Nicolás Tabárez

Nicolás Tabárez

Periodista de cultura y espectáculos

Espectáculos y Cultura > MASTERCHEF

El jurado del momento

Sergio Puglia, Lucía Soria y Laurent Lainé hablan sobre su experiencia, su maldad y el nivel de la cocina local
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20 de mayo de 2017 a las 05:00

Te depositaron el sueldo. pic.twitter.com/Ohu8KMFfN4

Sergio Puglia le había propuesto al canal adquirir el formato hace tres años, Lucía Soria veía la versión argentina deseando ser jueza, y Laurent Lainé, que nunca había visto el programa hasta que empezó a trabajar en él, tuvo que averiguar dónde se estaba metiendo. Esa era la relación previa de los tres integrantes del jurado de la edición uruguaya de Masterchef, el concurso de cocina que cada lunes a la hora 21 emite canal 10 y que semana tras semana alcanza cifras de rating poco frecuentes en la televisión abierta local.

Para los televidentes, estos tres chefs pueden ser vistos como los más malos de la televisión local. Agudos, críticos, sin pelos en la lengua, los jurados ponen en duda cada plato que les ponen delante los participantes del reality show, y no dudan en recriminar a quien haga algo mal. Aunque entre sí tienen sus diferencias.
"En el programa hay cosas que no haría, como insultar al cocinero o tirarle un plato a la basura o al piso. En una cocina sí" Laurent Lainé
Puglia (67 años) es el popular, el que todos los hombres conocen y todas las señoras siguen en radio y televisión desde hace décadas. Soria había tenido algunas apariciones mediáticas por su trabajo, pero solo era registrada entre los amantes de la gastronomía local y por sus clientes habituales. Lainé, en cambio, era absolutamente desconocido para el gran público y solo la prensa especializada o quienes podían pagar sus platos en el restaurante El Franchute del balneario Buenos Aires habían estado en contacto con él hasta ahora.

"Yo actúo naturalmente y no me preocupa dar una imagen de bueno, malo o regular. Los tres actuamos igual", dijo Puglia en una entrevista que los tres –por separado– tuvieron con El Observador en el estudio de Masterchef previo a la grabación de un episodio.

Pero el francés Lainé (55 años) es, en la vida real, mucho más malo de lo que se muestra en la pantalla. "En el programa hay cosas que no haría, como insultar al cocinero o tirarle un plato a la basura o al piso. En una cocina sí. De hecho lo hice hace muchos años con un cocinero que se negaba a arreglar un plato. Se lo tire y lo tuvo que hacer de nuevo", rememoró el chef, que se mudó a Uruguay en 1983 para instalar el restaurante Bleu Blanc Rouge en Punta del Este, luego vivió durante años en la capital argentina y desde hace 10 años está al frente de El Franchute –cuyo nombre proviene de su apodo– en el balneario Buenos Aires (Maldonado).

Extranjera es también Soria (34 años), una cordobesa que se mudó a Buenos Aires cuando tenía 3 años, y se instaló en Uruguay por primera vez como ayudante del chef Francis Mallman en José Ignacio cuando terminó sus estudios en gastronomía. Recorrió varias de las principales ciudades del mundo con su profesión y años más tarde volvió al país, primero para poner un restaurante en el este y luego, desde 2012, en Montevideo con su Jacinto ubicado en la Ciudad Vieja.

La argentina también se cuida en sus dichos al aire, aunque no vacila en sus cuestionamientos. "Nunca diría que algo es incomible. Podés decir que es muy rico, que es feo, que está mal logrado o que lo hiciste mal. Pero hay gente que no tiene para comer, entonces nada es incomible", afirmó. "Tampoco permito que lo digan en mi restaurante, porque no me parece", agregó.

Soria reconoce que tiene temperamento, y algunas cosas le molestan de los concursantes. "A veces me enojo con los participantes desganados y digo 'tu lugar estaría ocupado por alguien con más ganas de estar acá'. Pero nunca tiro nada, porque sabés que lo hacen con su mejor voluntad. En ese sentido trato de hacer una devolución en la que entiendan qué hicieron mal, porque si solo le decís 'esto es horrible', el pibe no crece", subrayó. La chef, única mujer en el jurado de la versión local de este formato, dijo además que en Uruguay –al igual que en su país de origen– hay un respeto especial por no desperdiciar comida.

"Nunca diría que algo es incomible. Podés decir que es rico, o que lo hiciste mal. Pero hay gente que no tiene para comer, entonces nada es incomible" Lucía Soria
Son malos, sí, pero al final de cuentas, en la comparación con los jueces de Masterchef en otras partes del mundo, estos son mucho más respetuosos.

Parrilla, pasta y pizza

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El balance para los jurados hasta el momento es positivo, tanto a nivel personal como laboral. Tienen sus diferencias a la hora de evaluar a los concursantes, pero todos coinciden en un punto negativo: el bajo nivel culinario de los participantes.

La exigencia de los jurados es dispar, y eso se refleja en sus devoluciones.

El francés, por ejemplo, es tajante. Considera que el nivel de los participantes es "nulo", y en más de una ocasión ha rechazado comer lo que el concursante había preparado. "Es el nivel que hay en Uruguay con lo que se come: parrilla, pasta y pizza. Con eso es muy complicado tener un buen nivel gastronómico en el concurso, y más en la primera temporada", indicó. Aunque acto seguido le puso una cuota de optimismo: "En la segunda va a levantar el nivel".

