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Guerra mundial Z o la moda de los zombis en estado zombi

Una nueva película con los personajes del momento que combina altas dosis de tensión con una simpleza argumental que sorprende por su chatura, incluso viniendo de la industria de entretenimiento masivo
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05 de julio de 2013 a las 10:34

Acada nueva producción protagonizada por muertos vivientes surge la pregunta de hasta dónde puede llegar una moda que, a estas alturas, sigue viva por su propia inercia. En cierto modo, el fervor zombi se ha convertido también en un zombi.

Prueba de esto es Guerra mundial Z, una superproducción con muchos militares, helicópteros y efectos especiales dirigida por Marc Forster, artífice de emotivos títulos como Descubriendo Nunca Jamás y Cometas en el cielo, o efectivas películas de acción como Quantum of Solace, la penúltima de James Bond.

Más de lo mismo

Aunque el tema de la película no aliente demasiado a verla, la trayectoria de Forster puede estimular la curiosidad e incluso alimentar ciertas esperanzas por ver algo que merezca un adjetivo ligeramente superior a “entretenido”. Pero no es el caso. Comenzando por el disparador de la historia, el cual es imposible que sorprenda a nadie que esté más o menos familiarizado con el mundo de los zombis. Es además improbable que alguien que vaya a ver esta película no lo esté: un virus de origen desconocido que convierte a las personas en muertos vivientes se expande con tal rapidez que en pocas semanas infecta a la mayor parte de la población mundial.

En un estado inicial de la pandemia, Gerry (Brad Pitt), un exempleado de Naciones Unidas que había recorrido diversos conflictos armados y campos de refugiados, y que abandonó su trabajo para disfrutar de su familia, es llamado a filas para luchar por la supervivencia de la humanidad. Al principio obviamente se niega, pero la garantía de que los militares cuidarán de su familia lo anima a lanzarse a la búsqueda de una posible cura.

Su misión es acompañar a un joven virólogo a encontrar el origen de la enfermedad a Corea del Sur, pero enseguida de llegar este muere ,y Gerry debe continuar solo su búsqueda. Ese es el motor de la película, que después lleva al protagonista a Jerusalén y a Gales. Durante los viajes y las distintas aventuras, se va determinando que no hay nada que descubrir sobre el personaje central, no hay contradicciones, no hay miedos ni oscuridades. Ni sutilezas, ni dobles lecturas: solo la linda estampa de Brad Pitt.

Esa simpleza está presente también en las relaciones que Gerry establece con sus circunstanciales compañeros de aventura, con los que se relaciona de una forma bondadosa (cuando no caritativa), tangencial y vacía.

Aludes zombis

Que su argumento sea tan simple no tiene perdón siendo la adaptación de la novela homónima de Max Brooks, que construye un universo mucho más complejo y que sigue a un primer libro titulado Guía de supervivencia zombi. Lo que hace la versión cinematográfica es, eso sí, crear una tensión que se mantiene durante toda la película.

Para los fans de los zombis, uno de los principales atractivos de este tipo de películas debe ser la caracterización de los monstruos. En este caso, lo cómico de sus gestos los convierte en seres realmente grotescos pero lo mejor, y que ya se ve en el tráiler, es su comportamiento en masa.

Las escenas más impresionantes suceden en la parte filmada en Jerusalén, donde los zombis hacen una desesperada montaña humana para cruzar un enorme muro, y una vez adentro de la ciudad se agolpan en aludes que arrasan con todo. Esa es la parte que a nivel visual está más lograda, a pesar de que solamente dura unos pocos minutos.

Espectador subestimado

En la película hay un solo gran misterio, que es entender por qué algunas personas son invisibles a los zombis. En la resolución del enigma se espera muy poco del espectador y cuando todo se revela, la película se encarga de que no quede absolutamente ninguna duda, y de darle todo bien procesado a la audiencia, no sea caso que salgan del cine sin haber comprendido el único desafío que ponen los guionistas. Un error que quizá tenga que ver con la fecha del estreno. En principio la película estaba prevista para finales de 2012. De acuerdo a la opinión de los productores, Forster había construido una historia poco comprensible, lo que lo obligó a filmar parte de la película.

Vista la versión final, es tentador pensar que en los estudios de Hollywood quedó tirada una Guerra mundial Z alternativa, con cierta riqueza narrativa y profundidad psicológica. Que esa era la película que Forster quería filmar. O quizá simplemente es que, en esta ocasión, el director desestimó toda sensibilidad, dando prioridad a un buen fajo de billetes. Apenas sospechas alrededor de una película que podría haber sido más interesante.



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