Ingeniería coqueta

Las socias desarrollaron un sistema que permite probar cosméticos sin la necesidad de aplicarlos en la piel, a través de una pantalla. La persona se saca una fotografía y sobre ella puede aplicar el producto que desee para visualizar cómo quedaría.

Sartori y Bañales se conocieron en la Universidad de Montevideo (UM) y allí nació la idea que luego se convertiría en empresa. “Siempre tuvimos la inquietud y las ganas de crear algo nosotras, de ser emprendedoras”, contó Sartori.

La intención desde el comienzo fue hacer ingeniería aplicada. Veían que había un auge en el tratamiento de imágenes para reconocer rostros, pero no encontraban una aplicación directa para que el usuario pudiera beneficiarse de esa tecnología. “Entonces decidimos hacer un producto que tuviera tecnología aplicada al usuario, es decir, que directamente le llegue a las personas”, explicó Bañales.

En diciembre de 2009 se presentaron en la Agencia Nacional de Investigación e Innovación (ANII), pasaron una etapa de aprobación del plan de negocios y en agosto del año siguiente lograron la financiación a través del programa Jóvenes Emprendedores. Además, se convirtieron en el primer proyecto incubado en la UM, que les otorgó una oficina para instalarse. “Es un compromiso para la universidad y para nosotros también, porque ahora la representamos”, dijo Sartori, que hizo su tesis sobre el sistema. “Era una interfaz superbásica. Nos sirvió para hacer el relevamiento de requerimientos”, dijo.

En febrero de 2011 terminó el proceso de tesis y ahí empezaron a dedicarse a tiempo completo al proyecto.

Aprender sobre cosmética

Los clientes potenciales en este caso son las empresas de cosméticos que buscan captar compradoras. Según lo estudiado por las responsables de AMC, el 76% de las decisiones de compra se toman en el punto de venta, “por lo que es importante incrementar la publicidad en él”, explicó Bañales. “Y lo que hace nuestro sistema es realmente enganchar: una publicidad below the line en el punto de venta para que la persona dé el paso hacia la marca”, enfatizó. Este tipo de publicidad son formas de comunicación no masiva y bien segmentadas.

Desde un inicio, la estrategia de las socias fue conseguir una empresa que les enseñara lo que no sabían de cosmética. Necesitaban una base de datos para empezar, obtener asesoramiento en la parte comercial y en el tratamiento de imágenes. Lo que hicieron fue conseguir diferentes tutores que las auxiliaran en las diversas áreas.

A través de su tutor comercial, accedieron a una reunión con la Gerencia General de L’Oreal en Uruguay, que se entusiasmó con el proyecto. “Nos empezaron a ayudar, nos dieron su carta de colores para hacer un prototipo para presentarles”, dijo Bañales. El prototipo los conformó, y decidieron poner un stand del producto en el Montevideo Shopping, que estuvo entre el 9 y el 24 de diciembre pasado.

Las emprendedoras contaron con otro aliado importante. A partir de julio de 2011, tienen el apoyo de Microsoft, mediante su programa BizSpark. El programa “apoya a emprendedores con dos años de software gratuito para poder desarrollar y utilizar software en las plataformas Windows”, apuntó Bañales, y agregó que, a la hora de empezar a emprender, es clave hacerse de la ayuda de ciertas organizaciones, “son tus pilares en un comienzo”.

Luego se hace necesario separarse un poco de ellas, aseguraron las emprendedoras. “Pero al principio son fundamentales. No se puede manejar mil cosas al mismo tiempo; entonces hay que empezar a hacer foco. Y tener esas instituciones te ayuda a organizarte mejor”, añadió Bañales.

Las socias tienen claro que el potencial de su producto puede desarrollarse en el extranjero, pero están esperando el momento adecuado para dar el salto. “Uruguay es un mercado de testeo por ser chiquito, por estar nosotras cerca de todos los contactos. Es importante para poder probar el sistema e ir al extranjero con un producto estable”, manifestó Sartori.

¿Se puede hacer eso?

Las emprendedoras admiten que en un principio fue difícil hacer entender de qué se trataba su proyecto. Incluso sus familias cuestionaban lo que estaban haciendo.

“¿Sabés si se puede hacer eso?, ¿estás segura?”, era lo que oían desde sus casas. “Y en realidad no lo estábamos”, dijo Sartori. Era necesario investigar la factibilidad del producto, y parte de la investigación se da “cuando ya estás metido”. “Cuando estás ahí te la jugás 100% a las ganas, a tu idea y a pensar que realmente existe la posibilidad de hacer”, añadió.

Bañales manifestó que era todo un desafío porque hasta el momento “no había nada parecido que vinculara tantos conceptos”. Saber si se podía hacer o no era un riesgo que corrían. A esto se sumaba la problemática de que la ingeniería es un campo dominado por hombres en el que a la mujer le falta presencia. Cuando hablaban del producto, la pregunta que surgía era: “Sos ingeniera, ¿por qué vas a hacer algo de cosmética?”.

“Para esto, es una ventaja ser mujer e ingeniera”, dijo Bañales. Un colega hombre quizá tiene la capacidad para desarrollar un producto similar pero no se le ocurre. “Nosotras podemos hacerlo porque sabemos las necesidades de la mujer a la hora de elegir y tenemos el conocimiento de ingeniería como para desarrollar un producto que las ayude”, remarcó.

“Capaz que el mundo de la ingeniería lleno de hombres no logra identificar esas necesidades que existen en las mujeres. Pero eso está bueno. Por un lado, corremos con alguna ventaja”, apuntó Sartori.

Si bien la idea es hacer una versión online, para que la persona pueda hacer uso del sistema desde su casa, las emprendedoras remarcan que por ahora es esencial que la fotografía sea de altísima calidad para que el procesamiento sea el correcto, por lo que tiene que ser sacada con cámaras especiales. Por este motivo, la persona tiene que pasar por el punto de venta para tomarse la foto. “Además, es el único lugar donde coexisten la persona, el producto y el dinero”, dijo Bañales.

Después de que pasó por el punto de venta y se tomó la fotografía, puede seguir interactuando con el sistema desde su casa, donde puede probarse más productos. Su sistema también brinda una plataforma de conexión con las redes sociales, que permite subir la foto a Facebook. Esto hace que las marcas se instalen en el perfil de cada usuario que decide publicar su imagen. Para las socias es un concepto nuevo, puesto que se está haciendo publicidad con la foto de cada usuario, algo que es “superpersonalizado”, permitiendo que la marca se acerque al cliente.

Sartori dijo que han notado que las mujeres se divierten usando el sistema, a la vez que conocen productos que no usaban.

Otra ventaja es que, a diferencia de lo que sucede en los puntos de venta, el sistema siempre tiene todos los productos disponibles para ser probados.

El mejor MBA

Tanto Bañales como Sartori destacan el ecosistema emprendedor que se ha generado en Uruguay. Igualmente, señalan que más allá de eventuales apoyos de distintas instituciones, depende mucho de la persona. “No es fácil ser emprendedor, no es fácil empezar”, apuntó Bañales y agregó que alguna vez leyó que emprender es el mejor MBA que alguien puede hacer. “Y realmente, después de este año, digo que es así”.