Miguel Arregui

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Garibaldi en la Defensa de Montevideo al mando de "canallas desenfrenados"

Un aventurero italiano en la Guerra Grande (II)
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02 de agosto de 2017 a las 05:00

Entre el 15 y 16 de agosto de 1842, en el río Paraná, cerca de Esquina, Corrientes, una pequeña flotilla al mando del piamontés Giuseppe Garibaldi se enfrentó a siete barcos de William Brown, veterano marino irlandés que comandaba la escuadra de los federales de Juan Manuel de Rosas, gobernador de Buenos Aires.

Garibaldi, quien sería uno de los héroes de la unificación italiana, por entonces estaba al servicio del gobierno de Montevideo, liderado por los colorados de Fructuoso Rivera y los unitarios argentinos, que en la "Guerra Grande" enfrentaban a los blancos de Manuel Oribe y a los federales de Rosas.

Los marinos de Garibaldi y de Brown se cañonearon y combatieron en tierra, como infantes. Las embarcaciones de Garibaldi, encabezadas por la corbeta "Constitución", con 18 cañones, sufrieron grandes daños por la superioridad de la artillería de Brown, en tanto desertaron unos lanchones correntinos que se le habían unido poco antes.

Garibaldi escribió que su tripulación –de más de 350 hombres– estaba compuesta por italianos "camisas rojas", además de desertores de barcos de guerra y homicidas amnistiados, unos "verdaderos canallas desenfrenados", aunque muy valientes en el combate. La mitad murió en la acción. Muchos de ellos estaban tendidos en cubierta, heridos o completamente borrachos, cuando el piamontés hizo incendiar los barcos, que volaron con gran estruendo, antes de huir a campo través. "Dejen escapar a ese gringo, que es un valiente", ordenó Brown a su fuerza, compuesta por unos 600 hombres.

En el Montevideo sitiado

Garibaldi pasó varios meses en Corrientes, antes de regresar a Salto y a Uruguay. El 6 de diciembre de 1842, en la batalla de Arroyo Grande, Entre Ríos, las tropas unitarias y coloradas de Fructuoso Rivera padecieron una catastrófica derrota ante los federales y blancos de Manuel Oribe. Las fuerzas de Rivera sufrieron unos 2.000 muertos, muchos de ellos por ejecuciones luego de la batalla, y unos 1.400 prisioneros. En poder del vencedor quedó además la totalidad de la artillería y unos 24.000 caballos. Las pérdidas de Oribe fueron mínimas; unos 300 hombres entre muertos y prisioneros.

"El ejército de Montevideo había sido destruido como jamás sucedió a otro ejército", escribió Garibaldi. Poco después, en febrero de 1843, Oribe cercó Montevideo. El Sitio Grande se extendería hasta 1851.

En sus memorias Garibaldi destacó a Melchor Pacheco y Obes y del "Manco" José María Paz como algunos de los mejores jefes militares de las fuerzas montevideanas durante el Sitio Grande. Pero escribió pestes de Francisco Ramón Vidal, constituyente de 1830 y ministro universal de Rivera en los inicios de la Guerra Grande. Vidal huyó a París en 1843, "después de robar al erario" una gruesa suma, y allí vivió bien y murió en 1851. Era el padre de Francisco Antonino Vidal, un personaje vidrioso y oportunista que sería tres veces Presidente de la República.

Garibaldi fue particularmente crítico con Fructuoso Rivera, aunque también admitió: "Si no era un gran general para batallas campales, era maestro en la estrategia propia de la pequeña guerra".

El Cerrito, el Buceo y las líneas de trincheras

El Sitio Grande de Montevideo, que duró más de ocho años, no fue un asalto frontal de las tropas de Oribe, sino apenas una larga permanencia de dos gobiernos frente a frente, cada uno detrás de sus trincheras, con esporádicos enfrentamientos en el territorio uruguayo.

Durante los ocho años y pico que duró el Sitio Grande de Montevideo, Oribe no hizo ningún intento serio de tomar la ciudad por asalto. Durante buena parte del conflicto, entre 1845 y 1850, la capital uruguaya fue sostenida por escuadras navales francesas y británicas, que bloquearon el puerto de Buenos Aires. Pero los sitiadores blancos y federales partieron de la base que, en algún momento, los europeos se retirarían y la plaza se rendiría por falta de abastecimientos.

Oribe estableció su gobierno entre el Cerrito y los actuales barrios Unión y "curva" de Maroñas, y habilitó el puerto del Buceo.

