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El psicoanálisis, la técnica psicológica más popular entre los pacientes argentinos

La rama fomentada por Sigmund Freud es "la reina" en el país con más profesionales de la salud mental por habitante del mundo.
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07 de mayo de 2017 a las 11:39

El miedo a envejecer, la muerte de un familiar y la pérdida de un amor son parte de las "angustias" que llevan a las personas a recostarse sobre el diván de un psicoanalista para buscar en su pasado el origen de sus problemas, un jarabe que tradicionalmente "engancha" al paciente argentino.


En el fin de semana del 161 aniversario del nacimiento del padre del psicoanálisis, Sigmund Freud, esta técnica psicológica es "la reina" en el país con más profesionales de la salud mental por habitante del mundo.

Las clases medias y altas de las grandes ciudades argentinas acuden a la consulta no necesariamente por una patología, sino como una forma de desarrollo personal, explicó el investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet), Andrés Roussos.

"En otros países son mucho más reservados, tienen mucho más temor a mostrarse. Creo que piensan en la psicología cuando hay un trastorno grave. En cambio aquí no, aquí sabemos que el paciente necesita hablar y él también lo sabe", afirmó el psicoanalista Gabriel Rolón, autor de bestsellers como "Padecientes", que en abril llegó a la gran pantalla.

El psicoanálisis es la rama preferida en el país suramericano con más especialistas de la mente por persona del mundo (193,99 profesionales por cada 100.000 habitantes), según el último Atlas de salud mental elaborado en 2014 y que sitúa a Finlandia en segunda posición con 56,95.

Argentina tiene un "romance eterno" con esta técnica porque recibió inmigración que, acostumbrada a la pérdida y a la nostalgia, necesitaba expresar la angustia de estar lejos de su tierra.

Se trata de una técnica que requiere de un paciente que se cuestione, que esté dispuesto a "hurgar" en los capítulos de su vida que le generan dolor para hablar del abandono, de una infidelidad que no le deja avanzar o de la relación con sus padres, casos que Rolón recopiló en su libro "Historias de diván", obra que se representa también en el teatro.

A su juicio, hay que pensar en la psicología como una rama de la salud porque al igual que no solo se acude al médico por un cáncer, en el diván pueden tratarse "pequeños dolores" que a pesar de no ser "devastadores" merecen un lugar.

El tratamiento se convierte en un viaje que termina cuando la persona ya no siente angustia o deja de plantearse interrogantes. "Suele ocurrir que cuando uno responde a una pregunta abre una puerta hacia otra y quien le toma el gusto al tratamiento analítico y a estar cincuenta minutos acostado en un diván hablando", comentó.

No obstante, Rolón recordó que es obligación del profesional no retener "en vano" al paciente.

La relación entre las partes al principio está condicionada por una "inevitable" dependencia que siente el paciente hacia el analista. "Te proponen matrimonio y antes de decir que sí a tu novio respondes: te contesto el miércoles a la tarde porque a la mañana tengo análisis", comentó entre risas.

Por ello, destacó que un buen analista se caracteriza por tener la "habilidad" de ir cambiando de posición para que a lo largo del proceso la persona encuentre las herramientas que le permitan resolver los problemas por sí mismo.

"Al que te llama todas las noches, en algún momento dejás de atenderle, le decís que si no es para algo grave que no te llame, le avisás de que tal semana no vas a estar y lo empezás a poner cara a cara con él mismo para que deje de tener esa relación porque no es bueno que dependa del analista y no es un buen analista el que genera eso en los pacientes", afirmó.

El análisis tiene una ética "particular" que engloba no juzgar, no anteponer los valores morales del profesional y ser consciente de que la opinión del especialista tiene valor de "ley".

Por ello, Rolón reconoció que el paciente podría estar en situación "manipulable" si cae en manos de un analista poco ético que se aprovechara del "poder" que el paciente otorga al terapeuta.

"Nuestra ética está en no hacer uso de ese poder nada más que para ayudarle y no permitir que nos entrone en un lugar del cual no nos pueda mover nunca y nos necesite para siempre", agregó.

Un siglo después de que Freud pusiera el foco en el inconsciente, el estudio de la mente sigue despertando interés entre la población argentina y en 2015 se registraron 98.311 psicólogos activos, en 48,8 % concentrados en capital federal, señalan la estimación realizada por la Universidad de Buenos Aires.

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