Copias de la carta en varios idiomas, en la presentación en el Vaticano.<br>

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Francisco habló de favorecer la integración de los divorciados

El pontífice se mostró contrario al matrimonio igualitario
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09 de abril de 2016 a las 05:00
Seis meses después del final del Sínodo de las Familias de octubre de 2015, ayer de mañana el Vaticano divulgó la Exhortación Apostólica (carta) Amoris Laetitia, La alegría del amor. El documento recoge las conclusiones de aquella reunión de trabajo, que a su vez estuvo precedida de años de estudio en todos los países del mundo.

El texto, dividido en nueve capítulos, tiene más de 300 párrafos y aborda la realidad de las familias desde varios aspectos y combina la profundidad con lo concreto.

El capítulo más esperado por el gran público es el octavo, donde da lineamientos para atender las situaciones de particular fragilidad.

Allí el papa indica que "los bautizados que se han divorciado y se han vuelto a casar civilmente deben ser más integrados en la comunidad cristiana en las diversas formas posibles, evitando cualquier ocasión de escándalo".

En línea con lo que ha expresado la Iglesia en los últimos años, el papa insiste en que estas personas "no sólo no tienen que sentirse excomulgados, sino que pueden vivir y madurar como miembros vivos de la Iglesia (...). Esta integración es también necesaria para el cuidado y la educación cristiana de sus hijos, que deben ser considerados los más importantes".

En ese sentido, reitera que la Iglesia, que "no es una aduana, es la casa paterna donde hay lugar para cada uno con su vida a cuestas".

En este recorrido hacia la reintegración de estas personas en la Iglesia el papa señala en un breve comentario a pie de página que "en ciertos casos, podría ser también la ayuda de los sacramentos", abriendo así la puerta a su readmisión. En el mencionado proceso, los fieles que quieran acercarse de nuevo a la Iglesia tras el fracaso de su matrimonio deberán seguir algunas pautas basadas en la oración, la confesión y la reflexión.

"Los divorciados vueltos a casar deberían preguntarse cómo se han comportado con sus hijos cuando la unión conyugal entró en crisis; si hubo intentos de reconciliación; cómo es la situación del cónyuge abandonado", explica, entre otros apuntes, el papa en su documento.

De todas formas, la carta aclara que, dada la diversidad de situaciones, es imposible definir una única línea de acción. Recomienda a los pastores actuar caso a caso, siempre procurando la integración.

Francisco incluye un somero análisis sobre las familias que cuentan en su seno con un miembro homosexual, "una experiencia nada fácil ni para los padres ni para los hijos", y reitera que "toda persona, independientemente de su tendencia sexual, ha de ser respetada en su dignidad y acogida con respeto".

Se detiene especialmente en reseñar que "solo la unión entre un varón y una mujer cumple una función plena" y rechaza cualquier equiparación entre las parejas formadas por personas del mismo sexo y el matrimonio cristiano.

Francisco también aborda los retos que enfrenta esta célula social en la actualidad, como el miedo o rechazo de las parejas jóvenes al compromiso ante un mundo individualista e incluso el daño que infringen a la familia fenómenos como la drogodependencia, el alcoholismo o el juego.

Clave de lectura

En el mismo texto el papa dio la clave de cómo quiere que sea recibido: pide que se profundice "pacientemente parte por parte" o buscar en el texto lo que se necesite ante situaciones concretas.

En la presentación del escrito, el cardenal Christoph Schönborn recordó que Francisco definió como centrales los capítulos cuarto y quinto, donde se aborda el fundamento del amor matrimonial. "No podremos alentar un camino de fidelidad y de entrega recíproca si no estimulamos el crecimiento, la consolidación y la profundización del amor conyugal y familiar", mencionó, en una cita al documento.

Resumen del texto

Introducción. El papa pide profundidad a la hora de abordar el asunto. "Los debates que se dan en los medios de comunicación, en las publicaciones y aún entre ministros de la Iglesia, van desde un deseo desenfrenado de cambiar todo sin suficiente reflexión o fundamentación, hasta la actitud de pretender resolver todo aplicando normativas generales o extrayendo conclusiones excesivas de algunas reflexiones teológicas".

Capítulo 1. La Palabra de Dios "se muestra como una compañera de viaje también para las familias que están en crisis o en medio de algún dolor, y les muestra la meta del camino". Aborda la realidad de la familia desde lo que figura en la Biblia.

Capítulo 2. Trata sobre los desafíos que enfrentan las familias actuales, desde las migraciones hasta la ideología del género, de la cultura de lo provisorio a la mentalidad antinatalista o el impacto de la biotecnología en el campo de la procreación; de la falta de casa y de trabajo a la pornografía y el abuso de menores, por poner algunos ejemplos.

Capítulo 3. Dedicado a algunos elementos esenciales de la enseñanza de la Iglesia sobre el matrimonio.

Capítulo 4.
Trata del amor del matrimonio, en base al "himno al amor" de san Pablo. Reconoce que este mejora con el tiempo y que "en la naturaleza misma del amor conyugal está la apertura a lo definitivo". "No podemos prometernos tener los mismos sentimientos durante toda la vida. En cambio, sí podemos tener un proyecto común estable, comprometernos a amarnos y a vivir unidos hasta que la muerte nos separe, y vivir siempre una rica intimidad", escribió Francisco.

Capitulo 5. Llamado "el amor que se vuelve fecundo", es sobre los hijos.

Capítulo 6. Da orientaciones para los guías espirituales. Recomienda desde una mejor formación de los sacerdotes en todo lo relativo a la familia hasta una mejor preparación de los novios.

Pide acompañar a las personas abandonadas, separadas y divorciadas y se subraya la importancia de la reciente reforma de los procedimientos para el reconocimiento de los casos de nulidad matrimonial. "El divorcio es un mal, y es muy preocupante el crecimiento del número de divorcios. Por eso, sin duda, nuestra tarea pastoral más importante con respecto a las familias, es fortalecer el amor y ayudar a sanar las heridas, de manera que podamos prevenir el avance de este drama de nuestra época".

Capítulo 7. Sobre la educación de los hijos. Un apartado se titula "sí a la educación sexual", por ejemplo.

Capítulo 8. Se titula "Acompañar, discernir e integrar la fragilidad" y refiere a las situaciones más comunes de dolor, con constantes llamados a la integración de los que sufren por causa de su familia.

Capítulo 9. Está dedicado a la vida espiritual de la familia, "hecha de miles de gestos reales y concretos".

Conclusión.
El papa afirma: "Ninguna familia es una realidad perfecta y confeccionada de una vez para siempre, sino que requiere una progresiva maduración de su capacidad de amar (...). Todos estamos llamados a mantener viva la tensión hacia un más allá de nosotros mismos y de nuestros límites, y cada familia debe vivir en ese estímulo constante".

Acaba con un llamado a "seguir caminando" sin miedo. "No desesperemos por nuestros límites, pero tampoco renunciemos a buscar la plenitud de amor y de comunión que se nos ha prometido".

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