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En la piel de Escobar, Chávez ¿y Trump?

El colombiano Andrés Parra habla sobre los dos personajes
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15 de marzo de 2017 a las 05:00
Para muchos siempre será Pablo Escobar, el capo de la serie El patrón del mal. Pero Andrés Parra, 39 años, calvo y ojos azules, subió la apuesta y encarnó a Hugo Chávez. Ahora, a este actor colombiano de risa fácil le gustaría volverse Donald Trump.

"Yo sí le hago (...) Me genera una enorme curiosidad", confiesa a AFP sobre el flamante presidente de Estados Unidos, a quien le ve "muchas cosas parecidas" con el fallecido mandatario venezolano, su último protagónico en la serie televisiva El Comandante.

"Nadie se imaginó lo de Chávez, nadie lo calculó", dice, al comparar el "movimiento telúrico" que supusieron para Latinoamérica sus 14 años en el poder con el "sacudón" que cree producirá el controvertido Trump en el escenario político. "No sé si será un Chávez, pero vino a mover otra sociedad", afirma.

Relajado tras el rodaje de nueve meses de una serie "que no es fácil" y que le demandó año y medio de preparación casi exclusiva e interminables sesiones de maquillaje, Parra admitió que el multifacético Chávez –militar, político, cantante, pintor, beisbolista– era un "reto" muy interesante después del legendario barón de la cocaína de la serie de 2012.

"Nunca pensé que iba a llegar un personaje más poderoso que el de Escobar. Y llegó Chávez. En el escenario latinoamericano no encuentro otro de la misma complejidad y del mismo nivel de polémica", afirma en su apartamento de Bogotá.

Allí atesora su parafernalia chavista: la boina roja del "Comandante", los muñecos a su imagen y semejanza que hablan, los bustos del otrora "Arañero de Sabaneta", el apodo que se ganó Chávez en su pueblo por vender dulces que hacía su abuela.

"Es imposible relacionarse con esos personajes desde un lugar que no sea el odio o el amor. Los matices grises ahí no existen", señala Parra sobre el abatido jefe del cartel de Medellín y el líder de la "revolución bolivariana".

La comparación no es por sus acciones, aclara, sino por lo que "generaron en la sociedad a la que pertenecieron".

"Colombia es otra después de Pablo Escobar y Venezuela es otra después de Chávez", subraya.

Con Cámara y Darín

El Comandante, una ficción creada por el periodista venezolano Moisés Naim, inspirada en la vida de Chávez, fue producida por la estadounidense Sony Pictures Television. Estrenada a fines de enero, se emite en toda Latinoamérica a través de TNT, y también en los canales RCN (Colombia), Telemundo (EEUU) y Teleamazonas (Ecuador).

Días atrás, para marcar el cuarto aniversario de la muerte del mandatario, empezó a verse en TNT Brasil. Y se prepara para desembarcar en Argentina por Telefe y en Uruguay por Monte Carlo TV.

Sin embargo, en la Venezuela de Nicolás Maduro, la serie, filmada totalmente en locaciones colombianas, está prohibida.

"Obviamente suponen que es un ejercicio para destrozar la imagen de su comandante", señala Parra. "Pero al ser clandestina, está generando un mercado negro desesperado por verla", apunta.

En Colombia, polarizada por el proceso de paz con las FARC y donde el legado de Chávez ha sido muy cuestionado por asociarse con el comunismo de Cuba, los niveles de audiencia en TV abierta han sido bajos. "No era el momento", explica Parra.

Este actor confiesa que no suele verse en series o películas, entre ellas la elogiada La pasión de Gabriel. Pero con El Comandante es diferente. "No me la pierdo", asegura, mientras admite que Hollywood "le da un poco de terror", aunque no está cerrado a ninguna propuesta.

"Tenemos que ir más allá del entretenimiento. Desde nuestros personajes también podemos denunciar, criticar, mostrar cosas que no se quieren ver", afirma, entusiasmado.

¿Su sueño? Vivir en Madrid y trabajar con el español Javier Cámara y el argentino Ricardo Darín. "¡Lo máximo! Una obrita de teatro los tres sería un paseo", exclama entre risas.

Porque si hay algo que caracteriza a este hombre alto, que de niño sufría bullying por ser gordo y que encontró en la actuación "una manera de desaparecer", es la risa. Una risa contagiosa, elegante, divertida, su reacción inevitable ante la "tragicomedia" de la vida, dice.

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