La aspiración de la primera ministra británica Theresa May de entablar una relación privilegiada con Washington que compense la pérdida de la Unión Europea, se convirtió en una pesadilla a causa de Donald Trump.
"Trump ha aparecido como una hada madrina, un regalo masivo, enorme", dijo entusiasmado, sobre el nuevo presidente estadounidense, un diputado pro Brexit a la revista Spectator.
May se convirtió en la primera mandataria extranjera en ser recibida en la Casa Blanca por el magnate de la construcción y ambos mostraron una gran sintonía, sonriendo y llegando a tomarse las manos brevemente durante un paseo.
Pero en cuanto May se fue de la Casa Blanca, Trump soltó como una bomba su decreto prohibiendo la entrada de ciudadanos y refugiados de siete países musulmanes.
Y el retraso en condenar la medida por May, que rechazó hasta en tres ocasiones hacerlo en una conferencia de prensa en Turquía, le valió reproches, hasta que finalmente la tildó de "equivocada y divisiva".
Pero May no puede prescindir de Trump en estos momentos, aún a riesgo de enojar a sus todavía socios europeos que vieron la visita a Washington como "un signo de debilidad, más que de fuerza", sentenció una alta fuente diplomática europea que pidió el anonimato.
"Hay una cuestión, sin embargo", prosiguió Klaas, "que es, ¿hasta dónde esta dispuesto a llegar el Reino Unido en sacrificar lo que profesa para alcanzar tal acuerdo?".
May todavía "no está atada a él, pero ha empezado a estarlo. Puede deshacerse, pero ahora, es difícil distanciarse de la foto de ambos tomados de la mano sin pronunciar palabras muy duras", sentenció Klaas.
Pero más allá de los gestos, no le será fácil a Londres arrancarle un acuerdo comercial a Estados Unidos, advirtió Iain Begg, del Instituto Europeo de la LSE.
"El problema es que Estados Unidos tiene un déficit comercial con el Reino Unido, y con Trump diciendo 'Estados Unidos primero, Estados Unidos primero, Estados Unidos primero', la idea de un buen acuerdo comercial (para Washington) sería uno que recuperara el equilibrio" en la balanza comercial, dijo Begg.
"Creo que una cosa que ha subestimado Downing Street es que no basta con alcanzar 'un' acuerdo comercial, si no que ha de ser un buen acuerdo", añadió.
Más que recordar a los viejos buenos tiempos de Thatcher y Reagan, la actual situación recuerda a los de Tony Blair y George W.Bush y la invasión de Irak, donde el premier británico se lanzó en brazos de Washington.
Nada representa más la apuesta de May que su invitación a Trump para que realice una visita de Estado este año, cuando los precedentes ocupantes de la Casa Blanca tardaron mucho más en ganarse el derecho a dormir en el palacio de Buckingham.
Unos 1,8 millones de personas han firmado un manifiesto exigiendo que se rebaje el rango de la visita, para evitar a la reina Isabel II dispensar los más altos honores protocolarios a un huésped tan polémico.
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