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El suspenso magnético del Capitán América

Capitán América y el Soldado de Invierno se aleja del género de superhéroes y se adentra, de manera efectiva, en el terreno del thriller político y de espionaje
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28 de marzo de 2014 a las 19:23

Si hay algo que los Estudios Marvel han sabido garantizar en sus largometrajes desde el estreno de su película insignia, Iron Man: el hombre de hierro (2008), es la palabra entretenimiento. Con su última cinta, Capitán América y el Soldado de Invierno, la división cinematográfica del sello editorial de cómics vuelve a cumplir esta máxima, con creces.

Dirigida por la dupla de hermanos Anthony y Joe Russo, cuyos principales trabajos se encuentran en la industria televisiva, la secuela de Capitán América: el primer vengador (2011) se aleja del género del terreno de los superhéroes y en cambio ofrece una película cargada de suspenso político y acción absorbente.

El filme retoma donde las anteriores apariciones del Capitán América –el personaje es también protagonista de Los Vengadores (2012)– lo dejaron. Tras ser descongelado e insertado en la sociedad moderna del siglo XXI, el soldado de la segunda guerra mundial Steve Rogers (Chris Evans) ahora trabaja como agente especial para las operaciones encubiertas de S.H.I.E.L.D, la agencia ficticia de inteligencia y antiterrorismo del universo Marvel. Junto a la agente Black Widow (Scarlett Johansson), el Capitán América descubrirá poco a poco que S.H.I.E.L.D. no es todo lo que parece ser y, debido a un evento que pondrá en peligro la vida del director de la agencia, Nick Fury (Samuel L. Jackson) aprenderá que no puede confiar en nadie.

Bajo esta premisa, los hermanos Russo se las ingeniaron para construir un thriller político de escala monumental aunque siempre con los pies en la tierra, una tarea nada sencilla para un mundo donde la existencia de superhombres y trajes alados que permiten volar, no es nada extraño.

Es que el principal logro de Capitán América y el Soldado de Invierno es su capacidad de ir de menos a más, al tratar la primera parte de la película como una obra de espionaje y de fugitivos de la Justicia, para rematar con un acto final de superheroísmo en un escenario donde la población mundial entera se ve amenazada por un ataque inminente.

Gracias al carisma de sus personajes, varias secuencias de acción orquestadas de manera impecable y el humor que suele colarse en cualquier cinta de Marvel, los 136 minutos que dura la película pasan desapercibidos.

La puesta en escena no defrauda y el elenco es lo suficientemente diverso como para que el espectador simpatice con la historia. Chris Evans, quien recientemente anunció que dejaría la actuación tras filmar sus últimas películas del Capitán América (todavía falta la tercera parte de la saga del personaje más la secuela de Los Vengadores), cumple con su función de canalizar perfectamente al héroe americano, aunque es el elenco de secundarios (Robert Redford y Sebastian Stan, principalmente) el que aporta gran parte del atractivo enigmático que rodea la película.

Capitán América y el Soldado de Invierno vuelve a dejar en claro que Marvel sabe qué otorgarle a los fanáticos. Para aquellos que son ajenos a este universo cinematográfico, un repaso por los anteriores filmes del Capitán América servirán de repaso para disfrutar aún más esta buena película.

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