Los colorados y unitarios, que formaron el gobierno de la Defensa, establecieron una doble línea de fortificaciones y trincheras: una que iba desde la Aguada hasta el actual emplazamiento del Cementerio Central, por el Ejido, y la otra desde Arroyo Seco hasta Punta Carretas, siguiendo la orientación que posteriormente adoptaría la ca,lle Fernández Crespo. La "Defensa" también controlaba la fortaleza del Cerro hasta el arroyo Pantanoso, y la isla de Ratas o de la Libertad, en la bahía de Montevideo.

"Todos los vagabundos" de Europa

El unitario argentino Domingo Faustino Sarmiento afirmó que en 1843 la ciudad estaba poblada por 31.197 personas, con más europeos (15.252) que orientales (11.431). Además había 3.170 americanos y 1.344 africanos libres. Sarmiento agregó: "No son argentinos ni uruguayos los habitantes de Montevideo, son los europeos que han tomado posesión de una punta de tierra del suelo americano". Y el pintor inglés Robert Elwes escribió: "(Montevideo) se ha convertido en una especie de refugio para todos los vagabundos descontentos de todos los países de Europa. Ingleses, franceses, italianos, alemanes, vascos, van allí como mercenarios, se llaman a sí mismos patriotas y consideran que están luchando por la libertad del país".

Garibaldi consideró a la gente encerrada en Montevideo "un pueblo desgraciado pero valiente".

Las colectividades extranjeras se organizaron para la defensa de la plaza, narró; entre ellas la legión francesa, con 2.600 hombres, y la Legión Italiana, con 500, a lo sumo 700.

La Legión Italiana

Las tropas italianas no cumplieron buen papel al principio, tanto como para que se pusiera "en duda el valor italiano –admitió Garibaldi–; yo estaba rojo de vergüenza y necesitaba contener las burlas". Pero después de algunos enfrentamientos con los sitiadores, el prestigio italiano tomó cierta altura.

La Legión Italiana, que "había sido objeto de mofa por algunos, principalmente por los franceses, que por nuestras discordias se han acostumbrado a despreciarnos", se ganó el respeto de los montevideanos, escribió Garibaldi.

El cuerpo pasó a ser mandado por Francisco Anzani, un revolucionario contumaz que ya había guerreado en media Europa. Garibaldi se ocupó de formar una pequeña escuadra naval para desafiar, al menos con guerrillas, el bloqueo impuesto por los buques de William Brown.

El 27 de marzo de 1845 Fructuoso Rivera sufrió una derrota definitiva en la batalla de India Muerta, en el departamento de Rocha, ante las tropas confederadas, entrerrianas y orientales, que mandaba el caudillo Justo José de Urquiza. Pero la llegada en 1845 de una escuadra naval anglo-francesa reforzó los medios materiales y la moral de los sitiados en la capital uruguaya.

Ataque y saqueo de Colonia del Sacramento

Garibaldi justificó la intervención de las potencias europeas pues Montevideo "constituía un verdadero mercado cosmopolita, donde los extranjeros de todas las naciones eran siempre, por lo menos, en número igual a los indígenas, y los intereses extranjeros son casi siempre superiores a los de aquellos".

Tras ese cambio de las circunstancias, el Gobierno de la Defensa planeó la reconquista de la margen izquierda del río Uruguay, territorio uruguayo, para lo que envió fuerzas al mando de Garibaldi con protección naval anglo-francesa.

Al frente de una flotilla de 15 embarcaciones y unos 900 hombres –entre ellos 200 orientales al mando del entonces coronel Lorenzo Batlle–, y respaldado por buques e infantes franceses e ingleses, Garibaldi tomó Colonia del Sacramento el 30 de agosto de 1845. La ciudad fue saqueada y los "líquidos espirituosos [...] aumentaban los apetitos de los nada virtuosos saqueadores" multinacionales.

Lorenzo Batlle –futuro presidente de la República, primero de una serie que continuarían por más de un siglo José Batlle y Ordóñez, Luis Batlle Berres y Jorge Batlle Ibáñez– quedó con parte de sus tropas en Colonia. Garibaldi mientras tanto siguió con los suyos, bajo protección anglo-francesa, rumbo al río Uruguay. "Batlle es capaz de la empresa más difícil", escribió el italiano. "Me separé de aquel valiente y pundonoroso oficial con verdadero sentimiento".

Próxima y última nota: Elogio de los matreros; campaña del río Uruguay y ataque a Salto; adiós a Montevideo y regreso a Italia.

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