Fuego periodístico

Por Vanina Di Blasi

¿Cómo decidiste que querías dedicarte al periodismo deportivo?

A mí siempre me gustó el deporte, practiqué fútbol y básquetbol, con el tope que me dio la naturaleza. Jugué mucho pero tal vez no tenía el nivel como para postular a equipos más importantes, entonces dejé de hacer deporte de tipo competitivo. Lo que tenía claro era que dentro del periodismo me gustaba el relato, pero siempre lo veía como algo lejano, hasta que por diferentes vueltas de la vida me enganché. Fue un desafío al principio y lo que era un hobby se transformó en mi medio de vida.

Le encontraste la vuelta para seguir vinculado a esos deportes que te gustan, pero ¿qué se requiere para ser relator?

Ser relator es una especialidad dentro del periodismo. Todos los relatores son periodistas pero no todos los periodistas son relatores. Eso no se aprende ni se estudia, lo tenés o no lo tenés, podés mejorarlo pero, si no tenés la dinámica del relato, no lo aprendés. Así como para practicar el deporte doña natura no me dio el talento o la habilidad para jugarlo, me dio el talento o la habilidad para relatarlo.

¿Ese vínculo anterior con estos deportes es lo que hace que relates con tanta pasión?

Sí, totalmente. En mi época solamente de hincha, escuchaba mucho básquetbol y fútbol, sobre todo por radio. Me devoraba los partidos y cuando mi equipo ganaba yo quería que hablaran de mi equipo pero muchas veces hablaban del otro cuadro. Cuando pasás al otro lado del mostrador, creés saber qué es lo que el oyente quiere escuchar. Cuando vos practicaste el deporte y fuiste hincha, alguna idea tenés de lo que el oyente quiere. Entonces, si juntás todo eso más la dinámica del relato, sale el producto que sale. Después la gente es la que juzga si le gusta o no. Para mí hay una palabra clave en todo esto que es el fuego. Si el fuego periodístico se apaga, todo lo demás no sirve para nada. Vos podés ser bueno, hablar muy bien, saber un montón, pero si hay un partido y te importa más irte en verano con tus amigos a la playa o con tu novia de viaje, hay algo que no funciona.

Tu profesión tiene mucho que ver con la opinión, ¿qué importancia le das?

Al periodismo yo lo concibo con opinión. El que no opina no pega en la gente: bien Peñarol, mal Nacional, bien este juez, penal para Nacional, vos tenés que decir algo: ¿estuvo bien o mal cobrado? Y hay que pelearla hasta morir, lo que veo con mis ojos no me lo saca nadie. A veces noto una liviandad en la opinión que me asusta. Me mata que me expliquen el deporte basado en estadísticas, no se la llevo a nadie.

¿Cómo te ves en este nuevo rol en el programa Escape perfecto?

Siempre me lo imaginé hasta que un día me dieron la chance y es esta hermosa realidad de hoy, uno de los programas más vistos de la televisión uruguaya. Creo que se debe a una mezcla de todo: el formato, el estilo de programa, mi impronta, la de Annasofia —Facello—, mezclás todo y sale lo que sale. El canal está contento, yo estoy contento; es una faceta completamente diferente. En este país, lamentablemente, te marcan en una actividad y parece que no podés hacer otra cosa. Creo que el sol brilla para todo el mundo, hay gente que se queda en la cama todo el día y no ve el sol, pero si salís a la pista es importante tener la autoestima alta, confianza y creer en lo que hacés.

¿Cómo ves a Uruguay en las Eliminatorias para el mundial Rusia 2018?

Estamos muy bien, mucho mejor de lo que todos pensábamos. Me parece que si algo consiguió el maestro —Óscar Washington— Tabárez en Uruguay fue darle una seriedad que lamentablemente durante mucho tiempo la selección no tuvo. La adhesión de los jugadores a la causa es clave. Se mueren por jugar en Uruguay, pero no la Copa América o una eliminatoria, si hay un partido en China, se mueren por ir y eso es lo más valioso.