Gobernar Montevideo con un sindicato municipal tan poderoso como hostil es un duro cuesta arriba, como ocurre desde el restablecimiento de la democracia. Esto explica la decisión del intendente Daniel Martínez de aceptar la exigencia de Adeom de ajustes salariales por inflación cada seis meses, a contrapelo de las pautas dispuestas por el Poder Ejecutivo y excediendo hasta las aspiraciones del PIT-CNT. Lo explica pero no lo justifica si la consecuencia final es que la población vuelva a pagar los rotos platos oficiales con el boleto, según adelantó el intendente a El País y como ha ocurrido con los dos ajustes fiscales recientes dispuestos por el gobierno central. El tema, centrado en las siempre apremiadas finanzas municipales, tiene dos puntas. Una es la presión sindical sobre la Intendencia de Montevideo (IMM). La otra es la incidencia del subsidio de la comuna en el cálculo del precio del boleto.
Aunque Adeom ya no recurre a las agresiones físicas a jerarcas, como hacía años atrás, sus paros agravan el desastre de la basura y distorsionan las demás actividades de la comuna. Después de siete meses de tormentosas negociaciones, Martínez cedió a la demanda sindical de ajustes salariales semestrales, pese a que el Poder Ejecutivo los quiere entre 18 y 24 meses y el PIT-CNT los pide una vez por año. O sea que Adeom, además de concesiones en otras áreas, ha logrado el doble de lo que reclama la central sindical. En el acuerdo firmado con el sindicato, el intendente logró condicionar los aumentos a compromisos de gestión pero no de paz laboral con un gremio que se caracteriza por su combatividad.
Para financiar, total o parcialmente, el costo adicional de ajustar salarios cada seis meses, Martínez anunció que topeará el subsidio a las empresas de transporte de pasajeros, cuya razón de ser es evitar subas mayores del precio del boleto. El subsidio fue de US$ 25 millones el año pasado, ignorándose en cuánto quedará este año. Cutcsa incluso afirma que la IMM ya lo ha disminuido y que esa fue la razón del último aumento en el boleto. Martínez dijo que quiere negociar con las empresas de ómnibus una nueva forma de calcular el precio porque, bajo el sistema actual, los aumentos semestrales del boleto serán inevitables.
Al margen de cómo se defina este tema, quedan dos comprobaciones igualmente perniciosas. Una es que Adeom sigue torciéndole el brazo al intendente de turno, como viene haciéndolo desde hace décadas con el resultado de gestiones municipales fracasadas. La otra es que, en el juego de reducción del subsidio a las empresas de ómnibus para poder pagarles aumentos a los empleados municipales, la víctima final es el usuario del transporte público, o sea una gran mayoría de la población que incluye a los sectores de menos recursos. Cada vez que aumenta el boleto, cae su venta porque hay más gente que no puede pagarlo. Así viene pasando desde que los $ 14 de 2008 subieron 100% a los actuales $ 28 y sucederá si siguen incrementos semestrales, como anticipa Martínez. El transporte caro, al igual que los altos impuestos directos e indirectos, solo son aceptables cuando se traducen en servicios de buena calidad. Así ocurre en países y ciudades mejor gobernados pero no en Uruguay, y especialmente en Montevideo, donde la gente de menores ingresos seguirá eludiendo en forma creciente un pobre sistema de transporte público que no justifica su precio.
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