Nacional > ROCHA

Ese momento desesperado en el que no hay guardavidas al que llamar

Ante la ausencia de ellos, los surfistas cuidan a los bañistas
Tiempo de lectura: -'
29 de diciembre de 2015 a las 13:50

Natalia terminó de darse cuenta de la gravedad del problema este fin de semana. Mientras estaba en la playa, un desconocido le dejó a cargo a su hijo de 2 años y, casi sin mediar palabra, se fue corriendo al agua a rescatar a su mujer, que desde adentro le hacía señas con los brazos: la corriente no la dejaba salir.

Veranea todos los años en La Pedrera, pero esta vez, a diferencia de otras, Natalia sabía que se iba a encontrar con las casillas de guardavidas vacías. Al igual que ella, su pareja y sus tres hijos, cientos de personas se bañaron en las aguas del Desplayado este lunes, sofocados por los 30 grados que se hacían sentir desde la mañana. No había banderas que indicaran el grado de peligrosidad, aunque eso no fue un impedimento para los acalorados, a los que poco parecía importarles hacia dónde iban las corrientes o qué tan arriesgado sería zambullirse.

"No es que los guardavidas estén de florero. Ellos saben por dónde meterse para hacer los rescates", dijo Natalia a El Observador, mientras señalaba una zona rocosa por donde los trabajadores entraban habitualmente en el agua para sacar a algún bañista.

Las casillas, en cambio, sí estarán de florero algunos días más. Con el techo herrumbrado y un agujero en el piso, el puesto de guardavidas que se ubica en el Desplayado apenas sirvió durante algunas horas para dar sombra a un grupo de jóvenes que buscaba esconderse del sol.

El conflicto de la Asociación de Guardavidas de Rocha y las autoridades del departamento se extendió durante más de dos meses, debido a que las partes no lograban ponerse de acuerdo sobre las condiciones del contrato. La temporada se acercaba y el intendente Aníbal Pereyra decidió cortar la negociación. Puso en marcha un llamado para rescatistas, enfermeras y conductores de motos acuáticas, y así aplicar un plan alternativo de seguridad. Sin embargo, este lunes las partes firmaron un preacuerdo y, en caso de concretarse, el sistema de seguridad volverá a las playas el 31 de diciembre.

Pero mientras los guardavidas no están, los marineros de costa son los encargados de monitorear la seguridad de los bañistas. Aunque este lunes ni uno de ellos se vio entre los cientos de turistas que bajaron a las playas de La Pedrera y de la Paloma. "Están pintados, no saben nada del agua", comentó a El Observador Guillermo Palfy, que vive en La Pedrera y tiene una escuela de surf desde hace 13 años en esa playa.

Debido a la escasa vigilancia, Palfy y los otros tres surfistas que trabajan con él se sienten con la responsabilidad de alertar a los bañistas ante la posibilidad del peligro.

De hecho, el domingo hubo al menos tres rescates improvisados y en uno de ellos los surfistas se vieron obligados a actuar. La escuela de surf tiene una altura de algo más de un metro por encima de la arena y eso permitió que los surfistas vieran que una mujer y sus dos hijas estaban teniendo dificultades para salir del agua. El problema es que se habían metido en La Pedrerita, una zona peligrosa de la playa debido a los cruces de corrientes. Una vez concretado el rescate, los deportistas buscaron una tela roja para usar como banderín en la orilla y así marcar esa área como peligrosa, pero Prefectura no les permitió colocarlo con el argumento de que no tenían permiso para hacerlo. Pasó un tiempo hasta que, luego de los trámites burocráticos, finalmente plantaron la bandera que alertaba a los turistas sobre la peligrosidad de La Pedrerita.

"De nada nos gusta hacer una función que no tenemos que hacer", admitió Palfy, consciente de que, al no haber guardavidas, son los surfistas quienes deben poner en práctica sus conocimientos en caso de emergencias.

En La Pedrera, la playa del Barco es conocida por su profundidad en la orilla, lo que hace que a los bañistas les cueste salir del agua, incluso cuando no hay olas. Pero fueron varios los que, en diálogo con El Observador, advirtieron que en el Desplayado el peligro es aún mayor, dado que las corrientes no están definidas y cambian de forma constante, por lo que el peligro se vuelve impredecible.

Por eso, hasta que se instale la cobertura de seguridad en Rocha los surfistas se verán obligados a trabajar el doble. "Si se me llega a ahogar un chiquito, me muero", comentó Palfy, que conoce a gran parte de los niños que veranean allí año a año.

Jóvenes y extranjeros ajenos al problema

Mientras que los adultos con niños a cargo se mostraban más preocupados por la ausencia de guardavidas, los jóvenes consultados parecían no haber notado los puestos de vigilancia vacíos. Uno de ellos fue Guillermo, un brasileño de 26 años que llegó a Rocha junto con siete amigos. "Son necesarios", se limitó a decir, aunque su cara dio a entender que le daba lo mismo que estuvieran o no. Apenas terminó de decirlo y se zambulló en el agua junto con el resto.

Denyse Delgado, también brasileña, señaló a El Observador que se enteró sobre la falta de controles a partir de la cartelería que hay en el balneario. De todos modos, desde la arena le pareció que las olas no eran tan fuertes como a las que estaba acostumbrada en Brasil y además, no había manejado durante siete días en vano: el chapuzón se lo iba a dar igual.


Comentarios

Registrate gratis y seguí navegando.

¿Ya estás registrado? iniciá sesión aquí.

Pasá de informarte a formar tu opinión.

Suscribite desde US$ 345 / mes

Elegí tu plan

Estás por alcanzar el límite de notas.

Suscribite ahora a

Te quedan 3 notas gratuitas.

Accedé ilimitado desde US$ 345 / mes

Esta es tu última nota gratuita.

Se parte de desde US$ 345 / mes

Alcanzaste el límite de notas gratuitas.

Elegí tu plan y accedé sin límites.

Ver planes

Contenido exclusivo de

Sé parte, pasá de informarte a formar tu opinión.

Si ya sos suscriptor Member, iniciá sesión acá

Cargando...