"Durante 200 años en Uruguay gastronómicamente se durmió al lado del fueguito del asado" Sergio Puglia
El segundo ciclo, ya confirmado y cuyo proceso de postulación se cerró el viernes, marcará a los nuevos concursantes qué esperar de la versión local del programa, dijo el "franchute", y añadió que le gustaría imponer una mayor exigencia a los futuros participantes.

"Me gustaría ser más exigente. Igual creo que lo han recibido bien, que están aprendiendo, y como ven todo lo que implica estar en Masterchef se están despertando un poco y poniéndose más las pilas", comentó.

Soria comenzó con la vara muy alta, pero luego se tuvo que adaptar. "En los primeros programas sentía que los juzgaba como si fueran cocineros que trabajan conmigo y no como amateurs". Destacó, sin embargo, que los concursantes muestran una evolución constante.

Una cuestión en la que se resignó fue que los participantes manipularan los ingredientes con la mano y sin guantes, una posición compartida con Lainé. Le llevó tiempo aceptarlo. Puglia, en cambio, celebra esa forma de trabajar en la cocina. "Para Laurent exprimir un limón con la mano y poner la otra de colador es escupirle a la historia en un ojo, y para mí es lo más común. Dios nos dio esta herramienta que es maravillosa; la mano es el primer utensilio al que el hombre accede para construir, destruir y todo lo demás", apuntó.

El francés se sale de la vaina cuando ve que están haciendo cosas mal, y le gustaría poder guiar mejor a los concursantes durante el proceso de elaboración de los platos. "Si fuera por mí participaría más, los ayudaría con lo que están haciendo. Pero no me dejan. Ves al tipo y decís 'la puta madre, mirá lo que está haciendo', y Lucía me dice, 'a tu lugar'", se lamenta.

Lainé, que se embarcó en la gastronomía con la intención de abandonar su pueblo natal durante la adolescencia, recuerda cómo en sus inicios fue auxiliado. "Empecé a los 14 años de pelapapas; pelaba cebolla, ajo, limpiaba lechuga. Lo bueno de eso es que te enseñaban. Te daban la bolsa de papas, te mostraban con dos o tres y seguías vos. Acá eso no lo hacen, te dan la bolsa y arreglate".

Modificar el gen oriental

Masterchef Uruguay
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Los jurados creen que Masterchef Uruguay llegó en el momento adecuado, con la cocina no solo convertida en un rubro televisivo fuerte y buscado por el público, sino que también con la gastronomía como una opción profesional "de moda" para los jóvenes.

El trío coincide –además de en su gusto por el café– en que una de las posibilidades que abre el programa es la de cambiar la visión uruguaya sobre la cocina. "Había gente acá, de nivel alto, que no sabía qué eran los espárragos, como se cocinaban, las endivias tampoco", sentenció Lainé.

Soria va en la misma línea y sostiene que el rol del chef es sacar al público de la tradición –"la gente sale a comer para vivir una experiencia, no para comer lo que come en casa; para eso vas a lo de tu abuela"–.

Puglia, si bien discrepa con esa visión de lo tradicional y cree que las mujeres que durante siglos trabajaron en la cocina serán revalorizadas, entiende que es momento de avanzar. "Durante 200 años en Uruguay se durmió al lado del fueguito que hizo el asado", analizó. Igual, tiene la certeza de que eso cambiará. "Masterchef, gastronómica, profesional y socialmente, va a ser revolucionario".

¿Cuál es su principal aporte al jurado de Masterchef?


Soria. "Los tres somos muy diferentes y eso hace que haya diferentes posturas y aportes. Creo que represento la cocina más moderna y actual. Vengo de una escuela que le da importancia al producto, a su forma natural, algo que cuestiono todo el tiempo".

Puglia. "Me acerco más a Lucía en el sentido de que tenemos una formación más ecléctica, menos rigurosa. Estoy en el medio, con una visión y una especialización en lo que sabe el francés, lo que Lucía pone en práctica y con la defensa del producto nacional. Además, ellos no son docentes y yo lo soy desde hace 30 años. Por momentos me veo en los participantes, me veo hace 30 o 40 años golpeando la puerta para empezar una carrera gastronómica. Creo que la experiencia televisiva se unifica a mi experiencia como profesor, que ya tenía. Todos los años tomo examen a 100 alumnos, y esto para mí es como tomar examen una vez por semana".

Lainé. "Lo que me dice la gente es que les gusta que sea estricto. Y después tratar de mostrar los productos de acá, darlos a conocer a los participantes y a la gente de afuera. Es mostrar algo que la gente pueda aprovechar o aprender. Vengo de una escuela muy tradicional, muy exigente y con un método marcado. La escuela de los años de 1980, que era otra cosa, más dura, más de servicio militar. Hoy en los restaurantes franceses es igual".

Los memes de Puglia

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Sergio Puglia ha sido uno de los más utilizados por los internautas como fuente de memes o chistes en las redes sociales. Durante el primer programa, el cocinero, docente y conductor pronunció la frase "Silencio, voy a comer". Al día siguiente, durante la grabación, sus compañeros le preguntaban "¿viste el meme?", a lo que respondía: "¿Qué es eso, de qué me hablás?". "Lo dije naturalmente, es muy mío ese tipo de cosas. A la gente le pareció chistoso y para mí es maravilloso que pase eso. Me pasó de nuevo con el 'Aleluya', y ahí ya sabía qué era un meme", contó el chef, quien dijo que esas frases son producto de la ausencia de un guion. Cuando sus compañeros se extienden en sus devoluciones, él resuelve con esas salidas.

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