Opinión > ANÁLISIS/ N. FERNÁNDEZ

​El juego del poder que complica a los blancos

Los intendentes y sus entornos generan focos de posibles conflictos
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21 de octubre de 2017 a las 05:00
Los líderes políticos tienen dos libretas: una con el plan hacia el futuro, y otra con las cuentas del pasado. En esa última libretita están las lealtades y las traiciones, los respaldos y los desprecios, la lista de la gente con la que hay que ser agradecido, y la de los que hay que cobrarles facturas viejas.

Esas libretas no son públicas y como la gente no está al tanto de esa especie de contabilidad política con "doble partida", muchos movimientos, conflictos o pactos, generan confusión.

En los últimos días, el Partido Nacional quedó expuesto ante la opinión pública como una colectividad que sufre problemas internos, los que conspiran contra la unidad necesaria como para lograr el máximo objetivo político: volver al gobierno.

Empero, el episodio de esta semana no parecería tener tal trascendencia. Incluso para la necesidad de una interna competitiva (aunque cooperativa), los choques han polarizado a los blancos y eso fortalece a Jorge Larrañaga, que lo precisaba. A Luis Lacalle Pou le puede convenir un partido con oferta diversa, pero él prefiere que la competencia esté limitada a las listas .

Lo negativo para un partido no es que haya problemas, sino que se resuelvan mal.

El fuerte electoral de los blancos está en el interior y eso es lo que hay que mirar con atención. El Partido Nacional tiene 12 intendentes, que según la elección de 2015 fue con 8 del sector de Jorge Larrañaga y 4 de Lacalle Pou. Pero eso ya ha cambiado por dispersión en Alianza, y puede acentuarse a corto plazo con un pasaje de un intendente que era Larrañaga y se iría a "Todos".

De los 12 intendentes nacionalistas, hay 5 que están en segundo período por lo que no tienen reelección inmediata y deben asegurarse un lugar en la política para el período 2020-2025.

Eso le ha generado problemas a Larrañaga, porque los "no reeleccionistas" de su grupo amenazan con armar alguna corriente paralela: Sergio Botana (Cerro Largo), Dardo Sánchez (Treinta y Tres) Adriana Peña (Lavalleja). Esos, sumados a Eber Da Rosa (Tacuarembó) que sí tiene reelección pero en su corriente dicen que no quiere estar más de un período como intendente, han intentado armar un grupo de proyección nacional.

¿Es posible hacerlo desde el interior sin base político-electoral fuerte en Montevideo y Canelones? La historia electoral muestra que es muy difícil. Pero mientras lo intentan y chocan, hacen daño a la imagen de su líder.

***
También hay ruido en el sector "Todos". Ahí, los intendentes José Luis Falero (San José) y Carlos Enciso (Florida) están en segundo quinquenio, por lo que la aspiración es al Senado (y si su partido ganara podría ser un ministerio, pero primero hay que asegurarse la banca legislativa).

Varios dirigentes de "Todos" creen que el segundo puesto en la lista al Senado por "Aire Fresco" tiene el cartelito de "reservado" para Falero, lo que explica el malestar expuesto por Enciso. Pero Lacalle Pou no siente compromiso por puestos en la lista, y el intendente de Florida asegura que su plan es por la necesidad de armar una corriente con su propio perfil y no por el lugar en la lista. ¿Llegará a las elecciones con ese plan? ¿Cuál será su plan para aspirar a los 70 mil votos que dan una banca en la Cámara Alta?

Falero parece "ir en coche" hacia el Senado, pero debe atravesar el camino hacia esa fecha.

Y le queda el otro desafío, el de cómo hacer jugar su influencia para marcar sucesor, preferentemente para que le "cuide" esa base política-electoral. Como heredera para mayo de 2015, se habla de la actual secretaria general Ana María Bentaberri, que en el departamento no ven con carisma fuerte como para imponerse a un político como Juan Chiruchi.

¿Qué tiene que ver ese exintendente en el nuevo lío?

La relación entre el maragato Juan Chiruchi y el senador Lacalle Pou no es buena; el principal líder blanco no lo tuvo en cuenta en 2014 para el armado de su círculo partidario ni para la lista al Senado. Algunos memoriosos recuerdan que Chiruchi se jactaba de presionar mucho a Lacalle Herrera para que lo contemplara como senador, como ministro o con apoyo para volver a la Intendencia, y que eso pudo haber dejado malos recuerdos en la libretita del pasado.

Chiruchi creyó que "el botija" estaba acelerado, y al ver que no le daba lugar, apostó sus fichas a Larrañaga en 2014. Y en 2015 no quiso o no se animó a competir con el que había sido puesto por él mismo. Falero había cortado el cordón umbilical.
Chiruchi perdió. Pero ahora vuelve.

Y mientras se gobierna, la "competencia" altera la "cooperación" partidaria y se dan episodios como el de ediles blancos (de Alianza) que no votan en la Junta el nuevo préstamo con el BROU. Y mientras se gobierna, la "competencia" altera la "cooperación" partidaria y se dan episodios como el de ediles blancos (de Alianza) que no votan en la Junta el nuevo préstamo con el BROU.

Los herreristas –y otros dirigentes de Todos- vieron la cola del diablo en la jugada, y Falero reaccionó pensando en sus intereses y en su sucesión, pero sin razonar en función del interés de su sector y de su partido. Trancó contra Alianza, y contra Chiruchi. Justo el domingo 15, Larrañaga, el senador Carlos Camy (maragato) y Chiruchi, posaban sonrientes en fotos que distribuyeron por redes sociales.

Si los ediles no votan los asuntos del gobierno departamental, el gabinete del ejecutivo no debe tener directores de esa corriente partidaria. Podrá tener razón Falero para marcar la cancha, mostrar poder y responder al ataque, pero, ¿quién gana con ese alboroto?

En general, los intendentes del interior sienten el poder que tienen en su territorio y creen que eso les da proyección fuera de las fronteras departamentales, pero no es así. El sainete maragato no es profundo pero contribuye a que el público lo sume a otros casos y sienta que los blancos se preocupan más de sus "libretistas" que de cuidar la unidad interna y de gobernar bien. Eso no les quita la chance importante que tienen hacia las próximas elecciones, pero les debilita.

En tanto, el Partido Nacional no tiene el problema de divergencia ideológica de otras épocas, por lo que estos líos son menores, pero la imagen de enredos encadenados no le favorece.

El problema no es tener problemas, sino solucionarlos mal. Pero aunque los solucionen bien, si van de problema en problema, es que están en problemas.

Esta nota fue modificada por aclaraciones hechas por dirigentes partidarios, que el autor de la columna consideró conveniente de incluir; por ejemplo, se niega compromiso por segundo lugar en futura lista al Senado de "Aire Fresco".


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