El paranoico regreso de James Bond

Este planteo encuentra de alguna forma su respuesta en el final de 007 Spectre, la cuarta película del actor Daniel Craig como el agente inglés. Bond, una vez más, salva al mundo y por ello se le necesita y agradece. Y probablemente se lo vuelva a necesitar cuando un nuevo villano se las ingenie con una amenaza de escala global para la próxima película. Esto no es ninguna revelación porque quien entre a la sala de cine para ver la más reciente película de Bond, espera encontrarse con ciertos elementos.

Lo que hay que tener

Spectre, el vigésimo cuarto filme protagonizado por el personaje del escritor Ian Fleming, tiene todo lo que uno espera de una película del Bond interpretado por Craig. Las persecuciones cargadas de adrenalina, las peleas mano a mano brutales, los romances efímeros y villanos pintorescos, unos amantes de los monólogos y otros meramente de los golpes. Todo está allí, hasta las piezas musicales de orquesta que indican cada instancia de suspenso, acción y romance que el espía va atravesando. Pero, a pesar de contar con esos ingredientes, la mezcla de Spectre tiene un gusto sumamente extraño.

La tetralogía de Craig como Bond ha tenido puntos bajos (Quantum of solace), altos (Casino Royale) y otros muy altos (Skyfall). En todas esas películas Craig ha mezclado la clase que el personaje necesita con cierta frialdad y crudeza, lo que lo ha convertido en el Bond más visceral hasta ahora.

Además, los guionistas se han encargado de brindarle al personaje una historia de fondo que, en pequeñas cuotas, dejaba deslucir cómo un huérfano de la campiña se convirtió en el agente más efectivo de la inteligencia británica. Pero allí es donde empieza el verdadero problema de Spectre.

La introducción de Franz Oberhauser como el nuevo antagonista personificado por Cristoph Waltz es el motivador que empieza a unir un entretejido narrativo inesperado.

Waltz (quien, pese a intentarlo, no puede escapar de su interpretación de villano carismático de sonrisa levemente torcida que le dio dos premios Oscar) es el líder de Spectre, una organización responsable de las grandes catástrofes en la vida de Bond durante las últimas películas. Toda la galería de villanos y mujeres que tuvieron la mala suerte de cruzarse con él (en general, tanto enemigos y amantes de Bond terminan muertos) están vinculados en cierta medida al vínculo que la película explora torpemente entre el héroe y su antagonista

Eso es tal vez lo más molesto de Spectre, que pone al James Bond de Craig dentro de una configuración de la industria del cine actual en donde todo parece tener que formar parte de una saga o de un mismo universo narrativo. Mientras que Skyfall exploraba el pasado y el peso de la figura del personaje de forma elegante, con la ayuda de un cautivante monstruo análogo de Bond interpretado por Javier Bardem, Spectre parece revolver rápidamente en el fondo de la olla para recolectar todo en un plato demasiado cargado.

De todas formas, esto no quiere decir que Spectre no sea muy disfrutable para los menos quisquillosos. Mendes domina sin problemas el desafío de hacer que la película entretenga, tanto desde la acción, con varias paradas internacionales, como en los momentos de suspenso, en el juego de gato y ratón que Bond comienza para investigar a la misteriosa Spectre.

Entremedio hay lugar para que el resto del elenco se luzca igual que el protagonista, quien ya parece haber dominado por completo su rol. Desde el imparable asesino Sr. Hinx interpretado por Dave Bautista hasta la viuda condenada que encarna Monica Bellucci, las pequeñas apariciones de estos y otros actores (Ben Whishaw, Ralph Fiennes, Naomi Harris) hacen al actual mundo de Bond muy próspero como para querer seguir visitándolo.

La actriz francesa Léa Seydoux también se destaca como la "chica Bond", aunque ese rol nunca esté pensado para agregar un factor diferencial a la película, tarea que aquí recae en Waltz.

En dos tiempos

La secuencia de inicio previo a los créditos merece un párrafo aparte. Ambientada en pleno desfile de El Día de los Muertos en México, el filme comienza con un plano secuencia que engloba lo más seductor de estas películas de espías de traje y corbata, con romance y explosiones de edificios históricos incluidas.

Lamentablemente, todo comienza a complicarse desde allí. La trama secundaria sobre la reestructuración del MI6 –que ambienta a esta película de Bond en la era Snowden en la que la información vale más que las armas– se pierde completamente al llegar a la última parte del filme. Se trata de un argumento disparatado, más digno de pertenecer a Misión Imposible: nación secreta o Kingsman: servicio secreto, otras películas sobre espías que se estrenaron en este 2015.

Spectre puede funcionar como una despedida a lo grande para el Bond de Craig y parece haber una pequeña sugerencia al respecto, pese a que el actor no ha confirmado si regresará o no. El filme también es la prueba de que el entrenamiento logrado que el mundo de Bond provee todavía es necesario y bienvenido siempre y cuando se prepare de la forma que el espía prefiere su Martini. Agitado, no revuelto.