Opinión > ANÁLISIS

Ese fuerte viento que sopla al PIB, y sumas que restan

No hay números para alegrarse, mientras el debate político alimenta una confusión
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18 de septiembre de 2016 a las 05:00
La aritmética es rígida, pero su lectura es elástica. El mismo resultado de una suma o de una resta puede dar para lecturas contrapuestas. Pero el resultado no se cambia.

Veamos tres cuentas simples que tienen más de una lectura.

Primero. A la caja del Estado entra una cantidad de dinero y sale otra, y la diferencia es negativa en unos US$ 2.000 millones aproximadamente (setiembre apunta a eso).

El resultado de esa resta no se discute. Pero sí sirve para disparar mil discusiones, unas sobre su interpretación de por qué se produce y respecto a su magnitud real si se consideran determinadas condiciones cambiantes, y otras sobre qué hacer para corregirla.

El Parlamento votó esta semana una ley que procura atenuar el déficit fiscal, corregirlo, y la discusión reflejó varios puntos de vista sobre la magnitud del problema y respecto a la solución.

Segundo. La votación fue por mayoría, pero solo con los votos del oficialista Frente Amplio. La cuenta de votos, la alineación de bancadas, la suma de voluntades, ¿hubiera sido igual si el oficialismo no tenía mayoría propia?

Tercero. El dato de Producto Interno Bruto (PIB) que se conoció esta semana, dio un crecimiento de 1,4% para abril-junio respecto al año anterior, lo que parecería alentador, pero mientras el gobierno hizo una lectura de celebración del dato, con entusiasmo, los analistas privados advirtieron que la economía está estancada y que hay varios sectores en recesión.

Las "tres cuentas" se relacionan entre sí.

La votación de la Rendición de Cuentas, con un ajuste fiscal incluido, no contó con un solo voto de legisladores de la oposición. Y eso se da en una semana en la que uno de sus diputados advierte que puede dejar la bancada, y de esa forma quitar el seguro a la mayoría absoluta en la Cámara de Representantes.

La oposición sintió que tenía para hacerse una fiesta, golpeando contra el Frente Amplio que históricamente se había erigido en el fiscal acusador de los ajustes financieros del Estado.

También golpeó a la coalición de izquierda porque en la campaña electoral le advertía de esto, y los dirigentes frentistas les acusaban de agitar "cucos" sin sentido.

Y también le acusó de castigar a los trabajadores y a los jubilados, con aumentos de impuestos que arañan dentro de los bolsillos.

Como si no hubieran antecedentes varios de algo así.

El debate es el debate, pero las cuentas son las cuentas.

Las cuentas indican que el ajuste era necesario. Y que no se podía postergar.

¿Por qué ni un legislador de oposición votó el paquete?

¿No lo hizo por discrepar con la solución o porque preferían que sólo el Frente cargara el ajuste sobre sus espaldas políticas?

Blancos y colorados ya han apelado a este recurso de ajuste, que no es nada novedoso, y que además es práctico para los efectos que busca.

Y lo hicieron con aplicación a todos los trabajadores. En este caso, el Frente dejó afuera a los sueldos y jubilaciones más bajos.

¿Se arrepienten de ese pasado? ¿Cambiaron de opinión y ahora no estarán dispuestos a hacerlo en el futuro, si la voluntad popular los lleva al gobierno?

Es difícil creer que en toda la oposición no hubiera legisladores que hicieran el razonamiento de que más allá de por qué se llegó a este déficit, ahora hay un déficit que debe corregirse, que eso debe hacerse rápido, y que aunque se pueda recortar gastos, la forma de hacerlo, aunque sea antipática, es subir tasas de impuestos.

Es difícil creer que si el Frente no tenía votos propios para esto, no los consiguiera de algunos de la oposición, que por una cuestión de responsabilidad política cooperaran para que las finanzas se ordenaran, al menos parcialmente.

O sea que "la cuenta" de los votos, en ese caso hubiera sido diferente.

Curiosamente, si la suma de bancas del Frente hubiera dado menos de lo que da, el ajuste hubiese salido aprobado por más votos de los que tuvo.

No hay misterio sobre cómo hacer en el corto plazo para ordenar cuentas desequilibradas.
Y los que hoy critican con dureza el ajuste y lo demonizan (como hizo el Frente antes), muy probablemente apelarán a lo mismo en el futuro, si enfrentan una situación así.

Eso desorienta a la opinión pública.

La otra "cuenta" que genera confusión es la del PIB.

Aunque el dato es primario, y al revisarlo pueda dar algo distinto (como acaba de pasar con el primer trimestre), el dato es el dato.

Y lo que dice es que la economía del segundo trimestre quedó en igual nivel que en enero-marzo, y que eso la sitúa en 1,4% por encima de abril-junio del año anterior.

La apertura del dato, por sectores de actividad, muestra que la explicación está en un rubro, el energético, y no por mayor generación total, sino por la forma de contabilizar la producción cuando es por una u otra forma. Tiene mayor cómputo de "valor agregado" cuando es por represas (hidráulica) o por molinos de viento (eólica) que cuando es por térmica.

En el resto, baja la producción del agro, de la industria manufacturera, de la construcción, del comercio, y del transporte. Hay suba en Comunicaciones por transmisión de datos, y en Otros servicios.

La economía está estancada y hay varios sectores que han sufrido recesión.

Otros datos de anticipo dan señales no claras, aunque ha asomado cierta mejora.

La economía precisa cuidados.

Precisa un ajuste en las cuentas para equilibrar al fisco.

Precisa inversión para dinamizar la producción, y por ende el consumo.

Precisa mejor inserción comercial para tener más demanda.

Hay un fuerte viento que sopla y hace girar a los molinos, y ayuda a que la "cuenta" del PIB da mejor de lo que es. Y eso no es menor, porque también influye en el ánimo.

Antes era el "viento de cola" regional; ahora, el de molinos.

Giran los números y cada cual los lee como quiere.

No hay números para alegrarse, ni los hay para dramatizar como si el país estuviera en medio de un desastre. El debate político, entre partidos y dentro de partidos, sigue alimentando una confusión que no ayuda a entender las cuentas.

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