Por Lilián Abracinskas
Ante el horror de los asesinatos de mujeres que estamos padeciendo y los terribles comentarios, opiniones y artículos escritos tratando de responsabilizarnos a las feministas por lo que está sucediendo, ya es hora de lanzar la campaña: "¿Dónde guarda usted su misoginia?". Porque el odio hacia las mujeres adquiere facetas increíbles y sale a luz de formas inauditas.
Los que relativizan la gravedad de los feminicidios mostrando los números de hombres asesinados, deberían saber que las prácticas masculinas violentas, obviamente, también hacen que se maten entre ellos. Porque pertenecen a hinchadas distintas, por ajuste de cuentas, por defender la propiedad privada, porque tienen que demostrar que son más machos, entre otros motivos. Hombres que matan hombres claro que hay y son muchos y es parte del modelo hegemónico patriarcal que habría que desactivar. Y tendrían que ser fundamentalmente los hombres los que deberían reflexionar y cambiar sus conductas y prácticas violentas, entre mejores cosas que hacer que cuestionar a las feministas por reclamar nuestros derechos.
Pero por si aún no lo entendieron, en los feminicidios los hombres matan a las mueres por ser mujeres, porque creen que somos de su propiedad, porque se atribuyen el derecho de sancionarnos si no nos comportamos como "corresponde", porque los provocamos con la desobediencia, porque nos rebelamos ante la dominación, porque queremos ser independientes, hasta porque dicen que nos quieren y celan. Los feminicidios son crímenes de odio, como los perpetuados contra pueblos originarios, población negra, como el holocausto, como la Inquisición entre otros genocidios de los que la civilización humana debe avergonzarse.
Imaginen como se sentirían y que sucedería si a los periodistas los asesinaran por ser periodistas. ¿No tendrían particular gravedad esos homicidios?
Sin embargo la misoginia sale a luz cuando las mujeres denunciamos que nos están matando y exigimos que la respuesta del Estado sea la que se requiere para revertir los que nos está sucediendo. NO estamos pidiendo la cabeza de los hombres responsables, sólo estamos diciendo basta y exigiendo soluciones. No hay ningún móvil perverso en nuestra acción ni somos maléficas, estamos hartas. Hartas de que nos exploten, hartas de que nos dominen y pretendan tutelarnos, hartas de que nos agredan, hartas de que nos violen, hartas de que nos maltraten. Si esto molesta disculpe, pero nos están matando.
*Esta columna fue publicada en la cuenta de Facebook de la autora.
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