El Mercedes hecho taxi: una estrella negra en la ciudad

Son muchos los montevideanos que lo han visto pasar con ese aire silencioso de indiferencia y superioridad que refleja su estrella.

Algunos, seguramente, han maldecido su suerte al no poder pasar un tiempo a solas con él y otros han hecho pequeñas locuras para cumplir el berretín. El único taxímetro Mercedes Benz modelo C200 del año 2011 despierta, al menos, cierta, curiosidad.

Lo maneja su dueño, Luis Marino, conocido en el ambiente como “El Gallina”, y su único empleado. Para en Burgues y Luis Alberto de Herrera y tiene, como es de suponerse, toda una historia detrás. El Gallina, que debe su apodo a su voz muy fina y a que no es precisamente corto de palabras, comenzó en el negocio del taxi ni bien entró la década del 70. “Tenía un Morris que, de lo duro que era, le sacaba un riñón por la boca a uno”, cuenta. “Eran autos que llegaron a Uruguay como nuevos pero tenían diez años de armados”. Su vida cambió en 1971 cuando puso sus manos alrededor del volante de un Mercedes Benz 190 que llevaba en servicio desde la década pasada.

En ese momento se dio cuenta de que su novel oficio y la marca alemana tenían que continuar unidos. “Ahí me di cuenta de lo que es la calidad”, recordó.
Así fue que el 190 duró hasta 1982. Ese fue el año del cambió la máquina por un modelo 240, ensamblado en el país, del cual se produjeron 300 unidades destinadas a remise, taxímetros de aeropuerto y hasta carrozas fúnebres. Por aquellos tiempos tener un taxímetro Mercedes Benz todavía no era ser una excepción pero en el año 2000, cuando cambió por un 220 CDI (que todavía conserva), ya era extraño. Finalmente, llegó al C200 que terminará de pagar en 2014. ¿Cuánto sale este auto? Luis dice que pagó US$ 42 mil por ser un taxi pero que el valor de mercado ronda los US$ 70 mil.

Por fuera de la comodidad, el taximetrista dice que “quien tiene un Mercedes Benz tiene un 50% del valor del próximo vehículo porque el valor de reventa es bueno. ¿Se imagina si tengo que salir a vender un Fiat usado como taxi?”, argumentó.

Además, y cómo muchos pueden suponer, existen motivos menos económicos para la decisión. Tenerlo como herramienta de trabajo es la única manera de poder manejar un Mercedes Benz día a día. Su empleado, Alejandro Carpelino, contó que mucha gente que usualmente no tomaría un taxi, lo hace también para subirse a éste. De hecho, en una ocasión, un hombre le hizo señas desde una moto. La seña era para que lo siguiera hasta una estación de nafta.

Una vez llegados al comercio, el hombre se bajó de su moto y se subió al Mercedes para dar un par de vueltas y sentir el confort de la tecnología alemana. Como en el viejo ocho del Parque Rodó, terminó la vuelta, Carpelino retiró el pie del pedal sin chocar a nadie y el cliente volvió a su moto y a la realidad. Cosa común es que la gente lo pare por la calle para sacarle fotos. Luis dice que a los brasileños, especialmente, les llama mucho la atención.

Los cuidados de este taxímetro no son los de cualquier coche. El Gallina contó, “lo lavo yo mismo porque el negro se raya mucho. Hay que peinarlo con cariño, como si fuera una novia”. Carpelino dijo que, aparte del lavado diario (algo muy común en los taxímetros), las alfombras del interior suelen sacarse para ser sacudidas hasta diez veces en una jornada. El letrero y la luz que están en la parte superior y que identifican al auto con la chapa STX 6118 están colocados sin hacer una sola perforación o actividad sobre la carrocería que deje marcas a futuro. Incluso, la colocación de la mampara de protección, llevó treinta días buscando un fin similar.

Y hay más: el C200 fue uno de los primeros vehículos a los cuales se les ofreció el nuevo sistema GPS para atender los viajes a los cuales se encuentra más cercano. Luis declinó amablemente porque eso incluía una seria de cables para nada estéticos en un tablero alemán tan noblemente diseñado. Nada de cables por ahora. Otro asunto es el aire acondicionado. Muchos patrones desisten de usarlo y lo inutilizan en sus coches para ahorrar nafta y así el trabajador y los pasajeros pasan calor: uno mientras trabaja y el otro de mientras paga. Luis tiene una filosofía bastante diferente, “si viene con aire es para usarlo, así que está prendido todo el tiempo”.

La mayoría de sus viajes son normales; pero tener una inversión de este estilo en la calle tiene algún beneficios extra. Por ejemplo, hay muchos clientes particulares que lo solicitan para viajes largos en los cuales, por ejemplo, se puede estirar las piernas. Si usted mide más de 1.80 metros y viaja en taxi, sabe a lo que me refiero.

Va a todos lados y a todos los barrios, pero no lleva a cualquiera. No es un tema de vestimenta. Luis dice que es un tema de olor. “Yo bajo la ventana y los huelo; los chorros siempre huelen a algo”, dice como revelando un secreto. Ha sufrido cuatro robos en su vida y se considera bastante afortunado. Como consejo recomienda tener la billetera sobre el tablero y no en la guantera para que el ladrón no se asuste y dispare. Además, una boleta de gasoil siempre viene bien para mostrarle al ladrón que acaba de cargar combustible y por eso tiene poco dinero. Hasta el momento, el dueño del taxímetro más caro de la ciudad la viene sacando barata y nadie le ha robado el vehículo, cosa que los que gustan de un buen paseo y tienen la suerte de encontrarlo, agradecen.