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El oficio de limpiar inodoros ajenos despierta la crítica de Human Rights Watch

Aproximadamente un millón de personas se dedican a este trabajo en India, de las cuales 95% son mujeres
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25 de agosto de 2014 a las 19:26

Unas 300.000 familias de India todavía se dedican a limpiar excrementos con la mano, una práctica que fue prohibida, pero que quienes la realizan se ven imposibilitadas de abandonar.

"Limpio inodoros en 20 casas al día con ayuda de un plato de estaño y una escoba para sacar los excrementos que se han acumulado. Luego los meto en una canasta y los transporto fuera de la aldea. Es un trabajo tan horrible que me saca las ganas de comer", cuenta Madambay, una mujer de la casta "los intocables", del Estado Madhya Praddesh.

Manisha, otra de las mujeres que realiza este trabajo en el Estado de Uttar Praddesh, también contó su experiencia: "Cuando llueve, mi velo y mi ropa se empapan con las heces. Empecé a sufrir enfermedades de la piel e incluso a perder mi cabello".

Las declaraciones fueron recogidas en el estudio Limpiando deshechos humanos: recolección manual de materias fecales, castas y discriminación en India, realizado por Human Rights Watch, y que fue publicado por El País de Madrid.

Aproximadamente un millón de personas se dedican a este tipo de trabajos en India, de las cuales 95% son mujeres. Se encargan de limpiar unos 2,7 millones de inodoros secos, según datos proporcionados por el ministro de Desarrollo Rural de India, Jairam Ramesh.

El oficio consiste en limpiar con las manos la materia fecal y la trasladan los excrementos a zonas alejadas de las aldeas. Todo esto sin usar protección higiénica alguna.

Quienes realizan este trabajo forman parte de los "dalits" o "intocables", la casta más baja del país, de la cual unos 200 millones de personas forman parte. Si bien el sistema de castas fue abolido en 1950, lejos está de desaparecer.

Según el informe de Human Rights Watch, estas personas sufren obstáculos que les impiden abandonar esta tarea: amenazas, acoso y retenteciones de salarios. Incluso, hay quienes creen que no se debe tocar a las personas de estas castas, y por tanto les tiran la comida en vez de dársela en la mano.

"Los sucesivos intentos del gobierno indio (de eliminar esta práctica) se han visto descarrilados por la discriminación y la complicidad local", asegura Meenakshi Ganguly, directora de Human Rights Watch para Asia del Sur.

En marzo de este año, el Tribunal Supermo de India determinó que la recolección manual de basura viola los Derechos Huamnos. Pero "la gente trabaja vaciando manualmente letrinas porque se da por hecho que su casta debe cumplir este papel y generalmente no puede conseguir ningún otro trabajo", señaló Ganguly.

En 135 entrevistas, la Human Rights Watch constató que las mujeres no reciben dinero a cambio de su trabajo, sino restos de comida, ropa usada, o acceso a terrenos para pastorear el ganado. “La policía y otras autoridades no hacen nada cuando reciben quejas de los limpiadores de letrinas por haber recibido amenazas, violencia y otras ofensas”, señala la organización.

"En las casas donde trabajaba me tiraban desde la distancia pan y sobras de comida. En teoría tenía que cobrar diez rupias por cada casa al mes, pero a veces me pasaba meses sin cobrar", cuenta Reckhavai en el informe de la ONG.

Generalmente las mujeres empiezan a trabajar juntando materia fecal cuando se casan. Las suegras son quienes las insertan en el rubro. Y si a alguna se le ocurre abandonar su tarea, terminan sufriendo la presión familiar y de la comunidad, puesto que no tienen acceso a otra fuente de trabajo. Un caso es el de Rihanna, que limpia inodoros desde 1988. Cuando quiso dejar de hacerlo, su suegra se enojó. "Dejó de darme comida a mí y a mi hija, solo le daba a mi marido. Dijo que mientras no trabajara, no probaría bocado", describe.

Los hijos de las trabajadoras también cargan con las consecuencias. Debido a la pobreza en la que se ven insertos, no reciben educación, y si lo hacen, deben abandonar sus estudios debido a la discriminación que reciben por parte de sus compañeros.

El trabajo también trae consigo enfermedades de todo tipo, respiratorias, dermatológicas, vómitos, y hasta envenenamiento por monóxido de carbono, algo que se ve agravado ante la imposibilidad de acceder a servicios médicos.

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