Economía y Empresas > Entrevista

"Hoy no la veo tan fácil porque la industria está muerta"

Marcelo Areco de Artex habla de su carrera empresarial en el sector textil y los vaivenes del negocio
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02 de noviembre de 2016 a las 05:04
Por Aníbal Falco
Especial para El Observador

En 1989 Marcelo Areco fundó Artex, dedicada a excedentes de telas de fábrica. Hoy tiene diez sucursales de venta al público, pero su fortaleza está en el por mayor de telares de lana, producto que ya no se fabrica en Uruguay. En diciembre de 2001, Areco visualizó que el dólar estaba subiendo y achicó gastos y stock, comprando mercadería solo al contado. Eso llevó a que la crisis de 2002 lo encontrara con menos deuda, lo que, asegura, le permitió sobrevivir. A partir de 2004 Artex empezó a crecer de forma exponencial. Areco dedica más de la mitad de su tiempo al club de sus amores: Peñarol. Es consejero y uno de los "presidenciables" opositores a Juan Pedro Damiani.

¿Cómo ingresó al sector?
Entré a trabajar en el mercado textil a los 17 años, como empleado de depósito en una empresa muy conocida como Vembar. A su vez estudiaba Psicología en la Universidad de la República. Ascendí de forma rápida en la empresa, hasta llegar a estar solo por debajo de los propietarios. Me quedaban algunas materias para recibirme, pero una mañana me levanté a las seis a estudiar y pensé en el tiempo que hacía que no tenía una licencia. No estudié más. Me gustaba y motivaba el trabajo: podía dedicarle 10 horas sin problemas.

¿Era redituable el negocio en la década de 1980?
El mercado textil en el país era floreciente. Había unas 30 textiles y entre ellas 15 laneras, todas produciendo para el exterior. Se generaban excedentes que tenían un mercado importante. Había una cantidad de talleres de confección y una fábrica mediana de telares producía al menos un millón de metros por mes, mientras que una grande como Sudamtex podía llegar a producir cinco millones.

¿Por qué se independizó?
Estuve ocho años en Vembar. Me fui el 14 de Agosto de 1989, después de una fuerte discusión con uno de los propietarios. Seguramente hoy en perspectiva el equivocado era yo, que era joven, pero abrí mi propia empresa y me empezó a ir igual o mejor. Me enfoqué en clientela con la que mi antigua empresa no trabajaba. Desarrollé el perfil que más me gustaba: las telas de lana.

¿Cómo abrió el primer local?
Al vender al por mayor empecé a generar mis propios excedentes de tela. Al ver que acumulaba vendí mi casa y compré un depósito. Abrí un local en Pando y noté que además de sacarme los saldos de arriba generaba efectivo. Por ese tiempo se fundió Vembar y entró en concordato. La compré y empecé a usar la marca para los locales. Abrí sucursales para público minorista a razón de una por año. Así nació la otra pata del negocio, que se solidificó a los cinco años de arrancar.

¿Cómo maneja Artex hoy?
Importo la tela o se la compro a un importador. Mientras vendo la mercadería importada en tiendas, mantengo al por mayor la venta de telas a base de lana y mezcla de lana. Este producto es de exportación por la calidad, pero hay que encontrar el cliente justo. Apenas 10% se vende en plaza, mientras que mis mercados fuertes son México, Chile y estoy retomando algo en Brasil. El gran acierto entre 2003 y 2012 fue apostar a la región cuando había dinero. Ahora también estoy en una sociedad para exportar mantas y ruhanas a base de telas de lana. Para sobrevivir en Uruguay es clave la reconversión continua.
Cuando se empiezan a vender telas chinas las fábricas laneras empiezan a cerrar. Hoy nadie fabrica un metro de tela de lana en Uruguay, mientras que yo mantengo un stock de unos 300.000 metros producidos acá. Eso me convierte en el único mayorista en el país y me da rollo hasta 2017 mínimo.

¿La crisis de 2002 hirió de muerte a la industria lanera?
En realidad la devaluación de Brasil a fines de los 1990 fue lo que hizo caer el negocio. Después el país no apostó a la industria, pero eso fue post crisis.

¿En qué sentido?
Cuando se murió el mercado uruguayo muchos acudimos a Argentina, pero se cayó enseguida con la crisis de 2001. Después lo que ya todos conocemos. Pero lo bueno que tuvo fue que en apenas un año se revirtió totalmente la situación. Mientras un montón de empresas estaban quebradas, las fábricas empezaron a exportar con un dólar a $30. Arrancaron a consumir, emplear gente y contratar fletes; se reactivó la economía rápidamente. El golpe de la crisis fue más grave que el bajón de ahora, pero se mitigó con el crecimiento de la industria. A principios de 2003 estábamos vendiendo todos a dos manos. Hoy no la veo tan fácil en ese sentido porque la industria está muerta. l

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