Tras los libros había un nombre que no todos conocían. Uno distinto al que se encontraba en la tapa y en el lomo, pero cuyo importante rol se encontraba latente entre las páginas.
A partir de la década de 1960, la agente literaria española Carmen Balcells comenzó a tejer un modelo que cambiaría el funcionamiento de las letras modernas y que permitiría la consolidación del "boom" latinoamericano. Preocupada por los intereses de los escritores, la llamada "mamá grande" se centró en erradicar las preocupaciones materiales de los autores y así permitirles focalizar sus energías en su potencial literario.
Mediante la eliminación de excesos de las editoriales como los contratos vitalicios y la implantación de cláusulas de cesión de derechos por tiempo limitado, Balcells se convirtió en el terror de los editores y en la salvadora de los escritores.
Esa escuela de preocupación e impulso del arte se vieron amenazados este setiembre, cuando Balcells falleció y dejó desprotegido un negocio que había fortalecido a figuras como Mario Vargas Llosa, Gabriel García Márquez, Juan Carlos Onetti, Julio Cortázar, Pablo Neruda e Isabel Allende.
Con el futuro del negocio familiar en juego, su hijo Lluís Miquel Palomares Balcells anunció esta semana que tomará el mando del legado de su madre, "encarando el futuro con determinación", según sostuvo en un comunicado a la agencia EFE. No obstante, semanas antes, junto a las noticias del fallecimiento de su madre, se había informado que Palomares no tenía interés en la representación literaria.
"Mi madre deja un gran legado profesional y es mi decisión –que comparte todo el equipo de la agencia– continuar con su tarea, para seguir brindando a nuestros autores tanto nuestro servicio profesional como el apoyo personal que siempre nos ha caracterizado", manifestó ahora Palomares.
No obstante, la agencia, que ha representado a más de 300 escritores, enfrenta nuevos riesgos que van más allá de su conducción. En mayo de 2014, Balcells y el superagente literario Andrew Wylie (a cargo de Murakami, Borges y Nabokov) anunciaron una alianza que permitiría hacer frente a un contexto internacional cambiante, afectado por la revolución digital, la piratería y la irrupción de grandes grupos globales como Amazon, Google y Apple.
Paralelamente, el rol de agente literario requiere un valor agregado cada vez más significativo, ante autores que prefieren mantener una relación directa con las editoriales.
Luego de que la asociación fracasara, la muerte de Balcells y la indefinición que la rodea marcó la incertidumbre del mercado, debiendo sumar una nueva lucha que trasciende a los autores y compete a su propia supervivencia.
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