Crece la producción de maíz

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El oro maya reluce en Uruguay: año récord para el maíz

Todas las miradas irán hacia la producción récord de soja, pero otro cultivo de verano consigue una zafra histórica y consolida una opción agrícola complementaria a la oleaginosa
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02 de mayo de 2013 a las 16:11

Uruguay se está descubriendo a sí mismo como un país maicero. Tendrá este año varios récords en este cultivo: en producción, productividad, exportaciones y consumo interno. Todo a la vez. Y eso puede significar un cambio que trascienda a los confines del propio cereal.

Empieza a volverse cada vez más competitiva la industria avícola y la del cerdo, empiezan a viabilizarse los feedlots. Y seguramente seguirá creciendo el riego como alternativa al alto precio de la tierra.

La cosecha puede llegar a 900 mil toneladas, una cifra que nunca se estuvo ni cerca de alcanzar y que viene dada por un aumento gradual pero persistente del área y por un salto en la productividad.

Este año el rendimiento será récord y aquí se abren dos causas. Por un lado el clima fue ideal para el cultivo, desde el principio al fin, salvo en algunas zonas que tuvieron un poco de sequía en el verano. Para la mayoría de Uruguay no se podía esperar más benevolencia.

Pero no todo es clima. Hay un proceso de cambio tecnológico que lleva a que aumente el costo por hectárea, pero haya una productividad cada vez más alta. Ese cambio tecnológico tiene dos componentes. Por un lado el cultivo que se realiza sin riego, se hace con más ajuste tecnológico: semillas con genética de punta, fertilización a medida, más densidad de siembra. Por otra parte el maíz con riego es algo cada vez más frecuente. Y en esas áreas la productividad supera los 10.000 kilos por ha.

La suma de factores lleva a que el promedio de rendimiento de este año pueda situarse sobre los 7.000 kilos y eso generará una cosecha récord por lejos. Históricamente Uruguay produjo las 200 mil toneladas que constituían el consumo interno para los tambos, y el sector de cerdos y aves.

El cultivo va creciendo y es posible que este año se cosechen unas 130 mil hectáreas con destino a grano seco. Si los promedios se mantienen en lo que va quedando por cosechar, los 7.000 kilos/ha significarán una producción récord de 900 mil toneladas. El doble de lo que es ya un abundante consumo interno.

Se usa mucho más maíz en la alimentación de vacunos de carne y leche, así como en una industria avícola que ha aumentando su producción y exportación de carne. El consumo interno de maíz se ha duplicado en 10 años, pero la producción se ha multiplicado por cuatro, lo que permite exportar.

Las ventas al exterior en lo que va del año ya superan a lo exportado en cualquier año anterior, cuando todavía queda mucho maíz por ser colocado en el exterior.

La exportación de maíz se ha convertido en algo permanente en los últimos tiempos. Por primera vez en la historia, las empresas graneleras pueden prever que Uruguay contará con un saldo exportable importante y los productores pueden contar con que tendrán precios por adelantado, casi como ocurre con la soja.

Para los productores, el precio de exportación ha resultado satisfactorio en la medida en que los rendimientos obtenidos han permitido una facturación amplia. La exportación ha ofrecido entre US$ 220 y US$ 250.

El futuro de esos precios depende de lo que suceda en un mercado internacional que parece una película de suspenso, con stocks casi agotados y una siembra que podría ser muy extensa en EEUU, el principal productor, que se viene demorando por un exceso de lluvias y temperaturas gélidas.

EEUU marca la cancha

En EEUU se estima que el 21% al 24% del maíz estará sembrado el 5 de mayo y al 15 de mayo lo que no está plantado empieza a ser evaluado para pasar a soja porque empieza a perder potencial de rendimiento. Pero tiene que irse rápidamente la lluvia y subir muy rápidamente la temperatura para que esas previsiones se concreten.

Por segundo año consecutivo el mundo empieza esperando una super cosecha de maíz en EEUU de 360 millones de toneladas y se llena de dudas. El año pasado la sequía fue devastadora y la producción terminó en 274 millones.

El problema está en los rendimientos. A pesar de toda la tecnología que se pone en el proceso productivo, la productividad no sube. Cuatro años atrás el rendimiento promedio fue de 10.340 kilos. Y desde ahí viene en una escalera descendente: 9.590 en 2010; 9.240 en 2011; y 7.740 el año pasado.

Otro fracaso cuestionaría muchas cosas y mantendría una firmeza de precios en el sector agrícola que siempre parece a punto de desmoronarse.

Y es una firmeza que en parte se traslada a la soja y al trigo. Es para estar atentos. La soja volvió esta semana a US$ 500 en Nueva Palmira y los productores que evalúan la posible siembra de trigo –y no están del todo convencidos– pueden encontrarse con una sorpresa de precios si el maíz sigue subiendo y estimulando el uso de trigo forrajero.

