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El nuevo equilibrio de las materias primas

La cotización de los cereales continúa con presión bajista y oleaginosas y lácteos inician un proceso de recuperación
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16 de diciembre de 2016 a las 05:00
Por Blasina y Asociados, especial para El Observador

El año 2016 ha sido el de la construcción de un nuevo equilibrio para los mercados agropecuarios, que bien puede sostenerse a lo largo de 2017. Tras dos años de fuertes ajustes en las materias primas, que marcaron un mínimo en el primer trimestre, algunos productos lograron recuperaciones significativas, mientras otros siguen batallando con una situación de sobreabastecimiento y bajos precios. Los cereales seguirán en 2017 bajo presión, mientras otros sectores ya tienen una perspectiva que, sin ser brillante, es mejor que la que tenían al comenzar el año.

La lógica de las materias primas es mejor que la del siglo XX. El mundo sostiene una demanda muy fuerte, pero está bien abastecido y en el mercado de cereales la abundancia de las reservas seguirá pesando como un factor que aleja la posibilidad de subas.

El último informe de producción de granos de 2016 divulgado el viernes pasado por el Departamento de Agricultura de EEUU (USDA, por su sigla en inglés) ratificó la gran producción concretada en algunos casos y por venir en otros. Aunque con una fuerte demanda. Y en esa combinación se consolida una estabilidad de precios, mejores que los del siglo XX, pero por debajo de los del "súper ciclo" de 2003 a 2013.

Confirmando la nueva estabilidad, el análisis mensual de FAO de diciembre apunta en la misma dirección de una situación de estabilidad. Los precios referenciados por un índice que componen los principales productos tiene una base 100 en el promedio de 2000 a 2002. Se fue arriba de los 200 puntos en 2011 y cayó por debajo de 150 en enero y febrero de 2016. Desde setiembre se ha estabilizado en torno a los 170 puntos.

Dentro de ese gran promedio de alimentos, el azúcar está muy por encima de sus precios históricos pero bajando, mientras los cereales son los que tienen precios más bajos. Pero en el balance van tres meses de estabilidad que deben prolongarse. Los aceites y los lácteos más firmes, los cereales más bajos y la carne estable. Eso tiene implicancias muy importantes para el agro uruguayo. Posiblemente el área de trigo siga bajando, el arroz atravesando dificultades y la agricultura de verano mantenga una hegemonía sojera.

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Cereales bajo presión


El informe del Departamento de Agricultura a su vez ratificó un abastecimiento impresionante en cereales, volvió a corregir al alza la producción mundial y la cantidad de cereales almacenados en el mundo.

Esto es así por dos razones principales: en el caso del maíz, las reservas de EEUU siguen en ascenso y la producción del Mercosur dará un salto importante.

Ha quedado confirmada una cosecha sin precedentes de EEUU y proyecta una –también récord–de América del Sur, con la producción más alta de la historia prevista en Argentina y Brasil.

El caso de Brasil es tal vez el más impactante. La producción da un salto de 20 millones de toneladas, de 67 a 87 millones. Argentina con una política diferencial de impuestos que sigue castigando a la soja y favorece a los cereales también aumentaría la producción en siete millones de toneladas. Los argentinos nunca habían llegado a 30 millones de toneladas producidas. El USDA proyecta 36 millones.

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Eso sumado a la estable y abundante producción de Paraguay significarán un impulso importante para la lechería uruguaya que tendrá relaciones de precios mucho mejores a las del año anterior.

Entrará maíz importado a precios bastante menores a los actuales. El grano actualmente tiene un precio US$ 100 superior en Uruguay que en EEUU, eso se emparejará a partir de la cosecha de otoño. El maíz, actualmente cotizado por encima de US$ 200, pasará a referencias bastante menores.

Y ahí surgirá para la lechería y la ganadería de carne una oportunidad importante de bajar costos. Cabe esperar una recuperación de la producción lechera en 2017 a partir de un uso más intenso de grano en la dieta de los animales.

Pero eso también implica un grave problema para incorporar los cereales a las rotaciones. La soja tiene a sus alternativas cerealeras debilitadas.

En el juego de balances, justamente el precio de la leche parece en condiciones de sostener la firmeza de precios de los últimos meses dado que la recuperación de la producción de Nueva Zelanda en 2017 será mínima. Se viene una mejor relación insumo/producto.

En síntesis, tras una cosecha récord en EEUU y una récord por venir en el Mercosur, la abundancia del maíz está casi asegurada, excepto que La Niña cause una sequía grave.

En trigo, el panorama es similar al del maíz. La sobreabundancia se mantendrá en 2017. EEUU ha tenido una gran cosecha, Australia también, Argentina va en ascenso y en Europa los bajos precios no hacen bajar el área.

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Las proyecciones de producción récord se mantienen. Y los argentinos que vienen de producir en las peores condiciones de impuestos adversos, resistirán y seguirán plantando ahora que tienen bajo precio internacional pero libertad de mercados. El stock mundial de maíz sube de 209 millones de toneladas en 2016 a 222 millones en 2017; el de trigo también va en ascenso y pasa de 240 a 252 millones de toneladas. El stock de EEUU sigue también en ascenso para ambos granos.

Y para completar el panorama de los tres grandes cereales, en arroz las reservas mundiales también suben planteando grandes desafíos para un sector muy competitivo pero con margen exiguo y que acumula un fondo arrocero tras otro.

El descenso de áreas cerealeras podría acentuarse en la próxima siembra del hemisferio Norte, principalmente a través de una baja en la superficie de maíz de EEUU, pero por ahora no será suficiente para quitar presión al mercado.

Un panorama más ajustado hay en las oleaginosas. Pero por ahora se esperan también cosechas abundantes en el Mercosur que harían difícil que los precios vayan más alto de su actual nivel.
De todos modos, la estabilidad en este caso, a diferencia de lo que sucede en los cereales, es atractiva. Sembrar la soja con una referencia de US$ 370 por tonelada es bastante más alentador que haberlo hecho el año pasado con cotizaciones 15% más bajas.

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Bajo precio obliga a pensar en alternativas


Para la agricultura uruguaya la soja –y de a poco la colza– representa un sostén. Pero la lógica de 2017 plantea desafíos por varios temas importantes.

En primer lugar, la superficie de trigo sigue bajando, lo que lleva a un desbalance entre un área importante de cultivos de verano y una superficie cada vez menor de cultivos de invierno.

En los cultivos de verano de secano, el desbalance entre el área de soja y la superficie de maíz y sorgo es la mayor del mundo. Y seguirá así.

En tercer lugar, el sector arrocero que tan excepcionales rendimientos ha logrado y que tantos elogios por su calidad recibe, está ante retos muy importantes si no concreta productividades muy altas.

En cuarto lugar, lograr rendimientos récord ya no garantiza competitividad ni en trigo ni posiblemente en arroz.

Finalmente, la necesidad de diversificar la agricultura uruguaya con cultivos no cerealeros parece una necesidad impostergable.

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