Rubén Rada vuelve por sus fueros, con tres recitales en la sala Zavala Muniz, del Teatro Solís, y esta vez la novedad es el tango, una de sus pasiones, pero que nunca había cultivado como cantante, de forma pura. “La vida me llevó para el candombe, para el rock and roll, para los Beatles”, explica.
Pero el tango corre por las venas de Rada con más fuerza que muchos de los ritmos que sí cultivó, que son innumerables. Uno de sus canciones más emblemáticas es Candombe para Gardel y es también una de las que más le gusta a su autor. “Me costó mucho, le di vueltas en la cabeza. No quería que se pareciera a ninguna otra cosa”, recuerda ahora en la entrevista en un Bar Facal repleto y ruidoso.
También disfrutó de la publicidad de Vinos del Uruguay, en la que conversa con Gardel y hasta cantan juntos. Repite el final íntegro, hasta que se van a tomar el tannat.
La idea de este espectáculo, que va hoy, mañana y el miércoles, tiene algo de didáctica. Se sigue la huella de los negros en la música autóctona, y entonces habrá tango, candombre y milonga.
No faltarán los tangos Anclado en París, Cuesta abajo, Sus ojos se cerraron y Tomo y obligo, y tampoco "alguna cosa de Alfredo”, como Milonga para una niña y cosas como Los ejes de mi carreta de Atahualpa Yupanqui. Se promete tango, milonga y candombe pero habrá también alguna habanera y también mezcla de ritmos.
Rada es, salvo mejor opinión, el músico uruguayo más versátil, y sus gustos músicales son totales: “Me gusta mucho la música clásica”, dice, y se puede adivinar que si quisiera podría componer una pieza para tambores y orquesta y dirigirla sin titubeos.
“Toqué en diez mil boliches, escuché música de todos los continentes y de todas las épocas. Yo le entro a todo, me gusta todo y respeto todo”, sentencia.
Lo que más le sorprende, a él mismo, es haber hecho cosas como Montevideo, esa especie de himno local instrumental, y esa versión exhuberante de Guantanamera y también cantar “esa de Mateo (canta) “más que ternura tienen tus ojos tristes...”
Rada es el creador de un conjuto de canciones que, en las letras y sobre todo en la música, reflejan alegría, se separan de otras expresiones autóctonas de la cultura del bajón. Sin embargo su autor dice tener un carácter vulnerable, incluso depresivo: “Todo me duele mucho, me afecta mucho, aunque no me pegue directamente a mí”.
Ahora, a los 69 años, se siente urgido por hacer cosas. “Si este espectáculo anda bien, vamos a sacar un disco, con algún tango nuevo”, adelanta. “Estoy apurado, con ganas de tocar todo lo que tengo en la cabeza”, aclara.
También habla de protagonizar una película y de otros proyectos musicales además de su trabajo en televisión, Décadas, junto a Victoria Rodríguez.
Puesto a elegir con quién le hubiera gustado compartir escenario, no duda: "Toqué los Fattoruso y con Mateo, que son los más grandes. Todo lo demás fue de regalo".
En el show de hoy a las 21 y los siguientes dos estará acompañado por Gustavo Montemurro, en acordeón, Guzmán Mendaro, Nicolás Ibarburu y Poly Rodríguez, en guitarra, y Lobo, Noé y Ferna Nuñez, en percusión.
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