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El "tipo bien" del humor incorrecto

El actor argentino Favio Posca presenta el martes y miércoles en La Trastienda su espectáculo unipersonal no apto para personas autorreprimidas
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19 de junio de 2015 a las 20:37
Si uno analiza su vida fuera de los escenarios, Favio Posca podría pasar como un hombre de lo más convencional e incluso como un "tipo bien". Casado desde hace más de veinte años con una psicoanalista, padre de dos jóvenes, residente en un barrio privado de San Isidro, amante de correr y de practicar deportes extremos, bilingüe en francés, fanático de la ropa y de las marcas, practicante de Ashtanga Yoga.

Todo cambia cuando llega la noche y se sube al escenario. "Cae el sol y me deformo", dijo en una ocasión el actor argentino, quien este martes y miércoles regresa al país para presentar un show unipersonal en La Trastienda "no apto para personas autorreprimidas", que combina monólogos, con videos y canciones.

El intérprete nacido en Mar del Plata lleva dos décadas actuando en Uruguay. Pero aunque en 2001 fue censurado por el Teatro del Notariado, que bajó su show por considerarlo "amoral", en el país tiene un público fiel, a juzgar por las localidades agotadas de sus shows en julio y setiembre de 2014, cuando se presentó también en La Trastienda.

El recinto de la calle Fernández Crespo parece el lugar ideal para el espectáculo del actor de 48 años, quien define sus actuaciones como shows "de rock teatral". Además de la adrenalina tan prototípica del argentino –quien interpretó el año pasado el videoclip Paranoia de No Te Va Gustar–, Posca equipara la realización de cada espectáculo con la de un disco. Esto es así no solo por las canciones presentes en el show sino por la sucesión de personajes que interpreta, los que lejos de ser improvisados responden a un guión y son pensados (y psicoanalizados, seguramente) en conjunto con su mujer.

Posca es conocido por encarnar personajes marginales, deformes, locos y drogadictos como el hemipléjico El Perro, el abogado cocainómano Angelito, la travesti experta en sexo oral Mirsha o el esquizofrénico Pitito, que se hizo famoso en el programa de Susana Giménez hasta que le bajaron el pulgar por considerarlo ofensivo con los enfermos mentales.

El actor, de gran popularidad entre el público juvenil, se caracteriza por incluir en sus números sobredosis de histrionismo y de diálogos soeces. Un número muy recordado es uno en el que expone sus nalgas hacia el escenario y hace de cuenta que hablan.
Posca no tiene tapujos de ningún tipo al hablar sobre el sexo, la locura y la droga y lo hace de una manera cinematográfica, lo que genera una experiencia visual en el espectador que puede llevarlo a la risa, la incomodidad o incluso el asco.

El ambiguo


Para algunos un genio, para otros un cultor de la grosería como forma fácil de hacer reír, lo cierto es que Posca está lejos de ser un vende humo. "Yo antes de deformarme hice Shakespeare, hice teatro en el San Martín, hice teatro clásico", dijo el año pasado en entrevista con El Observador TV.

Hijo único de una ama de casa y un maestro mayor de obra, su infancia transcurrió entre La Falda (Córdoba) y Mar del Plata. Posca creció sin televisor, escuchando las anécdotas de su padre, creando personajes y metiéndose en problemas en el liceo por su forma de hacer humor.
A su currículum, que incluye la pantomima, la danza y la acrobacia, se le agrega la televisión, que comenzó con su participación en el programa humorístico De la cabeza (1992), junto a Alfredo Casero y Diego Capussotto, pasando por su despegue a la fama en el programa Nico, de Nicolás Repetto, al que le siguieron varios roles en el cine y la televisión, especialmente interpretando tipos al límite en las tiras de Pol-ka. Su último papel fue como un policía exadicto a la cocaína en Noche & Día, ciclo que abandonó este año.

La ambigüedad es una característica que suele citarse al hablar de Posca, alguien que se dedica a hacer reír parta ganarse la vida pero, sin embargo, no se considera un humorista sino un artista de vanguardia. "Si quisiera darles una vuelta más de tuerca a mis personajes creo que todos llorarían. Yo hablo de la negación, del encierro, de la falta de amor, de la soledad (...) Hablo de cosas terribles y trato de exorcizar todo eso al tratar de bajarlo a un lugar más humano. Nada es tan terrible. Excepto la muerte", dijo el año pasado a El Observador.

La intensidad con la que Posca interpreta sus personajes hace que el límite entre sus creaciones y su persona parezca difuso y que mucha gente salga de los espectáculos creyendo que es drogadicto, gay o loco.

Posca, el "tipo bien" y el desenfrenado, sabe que la clave está en conservar el misterio. Como dijo respecto a uno de sus personajes: "¿Qué pasa si yo ahora te confieso algo: que Pitito es el verdadero Favio y yo soy una actuación que inventé para que no me discrimine la sociedad?".

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