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El viaje de Vázquez a EEUU: expectativas altas, bajos resultados
Las relaciones exteriores podrían ser el salvavidas del gobierno, en momentos en que pasa por un mal momento político, con choques muy fuertes en la interna del Frente Amplio (FA), enfrentamientos duros con el movimiento sindical, con un presidente que ha quedado bastante solo en algunas decisiones y, además, con nubarrones sobre la economía.
Sobre todo porque el Poder Ejecutivo está alineado entre sus principales figuras sobre política exterior como no había sucedido nunca antes en un gobierno frenteamplista. En la primera administración de Tabaré Vázquez, el entonces canciller Reinaldo Gargano no compartía la línea política del mandatario y del ministro de Economía, Danilo Astori. En el segundo período de izquierda el presidente José Mujica y el canciller Luis Almagro estaban alineados entre sí, pero desalienados con el ministro de Economía, Fernando Lorenzo.
Este gobierno tiene todo para hacer cosas sin demasiadas trancazos en el Poder Ejecutivo.
La tensión con Argentina bajó y la diplomática y silenciosa gestión del embajador en Buenos Aires, Héctor Lescano, empieza a dar resultados. Eso le quita mucha presión a un tema que, en lo previo, podía ser complejo para Vázquez.
Además, el canciller Rodolfo Nin Novoa ha logrado en estos meses una buena gestión, con vínculos políticos fuertes con la oposición.
Pero ante el panorama político complejo a la interna del oficialismo, Vázquez tuvo que sacrificar algo para tranquilizar al FA. Y lo que entregó fue una bandera que afecta la política exterior: abandonar el TISA, el tratado que –si prospera– liberalizará los servicios entre los países que lo firmen.
El FA se opuso a que Uruguay se mantenga en las negociaciones y Vázquez acató. Primer punto perdido en política exterior.
La siguiente movida luego de esa tormenta era el viaje que realizó esta semana el presidente a Nueva York, para participar de la Asamblea General de las Naciones Unidas. Y al pasar raya al viaje, no se sumó mucho.
Las expectativas eran altas. Siempre que un presidente habla ante la ONU lo son, pero además había otros componentes en la balanza.
Por un lado, Mujica le dejó el listón alto. Cuando concurrió a la ONU en 2013, generó mucho ruido y su discurso no solo tuvo impacto local sino también internacional.
El discurso de Vázquez en esta oportunidad tuvo muchas frases sobre el cuidado del mundo, pero se enfocó sustancialemente en el litigio que Uruguay tiene con Phillip Morris. Tuvo básicamente un impacto local en Uruguay.
Pero mucho más alto estaba el listón en la relación con Estados Unidos. No solo por Mujica, que el año pasado fue a la Casa Blanca, se reunió con el presidente Barack Obama y además se trajo logros concretos. También por el propio Vázquez, que en su primera administración tuvo una relación fuerte con ese país y que ahora generó expectativas con lo mismo.
El gran error de esta gira de Vázquez fue comunicacional y en lo previo. Porque la Presidencia anunció un nuevo encuentro del mandatario uruguayo con el estadounidense. “Vázquez viaja a Nueva York y se reúne con Barack Obama”, tituló la Presidencia de la República en su web el 2 de setiembre.
Y esa reunión nunca se realizó en Nueva York. Pero no porque se haya frustrado, sino porque nunca estuvo prevista. Si uno mira los comunicados de la cancillería y hasta las declaraciones de Nin Novoa, lo que siempre estuvo en agenda fue lo que sucedió: una cumbre de los países que participan en las misiones de paz.
Allí, Vázquez compartió un encuentro con Obama, pero junto con muchísimos otros presidentes. El único tema fueron las misiones de paz.
Por eso, cuando se generan expectativas altas y basadas en cosas irreales, es lógico que luego los resultados sean bajos. Así, el gobierno sigue alejando la posibilidad de lograr que las relaciones exteriores sean un salvavidas para tener logros políticos concretos.
