El paraguas sirvió en Hong Kong

Llegué a Hong Kong el 1° de octubre de 2014 con la intención de recorrer la ciudad como cualquier turista, pero eso no era posible; las calles de la vieja colonia británica estaban en ebullición. Los estudiantes, liderados por un muy joven Joshua Wong que en ese momento tenía 17 años, veían cómo las libertades que ellos ansiaban se les escurrían por los dedos, y por eso salieron de a miles a protestar por los derechos consagrados en las democracias y que el gobierno central de China resistía.

Pekín había impuesto que quien se presentara a las elecciones de 2017 como candidato a jefe del ejecutivo local debía tener su aval, y eso desató la "Revolución de los Paraguas", que lleva ese nombre debido a que por esos días llovía y los manifestantes los utilizaron para protegerse del agua.

"Hemos luchado por el sufragio universal por 40 años ya. Si todavía no lo obtenemos... no quiero que mi hijo, dentro de 20 años, aún esté organizando la ocupación de las oficinas del gobierno", me dijo Wong frente al edificio gubernamental tras haber sido liberado por la Policía y haber dado un discurso ante miles de personas que veían en él la posibilidad de avanzar hacia una democracia real.

Ayer, una jueza lo eximió junto a otros dos líderes de ir a prisión y les impuso trabajos comunitarios por el delito de "asamblea ilegal" e "incitar a otros a sumarse". Si bien el hecho de que existan delitos como esos va contra los derechos fundamentales de libertad de expresión y asociación, imprescindibles en cualquier democracia, el partido que conformaron estos jóvenes en abril de este año, Demosisto, podrá tras este fallo presentarse a las elecciones legislativas que se celebrarán el mes que viene. "Hong Kong debería ser la primera ciudad bajo el régimen del Partido Comunista en obtener el sufragio universal. Podríamos hacer historia", me dijo Wong en aquella ocasión. Tal vez tenía razón, y la historia está comenzando.