La situación empieza a ponerse tensa porque las reservas de maíz de EEUU son, en proporción al consumo, las más bajas de la historia. Y son a tal punto bajas, que hasta la demora en un mes en cosechar puede complicar el abastecimiento.

Por otra parte, China, que es el segundo productor mundial detrás de EEUU y un creciente importador, también enfrenta problemas en su siembra, por exceso de lluvias en algunas zonas y por faltante en otras.
Hasta el 20 de mayo hay tiempo para que EEUU normalice su cultivo. Ya a partir del 10 de mayo lo que no esté sembrado empieza a perder potencial de rendimiento. Es una carrera contra reloj que se juega en las próximas dos semanas. Es todavía temprano para que las alarmas que se han encendido en los mercados esta semana se conviertan en una pérdida permanente de productividad por sembrar demasiado tarde.

Quedan 20 días decisivos para que la temperatura suba, los suelos se sequen y los trabajos de siembra puedan concretarse en tiempo y forma. Hay un nivel tecnológico muy importante que permite que en pocos días se cubran grandes extensiones de tierra.

Pero también hay zonas maiceras cubiertas todavía por la nieve, lo que hace imposible el desarrollo de un cultivo subtropical como es el maíz.

Más allá de las variantes que tenga el mercado, el maíz seguirá creciendo en Uruguay.

Los planes de uso de suelo y las demandas de muchas chacras determinan la necesidad de más cantidad de gramíneas en las rotaciones de cultivos.

Los números de esta siembra de verano también ratificarán que hay razones intrínsecas del cultivo que justifican una mayor siembra en aquellos suelos que lo permitan. Una situación del maíz con precios que se mantengan por encima de los US$ 200 la tonelada seguirá alentando una expansión gradual pero persistente de un cultivo que es bisagra entre las rotaciones agrícolas que sustenta los rubros ganaderos a los que sirve de insumo y la exportación que con menos hectáreas consigue un cantidad de grano importante que complementa a las ventas de soja y trigo.

La clave de los planes de uso de suelos

A partir de la próxima semana quedarán presentados los planes de suelos para quienes siembren más de 100 has de trigo o cebada. Un cambio cualitativo para la agricultura que traerá más hectáreas de maíz y sorgo en las rotaciones y más uso de coberturas con verdeos de invierno. En definitiva una mayor presencia de gramíneas.

Esto debe consolidar la tendencia ascendente en la superficie maicera, que suma una década de aumento persistente y gradual. No es el proceso explosivo de la soja, pero como la producción por ha del maíz es tres veces mayor que el de la oleaginosa, su efecto productivo es importante.

Uruguay sembró 40 mil has de maíz en 2002. Cosechará unas 130 mil has este año. Además siembra una superficie igualmente importante de maíz que se destina a la alimentación animal como silo, sin entrar en el circuito comercial de grano.

Ese crecimiento seguirá con los planes de uso y se sumará al del sorgo, cereal que al igual que el maíz es componente de las raciones tiene su precio vinculado al del maíz y es más rústico, resistente a la sequía y de menor costo. También tendrá un lugar creciente en las rotaciones.

La suma de la oferta de maíz y sorgo que irá en aumento será un factor de competitividad para la ganadería, la lechería, los cerdos y las aves. Además de cumplir su función original de devolver más materia orgánica a los suelos.

Menos maíz y más soja en Argentina en 2014

El maíz es un cultivo muy interesante cuando logra un buen rendimiento, pero que tiene un costo y un riesgo de sequía mayor que la soja. Con un marco altamente inestable como el argentino y un destino preferente en el intervenido mercado interno, las primeras miradas sobre la siembra de la próxima primavera marcan que “lo más probable es que en la zafra 2013/14 se siga expandiendo el área de soja, en detrimento del maíz, y que se superen los 20 millones de hectáreas en soja”, dijo el lunes pasado a Reuters Gustavo López, director de la consultora local Agritrend.

De esta forma, Argentina aumentaría en un millón de hectáreas el área ya récord de la soja e interrumpiría un proceso de recuperación en el área de maíz que creció fuerte este año.

“La soja demanda una baja inversión, comparativamente, y en escenarios de alta incertidumbre es un cultivo que tiende a intensificarse”, explicó Fernando Botta, analista de la consultora Agrobrokers.

En Argentina, según el informe de Reuters, la implantación de maíz cuesta alrededor de US$ 490 por ha, frente a US$ 320 en el caso de la soja. El costo en Uruguay es al menos 50% mayor, pero el margen suele ser más seguro al recibirse sin impuestos a la exportación el valor del grano.

La soja “hoy es el cultivo menos expuesto a los vaivenes de comercialización interna y es quizás el que tiene la menor pérdida de rentabilidad frente a otros”, dijo a Reuters Miguel Calvo, presidente de ACsoja, una entidad que reúne a todos los eslabones de la cadena productiva de la oleaginosa.

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