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Frente Amplio tiene oficina en la terminal de Buquebus

En Buenos Aires instaló una dependencia para entregar vouchers con descuentos
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26 de noviembre de 2014 a las 20:14

Diálogo en la terminal de Buquebus en Buenos Aires, en el puesto de informes al público:

–Buenas tardes, ¿me podría informar por los descuentos a los uruguayos que quieren viajar para el día de las elecciones?

–Sí, en cualquier ventanilla puede sacar el pasaje con 50% de descuento . Pero mejor vaya a esa oficina, donde está la gente del Frente Amplio, que le ofrece un descuento adicional. Le van a pedir solo la credencial cívica. Están ahí, del otro lado del hall, dentro de una oficina que dice “Turismo”.

Así, con su fría amabilidad profesional, la empleada de Buquebus explicaba el procedimiento y asumía con total naturalidad que, dentro de las instalaciones de la empresa, hubiera un puesto atendido por militantes partidarios. Y que allí era posible acceder a un subsidio pagado por uno de los candidatos en pugna, para poder viajar más barato el domingo 30.

Por si alguien se llegaba a confundir de oficina, había una señalización orientadora: la cartelería de campaña electoral, con el logotipo partidario y la foto de Tabaré Vázquez no dejaban lugar a dudas acerca de dónde era el lugar para pedir el descuento.

Pero la verdad es que, si el cartel partidario no estuviera allí, tampoco costaría mucho identificar el lugar. Es que a cualquier hora del día, dentro del horario de oficina, se puede ver una incesante cola de uruguayos con la documentación en mano.

La escena se ha hecho repetida en los últimos días, y la cantidad de gente se acrecienta cuanto más cerca está la fecha electoral. Cansados pero pacientes, resignados a una larga espera, un grupo de uruguayos residentes en Buenos Aires se somete al penoso trámite que puede llegar a demorar tres horas hasta que se concreta la compra del pasaje con descuento.

Casi nunca son menos de 100 personas las que hacen fila. Y la situación suele congestionarse más sobre el mediodía. Quien pase por allí verá a los uruguayos con su ropa de trabajo, algún termo bajo el brazo, tal vez alguna identificación con Peñarol o Nacional. Pero, sobre todo, el elemento revelador de la nacionalidad es la portación en mano de una tarjeta de voucher con el logotipo partidario del Frente Amplio sobre fondo blanco, una firma y un sello que dice “Finanzas Frente Amplio”.

El premio del trámite: un descuento de 160 pesos argentinos en su pasaje de Buquebus, adicional al 50% que la empresa de transporte marítimo ya había dispuesto para ambas vueltas electorales.

La venta con descuento se implementó luego de la última visita de Tabaré Vázquez a Buenos Aires y se extenderá hasta mañana viernes.

Para quien haya escuchado a Vázquez durante sus actos de campaña en la capital argentina, es inevitable recordar el principal pedido del candidato frenteamplista a sus seguidores: no hay que cantar victoria antes de tiempo ni dar por seguro que se pueda prescindir del voto de los residentes en Buenos Aires.

Y, a juzgar por lo que se ve en estos días en la terminal de Buquebus, la militancia tomó su consejo al pie de la letra. A pesar del amplio favoritismo con el que Vázquez llega al balotaje, el esfuerzo partidario por contar con el –nunca mejor llamado– “voto Buquebus” parece más fuerte que nunca.

La burocracia

Se podría marcar un punto de inflexión en esta elección: el subsidio partidario para los votantes se trasladó, por primera vez, a las propias instalaciones de Buquebus, haciendo así más difuso el límite entre la promoción comercial de una empresa y la campaña proselitista de un partido político.

La organización es cuidada, y excede la mera ayuda económica, porque implica la presencia continua de militantes especialmente capacitados para la atención al público. Hay un espacio, dentro de la oficina destinada a la venta de paquetes turísticos, reservado para la expedición de los vouchers. Allí, dos chicas, sin el uniforme de Buquebus, reciben al público que pide el subsidio. Tampoco hay en su vestimenta identificaciones partidarias del Frente Amplio. No lucen pins ni banderas ni entregan volantes proselitistas. Su comportamiento es profesional, dentro de las circunstancias: se limitan a pedir la credencial cívica, chequear en una computadora que la persona esté en el padrón electoral y entregan el voucher del descuento. Demuestran amplio conocimiento sobre la regulación electoral y no le entregan la tarjeta a nadie que no esté en condiciones de sufragar.

En ningún caso preguntan la filiación partidaria ni cuál es la intención de voto de la persona que pide el subsidio.

Los hombres que están en la puerta de la oficina, al lado del cartel partidario de Tabaré Vázquez, tienen una tarea más difícil: deben lidiar con el malhumor de aquellos que ya llevan horas haciendo fila.

Su estrategia es marcar diferencia entre el personal “del Frente” y “los de Buquebus”. Cuando las quejas por las demoras suben de tono, alegan no ser los culpables de los inconvenientes y argumentan que el problema es que Buquebus enlentece los trámites al generar un efecto embudo en pocas ventanillas de venta de pasajes.

Quien escuche las conversaciones no nota demasiada diferencia con las excusas que los empleados públicos suelen esgrimir ante el público, al culpar la ineficacia de sus superiores. “¿Por qué mejor no vuelve mañana temprano? Es que hoy ya hay demasiada gente y no podemos hacer nada por apurar el trámite, dependemos de lo que hacen ellos”, dicen.

La larga espera suele generar momentos de nerviosismo, como el conato de pelea entre dos señoras. Una solicitó que la dejaran pasar sin hacer fila, por tener 73 años y problemas de salud, ante lo cual otra protestó, alegando que ella era mayor y había soportado la espera.

Los porteros tratan de calmar los ánimos, y cuanto mayor es el clima de fastidio, más veces repiten la palabra “compañeros”, acaso como recordatorio de que todos están allí movidos por un propósito superior.

El esfuerzo, sin embargo, no parece muy fructífero. Y cuando se amontona demasiada gente en la puerta, explican que quien no esté dispuesto a las tres horas de espera puede entrar directamente a la oficina y comprar el pasaje sin voucher, es decir sin la bonificación de 160 pesos argentinos. Pero ninguno lo hace.

¿Son frenteamplistas todos los uruguayos que van a reclamar su subsidio partidario para ir a votar? Es difícil saberlo. Por lo pronto, en la terminal de Buquebus ninguno concurre con identificación partidaria ni exterioriza adhesiones.

Si algo se percibe en el ambiente es que, más allá de fervores militantes y por encima de las desavenencias políticas, lo que mueve a estos uruguayos “porteños” es el deseo de mantener su vínculo con el país.

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