Denis Dutra

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El séptimo día > economía

El próximo que se canse, haga un piquete

Se terminaron las holguras económicas y ya aparecieron los reclamos de rentabilidad por decreto
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24 de enero de 2016 a las 00:00

Joao posiblemente este año pierda su empleo en la multinacional sojera para la que trabaja en el nordeste de Brasil. Quizás lo mismo le ocurra a Felipe con el suyo en una minera boliviana. Y a Julio César, que consideraba su empleo como seguro en una petrolera ecuatoriana cuando los precios del crudo andaban por las nubes. Pero el boom de precios de commodities altos llegó a su fin y el mercado de trabajo lo sentirá fuerte en particular en América Latina.


La desaceleración de la economía mundial y principalmente la caída en el precio de las materias primas –el petróleo cotizó esta semana a menos de US$30- que afecta a los países exportadores de bienes básicos como Uruguay determinará que este año la cantidad de personas sin empleo en el mundo se sitúe próxima a las 200 millones de personas, según reveló un informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) divulgado esta semana.

De acuerdo con el informe Perspectivas sociales y del empleo en el mundo – Tendencias 2016 , al cierre del año pasado había en el orbe 197,1 millones de personas sin empleo y esa cifra se agravará este año hasta alcanzar a 199,4 millones, lo que equivale aproximadamente a 6 Uruguay enteros.
A juicio del director general de la OIT, el británico Guy Ryder, ese desmejoramiento se debe a que “la significativa desaceleración de las economías emergentes junto a una drástica disminución de los precios de las materias primas tiene un efecto negativo sobre el mundo del trabajo”, consignó un reporte de la oficina sede para América Latina de la Organización en Santiago de Chile.
El titular de la OIT reconoció que “muchos trabajadores y trabajadoras tienen que aceptar empleos mal remunerados, tanto en las economías emergentes como en las que están en desarrollo y, cada vez más, en los países desarrollados. A pesar de la disminución del número de desempleados en algunos países de la Unión Europea y en Estados Unidos, demasiadas personas aún no tienen trabajo. Es necesario emprender una acción urgente para estimular las oportunidades de trabajo decente, o corremos el riesgo de que se intensifiquen las tensiones sociales”, advirtió el director del organismo con sede mundial en Ginebra, Suiza.
Según la OIT, en 2015 la desocupación mundial había alcanzado un nivel sin precedentes de 197,1 millones de personas -nivel incluso mayor al alcanzado durante la última crisis financiera global de 2007-2008- pero volverá a subir este año fruto de la ralentización del crecimiento económico global y, principalmente por el mencionado impacto del fin del ciclo de precios altos de los commodities. “La inestabilidad del contexto económico asociada con la volatilidad de los flujos de capital, la persistente disfunción de los mercados financieros y la insuficiente demanda mundial, siguen afectando a las empresas y desincentivan las inversiones y la creación de empleo”, sostuvo en ese sentido Raymond Torres, Director del Departamento de Investigación de la OIT.
Por ese motivo, el jerarca del organismo internacional realizó una advertencia:. “Los responsables de la toma de decisiones deben concentrarse más en fortalecer las políticas de empleo y enfrentar las desigualdades excesivas. Existen muchas evidencias de que las políticas sociales y del mercado laboral bien formuladas son esenciales para impulsar el crecimiento económico y abordar la crisis del empleo. Después de casi ocho años del inicio de la crisis mundial, es urgentemente necesario afianzar este tipo de enfoque político”, enfatizó.

Emergentes, los más golpeados


Según la OIT en América Latina este año la cantidad de desempleados aumentará en 1,7 millones a un total de 19 millones.

El problema no es solo conseguir un empleo sino también la calidad del mismo. Según la OIT, en la mitad de los países en desarrollo y emergentes 5 de cada 10 puestos de trabajo son informales.

Por eso, el titular de la OIT que días atrás estuvo en Montevideo para promover junto al gobierno, empresarios y sindicatos una agenda hacia la cultura de “trabajo decente” hizo una advertencia enfática: “La falta de empleos decentes hace que las personas recurran al empleo informal, que por lo general se caracteriza por baja productividad, bajos salarios y ninguna protección social. Esto debe cambiar. Responder de manera urgente y enérgica a la magnitud del desafío mundial del empleo es fundamental para la implementación exitosa de la recién adoptada Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible”, concluyó Ryder.

Algunos empresarios en Uruguay son conscientes de que “la fiesta de los comodites” se terminó” como señaló a El Observador al cierre de esta semana el presidente de la Cámara de Industrias (CIU) Washington Corallo, quien demandó “sensibilidad” del Poder Ejecutivo a la hora de subir las tarifas públicas para mitigar la “pérdida de competitividad”. Junto a otras gremiales empresariales, la CIU fustigó esta semana los recientes ajustes de tarifas públicas dispuestos por el gobierno superiores a la inflación en afán de hacer caja y reducir el elevado déficit de las finanzas públicas. “Nuestra misión no es señalar si hubo o no impericia del gobierno, si no señalar las cosas que no están haciendo bien para llevar el barco a buen rumbo y después es el gobierno el que tiene que tomar decisiones y resolver. Los industriales hoy tienen que resolver el problema de fondo de que no cierren las fábricas y encontrar dónde es que Uruguay dejó de ser competitivo, declaró.
Pero en cambio, otros miles de empresarios del agro (salieron a a cortar rutas (algo tan ilegal como el robo de ganado) porque, según dijeron, están “cansados”. La soja pasó de valer más de US$ 500 la tonelada a US$ 300, la leche cayó de US$ 5000 a US$ 2000 y así se podría seguir enumerando la desvalorización de los alimentos que Uruguay produce, principalmente porque el gigante China ya no crece con el vigor de tiempo atrás.
Es normal que se sientan cansados los ruralistas. Todos nos cansamos, como la gente de a pie que observa como cíclicamente vuelven a realizar sus reclamos al gobierno de turno para que poco menos les asegure rentabilidad a sus negocios por decreto. ¿Acaso hay alguna diferencia entre la protesta de esta semana en las tutas con la que durante la crisis del 2002 realizó el vitivinicultor Aramir Silva, que se encadenó frente al Palacio Legislativo e hizo una huelga de hambre embanderado con una tela que decía rentabilidad o muerte?
Ahora le pregunto a usted: ¿se imagina a 1,5 millones de uruguayos cortando rutas, avenidas y calles en reclamo de que bajen el IRPF?
El gobierno ya cobró al grito y anunció que exonerará de IVA la compra de insumos agropecuarios. Por eso, el consejo que debería cerrar este post sería “no desmayar y el próximo que se canse, que haga un piquete”.

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