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Fiscales expertos en Crimen Organizado irán tras narcos de Cerro y Casabó

"Todo indica" que se contrató a sicarios desde el exterior, dijo Bonomi sobre crimen de paraguayos
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12 de febrero de 2016 a las 05:00
El enfrentamiento entre las bandas de narcotraficantes se recrudeció en las últimas horas. Las pericias balísticas revelaron que un grupo de sicarios asesinó a cuatro personas en la última semana, lo que generó la muerte, además, de una adolescente que fue atropellada cuando caminaba por la Avenida Giannattasio. Las horas pasan y la prueba huye. Por eso, la Policía busca contrarreloj a los sicarios para evitar un nuevo ataque externo o interno. El asesinato del sicario, del que gatilla el disparo, puede ser un método de los líderes de la bandas para borrar el rastro de los demás crímenes.

En ese contexto, y habiendo previsto hace años el recrudecimiento de la guerra entre los narcos, el fiscal de Corte, Jorge Díaz, planificó y concretó una reestructura organizacional. Reforzó el plantel de investigadores de Montevideo con cinco nuevos fiscales penales y designó para los barrios más complicados a los investigadores más experientes, informó ayer Búsqueda. En el oeste de Montevideo, donde se concentra la mayor cantidad de delitos y especialmente de homicidios producto de la guerra entre bandas de narcotraficantes, trabajarán dos fiscales que tuvieron una destacada actuación en Crimen Organizado: Mónica Ferrero y Juan Gómez. Además, fueron designados para trabajar en esa zona los fiscales Carlos Negro, expresidente de la Asociación de Magistrados Fiscales del Uruguay, Diego Pérez y Brenda Puppo.

Ferrero, que estuvo en Crimen Organizado entre principios de 2009 y fines de 2013, se destacó por las investigaciones de ilícitos en la Armada y las irregularidades en el Hospital Maciel. El fiscal Gómez, que trabajó en Crimen Organizado entre mayo de 2013 hasta la semana pasada, investigó estafa y abuso de funciones en el caso Pluna y corrupción y lavado de dinero en la Conmebol. Ambos investigaron y desarticularon bandas de narcotraficantes.

Los cinco fiscales que trabajarán en la zona más violenta del país se reunieron la semana pasada con el jefe de Policía de Montevideo, Mario Layera, y el jefe de Zona Operacional 4, Gustavo Silveira. La seccional 24, que está dentro de esa jurisdicción y cubre los barrios Cerro y Casabó, lideró el ranking de homicidios en 2015.

En cada una de las cuatro zonas trabajarán cinco fiscales. Esta estrategia busca que los investigadores conozcan "cada vez más la realidad sobre la cual les toca operar", explicó Díaz a Búsqueda.

El precio de matar: $ 3.500

El ministro del Interior, Eduardo Bonomi, anunció que el enfrentamiento entre narcos llegó al nivel de "guerra". Bonomi dijo ayer que "todo indica" que se contrató a sicarios desde el exterior para ejecutar el sábado a una pareja de paraguayos. "Puede ser algo realizado en Uruguay decidido en otro lado", agregó ayer el ministro a la prensa en una reunión con vecinos en Atlántida.

Las pistas apuntan a que los sicarios están vinculados a bandas de narcotraficantes asentadas en el Cerro y Casabó que luchan por el control de ese territorio. En diciembre de 2014, la Policía logró desarticular una banda de sicarios que se dedicaban a cobrar en vidas las deudas en bocas de pasta droga. Por matar a un deudor los sicarios de Casabó cobraban una tiza de pasta base, que costaba $ 2.500 y contenía 50 dosis, más $ 1.000 en efectivo. La Policía cree que el asesinato de los sicarios es un paso que los criminales ya han dado y que pueden volver a repetir. Por el temor y la falta de sustento familiar, estos homicidios a veces ni siquiera se denuncian.

La guerra de narcos tuvo ayer un herido de bala que llegó al Centro Coordinado del Cerro. Además, Telemundo informó que una banda disparó 27 balas contra tres casas el miércoles en Villa Española.

La lumpenización del narcotráfico


Hace décadas, el narcotráfico en Uruguay estuvo en manos de contrabandistas, pero con el tiempo los delincuentes fueron transformándose. Luego, llegó el turno de los grandes narcotraficantes: Maurilio "Lilo" Martínez, Omar Clavijo y Washington "Bocha" Risotto, todos asesinados. En los últimos años, las cárceles convirtieron a muchos rapiñeros en narcotraficantes y con ello el mando de las bandas se lumpenizó. El control pasó a estar en mano de presos.

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