El tratamiento para la celiaquía está en la cocina

Cuando aparecieron los primeros diagnósticos de la enfermedad se consideraba que era exclusivamente pediátrica. Sin embargo, los especialistas comenzaron a observar que la misma podía desencadenarse en cualquier etapa de la vida de personas susceptibles, a partir de circunstancias como cirugías, infecciones fuertes o situaciones de estrés inmunológico. Incluso, se han detectado casos luego de trastornos cognitivos o situaciones de depresión o ansiedad.

El diagnóstico de la enfermedad comienza con un análisis clínico, pudiendo ser sintomática (con desnutrición, pérdida de peso, diarrea, baja estatura infantil, inflamación abdominal), monosintomática (con anemia, osteoporosis o trastornos gineco-obstétricos) o asintomática, situación en la cual se debe profundizar en el cuestionario clínico.

Posteriormente, la enfermedad se debe confirmar a través de un examen sanguíneo para buscar los anticuerpos antitransglutaminasa y una endoscopía digestiva con biopsia duodenal. Si existe una atrofia de las vellosidades intestinales, el intestino no podrá absorber nutrientes debido a la respuesta autoinmune ante el antígeno que en este caso es el gluten.

El único tratamiento posible para la enfermedad celíaca es una dieta libre de gluten, que deberá ser estricta y mantenerse durante toda la vida. Para ello es fundamental el cuidado a la hora de preparar las comidas, de modo de evitar la contaminación cruzada con gluten.

Se estima que el 1% de la población mundial es actualmente celíaca. En Uruguay la prevalencia es elevada y cada vez se diagnostican más personas con esta dolencia. Es por ello que resulta fundamental la concientización de la población toda, incluyendo equipo médico, psicólogos, manipuladores de alimentos, encargados de servicios de restauración, industria alimenticia, pequeños productores de alimentos, etc.

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