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Hugo Chávez, un presidente entre la sombra y la renuncia

El oficialismo necesita tiempo para preparar a Nicolás Maduro para nuevas elecciones
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20 de febrero de 2013 a las 08:06

Hugo Chávez está en Venezuela. ¿Y ahora qué? El regreso del presidente a su tierra, luego de pasar 70 días en Cuba para continuar el tratamiento contra el cáncer que le aqueja desde principios de 2011, abre una serie de interrogantes sobre su futuro inmediato y el de la nación que gobierna desde hace 14 años.

El primer paso debe ser jurar el cargo para el que resultó electo el 7 de octubre de 2012. En eso coinciden el politólogo Ricardo Sucre y la profesora de Teoría Política de la Universidad Simón Bolívar, Colette Capriles.

“Chávez debe juramentarse a la brevedad para legalizar su mandato y resolver los conflictos de legitimidad que, por lo visto, continúan entre los sucesores”, sostiene Capriles, opinión que es compartida por Sucre bajo el siguiente argumento: “Hay una necesidad del gobierno de legitimarse, de poner de nuevo en el carril constitucional sus acciones y decisiones”.

En su artículo 231, la Constitución bolivariana establece que la fecha de la toma de posesión para un nuevo período presidencial es el 10 de enero. Ni antes ni después. Sin embargo, ante la ausencia del mandatario, el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) –controlado por el chavismo– dio una particular interpretación al texto y creó la figura de la “continuidad administrativa”.

La oposición censuró el fallo del TSJ, tachándolo de inconstitucional y exigiendo que se conformara una junta médica para evaluar el estado de salud del jefe de Estado y se decretara su falta temporal. El oficialismo se negó en redondo y denunció un plan para desestabilizar la República. La polémica trascendió las fronteras venezolanas y motivó un agrio debate en la Organización de Estados Americanos.

“Esa tesis cuestionada de la ‘continuidad administrativa’ y el ejercicio confrontacional del poder por parte del vicepresidente Nicolás Maduro y el presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello, erosionaban la precaria legitimidad dada por el TSJ y generaban un cuestionamiento que ha podido ir creciendo”, advierte Sucre, quien ve en la juramentación una respuesta a este conflicto.

Sin embargo, el chavismo no parece estar muy apurado. Ya han avanzado que el presidente jurará el cargo cuando él quiera o pueda. Capriles estima que esta salida “bonapartista” sugiere dudas acerca de la aptitud del dignatario para gobernar.

“Un plazo demasiado largo sería riesgoso, tanto por la fragilidad de la salud de Chávez como por el desborde de las demandas populares. Creo que se procurará una fórmula de ‘juramentación en la intimidad’ con la presencia del TSJ”, observa la investigadora.

Los caminos

¿Y después de la juramentación, qué? El comandante llegó a decir que mandaría hasta 2050. El 7 de octubre el pueblo lo eligió para que gobernara hasta 2019 y hoy no está claro que termine 2013 en Miraflores.

Sucre plantea tres escenarios: 1) la situación sigue como está, Chávez se juramenta y quienes ejercen el poder son Maduro y Cabello. 2) Chávez se juramenta y renuncia de inmediato, lo que obligaría a convocar elecciones en 30 días. 3) Chávez se juramenta y gobierna hasta que el cuerpo aguante, tratando de ganar tiempo para realizar las elecciones en condiciones que le garanticen el triunfo a su delfín Maduro.

El académico se inclina por la tercera opción. “El gobierno tiene la necesidad de estabilizarse. Incluso, tener a Maduro como candidato y a Chávez como jefe de campaña requiere tiempo. Esperará para convocar las elecciones en las mejores condiciones, solo la salud podría acortar los tiempos”, acota.

Las cartas de Colette Capriles no son muy distintas. La más fuerte, la renuncia. La segunda, “un ejercicio del poder en las sombras, o en el claroscuro, hasta que el desenlace fisiológico se produzca. En el primer caso, la convocatoria a elecciones tendría un horizonte definido y una campaña supervisada por Chávez; pero en el otro escenario tiene la ventaja de resolver el problema de la legitimidad carismática de la que carecen los herederos y de contribuir mucho más a la sacralización del héroe que muere cumpliendo su deber”.

En el fondo, todo es cuestión de tiempo. El oficialismo lo necesita para ordenar la administración y preparar mejor a Maduro. Pero también puede ser su peor enemigo. “La gestión y las finanzas públicas empeorarán. Un retraso demasiado grande en celebrar elecciones podría implicar que el impacto de la realidad afecte los resultados y favorezca una candidatura de oposición”, indica la experta.

El retorno de Chávez no disipa las dudas. Al contrario, como denota Capriles, las multiplica. “El objetivo esencial del gobierno es estabilizarse como opción de continuidad. Con esa lógica es que hay que interrogar lo que hace: ¿Cuál de las opciones esbozadas contribuye más a la estabilización, es decir, a la creación de un nuevo estatus quo? ¿Y cuál es, a la vez, la más factible?”.

* Periodista venezolano del diario El Universal

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