugar 150 a nivel global. Un kilo de marihuana en la ciudad paraguaya de Pedro Juan Caballero se consigue a US$ 20 y se coloca en Uruguay a US$ 180.

La Policía tiene en la mira a empresarios que se han volcado a adquirir tierras en Paraguay, aunque aún no han llegado a ninguna conclusión que los vincule con el narco.

No obstante, otro agravante en la lucha contra el narcotráfico es que los países vecinos no colaboran ni intercambian información en los niveles adecuados. "En los paraguayos no se puede confiar, los brasileros siempre hicieron la suya y Argentina es el país con el que más fluida comunicación hay", dijo una fuente del Ministerio del Interior.

Esta situación ha generado que Paraguay se haya convertido además en un corredor por donde llegan hacia el sur partidas de cocaína producidas en Bolivia, Perú y Colombia. La cocaína cuesta US$ 7 mil el kilo en Bolivia, US$ 21 mil en Uruguay y US$ 40 mil en Europa.

Para oficiales de la Brigada de Drogas, mientras que la requisa de algunos embarques de cocaína superiores a los 100 kilos eran para ser trasladados inmediatamente hacia Europa, otras partidas menos voluminosas pero más frecuentes hacen suponer que se está utilizando al país para hacer acopio de la droga ante la presión que están sufriendo los narcos en los países productores.

El Betito y el mexicano

De manera reservada, la Policía lanzó una operación llamada Monte VI que procuraba dar un nuevo golpe a la organización del Betito Suárez. Buena parte de su familia pasó por la cárcel y la Policía considera que actualmente la líder es una de sus hermanas.

Hace un par de años, durante un seminario en Buenos Aires, el juez especializado en Crimen Organizado, Néstor Valetti, dijo que el Betito "controla un ejército personal de 50 sicarios. Disputa así el mando territorial de algunas zonas. Manda desde la cárcel", aseguró.

Fuentes oficiales dijeron que se ha confirmado que Suárez compró almacenes y panaderías que utiliza para pagar favores.

"Aquella organización incipiente de muchachos que desde las esquinas o las azoteas de algunos barrios avisaban a los narcos que llegaba la Policía, se ha consolidado y está ahora mucho más aceitada y profesionalizada", dijo un oficial.

En la cárcel Suárez estableció estrechos vínculos con narcotraficantes extranjeros. Uno de estos narcos que se está moviendo rápidamente en hacer relaciones con delincuentes locales es Gerardo González Valencia, el último mexicano detenido perteneciente a "Los Cuinis", uno de los cárteles que se están haciendo cada vez más fuertes en México.

Según las fuentes, el narco está repartiendo plata a diestra y siniestra y haciendo buenas migas no solo con narcos locales sino con bandas de rapiñeros. Ha estado tratando de conseguir un iPhone a toda costa. "No sabemos si busca comprar protección o está planeando una fuga", dijo una fuente oficial, quien sostuvo no obstante que la jefa de esta célula de Los Cuinis es la esposa de González Valencia, Wendy, quien en las últimas semanas obtuvo la libertad condicional gracias a que pagó una fianza de US$ 25 mil y viajó a México con sus hijos.

La Policía tiene información de que el narco posee una fortuna de US$ 500 millones en bancos de Estados Unidos. A diferencia de lo que quieren los narcos mexicanos, González Valencia se ha mostrado dispuesto a ser extraditado a Estados Unidos.

En la Policía se ha instalado la duda de cuál es el vínculo que el narco tiene con Estados Unidos. El mexicano estaba desde 2011 en Uruguay, pero la DEA nunca pasó información aunque le seguía los pasos de cerca.

El hijo del traficante, de 11 años, dijo a la Policía que sus padres vinieron a Uruguay luego de que un grupo armado intentó asesinarlos en México. ¿Es González Valencia un informante de la DEA? La duda está instalada, pero su respuesta no cambiará nada el panorama de corrupción que algunas autoridades advierten en algunos sectores de las fuerzas de seguridad. l

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