Nicolás Tabárez

Nicolás Tabárez

Periodista de cultura y espectáculos

Espectáculos y Cultura > CINE

El hombre que le ganó a los espías

La película más reciente de Steven Spielberg y Tom Hanks es un excelente drama político y de espionaje histórico
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08 de noviembre de 2015 a las 05:00
El puente Glienicke atraviesa el río Havel. En uno de sus extremos está Berlín, en el otro la localidad de Potsdam, famosa por ser donde se firmaron los acuerdos de rendición de Alemania luego de la segunda guerra mundial. En los años de la Guerra Fría, eso significaba que de un lado estaba Berlín Occidental, y del otro, territorio de la Alemania Oriental, dos países en constante tensión, como también lo estaban Estados Unidos y la Unión Soviética.

En 1957 el FBI detuvo a Rudolf Abel, un pintor que en realidad era un espía ruso. Poco tiempo después, los soviéticos derribaron un avión estadounidense que tomaba fotografías de su territorio.

El piloto, Francis Gary Powers, fue detenido. En el marco de una guerra donde no se peleaba con soldados, sino con información, el abogado de Nueva York James Donovan se vio en la responsabilidad de defender en un juicio a Abel, ya que el gobierno estadounidense consideraba que el supuesto espía debía tener un juicio justo, más allá de que se sabía que iba a terminar, de una forma u otra, en la silla eléctrica.

Estos hechos históricos reales son retratados en la película Puente de Espías, título que refiere al puente Glienicke. Tom Hanks (que a esta altura puede hacer cualquier papel, interpretarlo de forma magistral y permitir al público acompañarlo en sus acciones y emociones) interpreta a Donovan, quien comienza aceptando el caso a regañadientes y termina involucrándose más allá de lo considerado por el gobierno.

Así "el juicio justo" termina con Abel salvado de la silla eléctrica. Uno de los argumentos de Donovan es que el espía ruso puede convertirse en una carta de intercambio, profecía que se cumple cuando Powers es derribado al otro lado del telón de acero.

Así, Donovan pasa de abogado a negociador, siendo enviado por la CIA a Berlín Oriental, donde se está edificando un muro para evitar las fugas a occidente.

Donovan negociará a dos bandas para intercambiar a su prisionero por Powers (con los soviéticos) y por Frederic Pryor, un estudiante de economía detenido por los alemanes, con quienes el abogado formula un trato aparte, y contraviniendo las indicaciones de los agentes de la CIA que lo acompañan en su misión y que le insisten en que solo libere a Powers, que es un militar que posee secretos de inteligencia.

Donovan se convierte así en el héroe de esta historia, un extraño trabajando y haciéndose valer en un territorio poblado por espías, gente misteriosa que parece saberlo todo y que actúa siempre pensando en el beneficio de su gobierno.

Y así es que los espías son iguales, sin importar si responden ante los soviéticos, los alemanes o los estadounidenses. A lo largo de la película hay actitudes y planos que se reiteran para demostrar las similitudes –pero también los contrastes– entre la vida en ambos bloques de la Guerra Fría.

De todas formas, a pesar de que los espías son mayoría en este filme, Puente de espías no es la clásica película de espionaje. Los agentes no disparan un solo tiro, no usan ningún aparatito ingenioso ni visten de gala. Si bien hay algunos clichés como los seguimientos o el trasiego de información oculta en objetos cotidianos, este filme es en realidad un thriller, más de drama que de acción.

El sonido del silencio


La película comienza en silencio. Apenas se oyen los ruidos del tránsito de fondo. Este recurso se reitera en varias oportunidades a lo largo de la trama. El silencio tiene tanto significado y tanto impacto como el diálogo o el sonido, lo que lo convierte en un recurso interesante, ya que no es frecuente su uso en el cine comercial.

Y no se puede negar que Puente de espías es cine comercial, considerando que en la silla de director está Steven Spielberg, que aquí muestra la otra faceta que posee por fuera de los blockbusters como Indiana Jones o Tiburón: la de director de dramas históricos.

Con su habitual colaborador Tom Hanks como protagonista y un guión de los hermanos Coen junto a Matt Charman, la película prometía y demuestra un nivel de calidad en todos sus aspectos que la convierten en un filme excelente, aunque es muy probable que de aquí a un tiempo no sea recordada por el público, como sí ha sucedido con otras de sus obras.

Puente de espías tiene un mensaje: el de creer en uno mismo y el de que cada persona importa. Es lo que Donovan hace y lo que lo convierte en un héroe anónimo de la Guerra Fría (además de las negociaciones retratadas en la película participó de una liberación de prisioneros en Cuba luego de la invasión de la bahía de Cochinos).

Pero lo realmente importante de esta película es lo que sucede durante la trama. La tensión, el secretismo y el temor de que todo salga mal están presentes y mantienen la atención en la aventura de Donovan.

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