El gobierno británico dio este lunes unas semanas más de plazo para que unionistas y republicanos norirlandeses negocien un acuerdo de gobierno, evitando así, en el último minuto, suspender la autonomía en la región. Entretanto, la primera ministra británica Theresa May viajó a Escocia para reunirse con la jefa del gobierno regional, Nicola Sturgeon. El Parlamento escocés solicitará el martes oficialmente un nuevo referéndum de independencia, algo que May intenta evitar o, al menos, aplazarlo hasta después del Brexit, en unos dos años.
Todo esto se da en un contexto en el que la primera ministra británica dará inicio el miércoles a la ruptura del Reino Unido con la Unión Europea (UE), cuando envie una carta al presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, en la que invocará el Artículo 50 del Tratado de Lisboa.
En un discurso May describió la unión de Inglaterra, Escocia, Irlanda del Norte y Gales como "una fuerza imparable". Su visita a Escocia tiene la pretensiosa intención de hacer a los escoceces olvidar o postergar su intención separatista a favor de concentrarse en el brexit. "Mi posición es muy simple y no ha cambiado", dijo May en una entrevista con la agencia británica Press Association. "Y es que ahora no es el momento de hablar de un segundo referéndum de independencia, añadió".
Sturgeon, que quiere el referéndum a fines de 2018 o principios de 2019, insistió, tras el encuentro, en que "los escoceses pueden tomar una decisión bien fundamentada sobre su futuro" en ese plazo, en declaraciones a Sky News.
Una vez que el Parlamento escocés apruebe la demanda del referéndum, el británico, donde los conservadores de May tienen mayoría absoluta, deberá pronunciarse.
En el caso de Irlanda del Norte, la suspensión de su autonomía hubiera creado una distracción adicional al gobierno.
Hay "unas pocas semanas más para resolver los problemas", anunció en Belfast el secretario de Estado para Irlanda del Norte, James Brokenshire, justo cuando expiraba el plazo para la formación de un gobierno de unidad entre el DUP, unionista y probritánico, y el Sinn Féin católico y partidario de la reunificación con Irlanda.
"Tenemos un pequeño margen para resolver los asuntos pendientes" de acuerdo, que son "culturales e identitarios" añadió, refiriéndose a la demanda del Sinn Féin de dar estatuto oficial a la lengua irlandesa.
Pasadas las tres semanas desde las elecciones para formar gobierno, Londres afrontaba el dilema de suspender la autonomía y gobernar directamente la provincia, alargar el plazo de las negociaciones o convocar nuevas elecciones.
El Partido Democrático Unionista (DUP), partidario de seguir en el Reino Unido, ganó las elecciones regionales de principios de marzo con 28 escaños sobre 90, sólo un escaño por delante del Sinn Féin republicano, partidario de la unificación de la isla de Irlanda, que nunca había tenido tanto poder y quiere verlo reflejado.
En el conjunto de la Asamblea regional, los unionistas son por primera vez minoría, y los republicanos parecen dispuestos a explotar ese flanco, descontentos con la salida de la UE que significará el regreso de la frontera entre Irlanda e Irlanda del Norte, y el alejamiento de Dublín y la vieja aspiración de la reunificación.
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