El nuevo animal nacional

Para la mirada inexperta, es una piedra con unos huequitos. Ante los ojos de una paleontóloga especializada en mesosaurios como Graciela Piñeiro, se convirtió en el embrión de reptil más antiguo del mundo.

En cuestión de días, la imagen de este reptil acuático de 15 centímetros recorrió el mundo. De hecho, el primero de los cinco artículos que publicará el equipo encabezado por Piñeiro, que salió en Historical Biology hace un mes, ya es el trabajo más leído online de la historia de esta revista británica especializada en paleobiología.

Para la investigadora de la Facultad de Ciencias de la Universidad de la República, “el artículo se hizo famoso porque tiene tres récords”. El primero es que “describe los embriones de reptiles más antiguos que se conocen en el mundo”, dijo, y agregó que es tan sorprendente su antigüedad como su excelente estado de conservación.

En segundo lugar, el trabajo donde también colaboraron el científico brasileño Jorge Ferigolo, la uruguaya Melitta Meneghel y el canadiense Michel Laurin, “describe el caso más antiguo de viviparidad u oviparidad”, afirmó Piñeiro.

El embrión encontrado en un predio sobre la ruta 26, en el límite entre Tacuarembó y Cerro Largo, “estaba en un estado muy desarrollado, ya casi a término, dentro de un huevo sin cáscara calcárea”, dijo la paleontóloga. Esto sugiere que o bien los mesosaurios colocaban los huevos en la tierra unas horas o días antes de que las crías nacieran (oviparidad), o bien que las parían ya vivas (viviparidad). El fósil de una hembra preñada encontrado en Brasil respaldaría esta última hipótesis.

De cualquier modo, la investigación brinda información acerca de los primeros pasos de los reptiles desde el agua hacia la tierra y de sus estrategias reproductivas, lo que llena un vacío de conocimiento de 90 millones de años de evolución.

Sobre la tercera novedad del trabajo, Piñeiro explicó: “Encontramos asociación de fósiles de adultos con 26 fósiles de pequeñines, que son más o menos del tamaño del huevo o capaz un poco más grandes. Eso nos hace pensar que hay una gran posibilidad de que los mesosaurios, como vivían en un ambiente bastante hostil y creemos que tenían camadas pequeñas de a una o dos crías, quisieran proteger a su descendencia. O sea, este sería el caso más antiguo que se conoce de cuidado parental en reptiles”.

Conservar el Konservat

Las muestras de donde Piñeiro obtuvo estos sorprendentes resultados eran en realidad escombros de una cantera que se formó para explotar basalto para hacer obras de vialidad en el noreste del país.

“No queríamos desestimar los escombros. Estos animales son muy pequeños y gráciles, por lo que cualquier parte del esqueleto que encuentres es importante”, contó la investigadora, que lleva 10 años trabajando con estos reptiles.

Pero, que trabajaran con muestras extraídas por obreros y no por paleontólogos no significa que su descubrimiento fuera casualidad. “Los materiales aparecen en la formación Mangrullo, una unidad que aflora en Cerro Largo, Tacuarembó y Rivera”, contó Piñeiro.

Hace 280 millones de años, la zona estaba integrada por lagunas hipersalinas con un nivel muy bajo de oxígeno, “un ambiente donde las bacterias de la descomposición prácticamente no existen”, explicó. Esto permitió conservar no solo el fósil de reptil más antiguo, sino también el contenido estomacal de algunos mesosaurios, “lo que puede decir qué fue lo que comieron esos ejemplares”, continuó.

Otro de los artículos que en estos días publicarán Piñeiro y su equipo, también integrado por estudiantes, es uno sobre Mangrullo como Konservat-Lagestätten, es decir, como un lugar que conserva estructuras muy delicadas y raras de encontrar. Y por si tres récords no fuera suficiente, la investigadora destaca que este afloramiento es el más antiguo de América Latina.

Ahora los investigadores buscan lograr la protección de Mangrullo para comenzar a trabajar la zona con las herramientas apropiadas. Solo tener piezas más grandes podrá permitirles saber si es frecuente la asociación de ejemplares adultos con juveniles para así evaluar su teoría de los cuidados parentales o incluso saber si vivían en colonias.

Bandera de los evolucionistas

“Antes de que empezara con esta investigación, en Uruguay había capaz que una sola pieza que refería al mesosaurio nacional. Ahora hay prácticamente 2.000”, dijo Piñeiro.

Mientras escribe un libro sobre los mesosaurios, que espera tener pronto en 2013, y prepara una exposición que se podrá visitar en pocas semanas en el Museo Nacional de Historia Natural, la paleontóloga sostuvo que la serie de artículos sobre los reptiles de Mangrullo tendrán un efecto amplificador: van a posicionar a Uruguay en el aspecto evolutivo”.

En este sentido, desde el lunes hasta el 25 de abril se desarrollará en la Facultad de Ciencias un workshop sobre el origen de la vida con conferencistas de la región, Estados Unidos y Europa y visitas de campo.

Si bien Piñeiro no participará, se menciona su investigación como motivador del encuentro.
Según un comunicado enviado por Ernesto Pecoits, investigador e integrante del comité organizador, “este evento tiene como objetivo difundir la información recopilada por parte de científicos uruguayos (…) y dar a conocer los resultados que han cambiado el rumbo de los estudios sobre la evolución animal”.

Entre las investigaciones a publicarse, Piñeiro destacó un paper que “le hace honor a un paleontólogo alemán que estudió este grupo de mesosaurios y que encontró que ellos quizá se parecían en algo a los mamíferos o a nuestros antepasados más primitivos: tenían una abertura en la zona temporal del cráneo”.

Esta idea, descartada durante 70 años, retoma vigencia con esta investigación, aunque la científica aclaró que “quizá los mesosaurios no tienen mucho que ver con los antepasados de los mamíferos, pero son primos hermanos”.