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El regreso de la vieja vanguardia

El Peyote Asesino, siete años después, vuelve al Teatro de Verano
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06 de mayo de 2016 a las 05:00
A 17 años de su separación y 7 de su reunión, El Peyote Asesino se subió al escenario de La Trastienda en silencio. Se sentaron, se calzaron sus guitarras e interpretaron dos canciones acústicas. Así, en la presentación durante una conferencia de prensa, Todos muertos y Cable pelado perdieron la electricidad pero no esa sutil agresividad, esa agudeza que parece no caducar con el tiempo. Para cuando empiezan a sonar los primeros acordes de Cable pelado en clave de milonga, es fácil entender por qué solo con el anuncio del regreso del grupo alcanzó para que se agotaran las entradas del Teatro de Verano y se debiera agregar una segunda función: las canciones trascendieron modas y décadas y siguen vigentes.

"Esas canciones han sobrevivido porque son canciones muy particulares", afirma Juan Campodónico. "Son especies únicas en su tipo, tienen una entidad suficiente, se sostienen en el tiempo. A la vista está que tantos años después decís que va a tocar El Peyote y se vende toda una función en un rato".

Los cinco miembros originales de la banda decidieron volver por su cuenta y no celebrar nada en particular. El Peyote Asesino de 2016 no pretende ser el mismo que en 1994, y esa es la fortaleza con la que cuentan ahora. Con el bagaje acumulado con los años resulta natural llevar sus canciones a la milonga, ya que otrora supieron incorporar sampleos de tango o candombes encubiertos. Incluso no será raro escucharlos cantar antes que gritar. "Todos evolucionamos en todo sentido. Fernando (Santullo) encaró melodías", afirma Carlos Casacuberta. "Todos somos más viejos, en el buen sentido, y tenemos más recursos todos".

Habrá lugar para que canciones se aggiornen al día de hoy –no así las letras, que mantendrán su incorrección política–, pero lo esencial, según afirma Campodónico, es impedir que pierdan su energía. "Es probable que el show tenga una parte tranqui. Te muestra las canciones más puras", dice el guitarrista. "Pero estas canciones tampoco estaban tan lejos del arreglo original", apunta Casacuberta.
El grupo no quiso revelar mucho más sobre los recitales. Solo que habrá sorpresas, como posibles invitados, tal vez covers de otros temas y versiones del repertorio propio.

"El Peyote siempre fue virtuoso, mientras estuvo activo, en el regreso que hicimos en 2009 y ahora estos ensayos tiran para buen lado. Me huelen bien". agrega Campodónico. "Yo creo que tenemos el mejor ambiente entre nosotros de toda la vida. Hasta me asusta un poco", afirma el bajista Daniel Benia.

Hip hop en Uruguay

Volver a tocar las canciones de El Peyote Asesino retrotrae a Campodónico a la época dorada del hip hop. También al hecho de haber grabado el disco Terraja en el estudio Can-Am Recorders, el mismo que recientemente apareció en la película Straight Outta Compton, sobre el grupo de rap NWA. "Me di cuenta de que si la película siguiera en ese lugar, la siguiente escena sería que entra El Peyote Asesino a grabar. Es como haber estado conectado a ese momento del hip hop. Fue una música muy revolucionaria", cuenta Campodónico.

"Nosotros venimos a conectar con el hip hop de un ambiente muy extraño", agrega Casacuberta. La vía fue a través de Santullo, que vivió un tiempo en Nueva York y se trajo un cargamento de discos con lo último que estaba sucediendo, desde Nirvana hasta Living Color.

Pero el quinteto uruguayo no se asociaba al estereotipo del rapero de ese entonces. Tony Peluso, el ingeniero de grabación que participó en Terraja, solía incluso tomarles el pelo. "Me decía, 'Carlos, yo te veo a vos y qué pienso. En un rapero'. Claro, yo tenía pinta de estudiante de Letras, tenía lentes y el pelo recortito. Nada que ver", recuerda el vocalista.

"El rock uruguayo estaba en la Velvet Underground y nosotros salimos a hacer lo mismo que estaba pasando en el primer mundo. Se actualizó todo", afirma Campodónico.

Fue así que El Peyote Asesino supo marcar un nuevo camino en la música uruguaya, con un crisol cultural y sonoro que hasta el momento no había tenido igual y sin planearlo se transformó en un ejemplo para la siguiente generación, aquella que lideró el batallón del rock nacional llegado el 2000. "Yo siempre digo que es como los scouts: una vez scout, siempre scout", dice Casacuberta. "Una vez Peyote, siempre Peyote".

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