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Jeremy Corbyn, la oveja negra de la política británica

El radical de izquierda que se alzó como líder del Partido Laborista
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20 de septiembre de 2015 a las 05:00
No cantó el himno durante una solemne celebración patriótica. Está en contra de mantener un ejército. Se divorció de una esposa porque ésta no quería enviar a sus hijos a una escuela de barrio. Se casó tres veces, en dos ocasiones con latinas. Desde su elección como líder laborista, el partido –hoy en la oposición– recibió miles de nuevos afiliados. Este es Jeremy Corbyn, un inefable líder que, según el primer ministro británico, David Cameron, representa una amenaza para la seguridad nacional.

Nacido en Chippenham, Inglaterra, hace 66 años, Corbyn se alzó como claro ganador dentro del Partido Laborista el 12 de setiembre al ser elegido con el 60% de los votos, donde reiteró su ilusión de convertirse alguna vez en premier del Reino Unido. Declarado socialista y admirador de Karl Marx, su carrera política ha estado marcada por el activismo en campañas pacifistas, como las manifestaciones contra la guerra de Vietnam, contra el conflicto en Irak o la campaña de solidaridad con los palestinos. Trabajó en una organización de beneficencia en Jamaica y luego, al retornar al Reino Unido, se unió a instituciones sindicales. Hoy es el vicepresidente de la Campaña para el Desarme Nuclear.

No fue a la universidad y tiene un escaño en la Cámara de los Comunes desde hace más de 30 años. Desde allí, ha sido un gran defensor de las causas latinoamericanas (ver nota aparte), quizás en buena medida porque ha estado casado con una chilena –madre de sus tres hijos y que quería que fueran a una escuela selecta, en contra de la opinión de Corbyn– y una mexicana –su actual esposa–. O también porque sus padres, como buenos izquierdistas británicos, fueron activistas en la guerra civil española y allí se conocieron.
En la Cámara de los Comunes Corbyn, quien nunca formó parte de ningún gobierno laborista, ha votado en numerosas ocasiones sin seguir las directrices de su partido y es por esto que lo consideran como uno de los diputados más rebeldes del Parlamento. Su momento para saltar al liderazgo laborista se presentó tras la dimisión de Ed Miliband y su derrota en las elecciones generales de mayo de 2015.

El más izquierdista de los laboristas arrancó la campaña por debajo de los otros cuatro candidatos; para julio ya encabezaba los sondeos y en setiembre se alzaba con la victoria. Desde que Corbyn fue elegido líder, 30 mil personas se unieron al Partido Laborista, hasta un total de más de 340 mil afiliados, lo que le convierte en la mayor formación del país –el electorado que lo eligió era aún mayor, de 550.000 personas, al incluir a simpatizantes–.
En su primer discurso oficial desde su nombramiento, el líder de la oposición se mostró también convencido de que el Laborismo crecerá en el Reino Unido y ganará las elecciones de 2020. Los conservadores británicos no demoraron en tildar de "amenaza" el triunfo de Corbyn (ver nota aparte), ya que este es partidario de eliminar las armas nucleares o de considerar a los movimientos islamistas Hamas y Hezbolá interlocutores en las negociaciones de paz en Medio Oriente.

Corbyn defiende además la gratuidad de las universidades, el fin de la austeridad y mayores esfuerzos para la redistribución de la riqueza. "Seamos claros, la austeridad es una elección política, no una necesidad económica", afirmó Corbyn, quien acusó al gobierno conservador de "negar que existe la pobreza".

El líder laborista, que tiene un amplio mandato para impulsar su política contra la austeridad, rechazó que él "niegue el déficit" y reprochó a los conservadores, cuya prioridad económica es reducirlo, "gastar miles de millones en rebajar impuestos para los ricos y las empresas más rentables".

También en setiembre, Corbyn asistió, junto al primer ministro británico, David Cameron, y otras personalidades, a una misa en la catedral londinense de San Pablo por el 75 aniversario de la Batalla de Inglaterra, en la que la aviación británica derrotó a la alemana durante la segunda guerra mundial, uno de los hitos bélicos más recordados por los británicos. La prensa británica destacó que, durante el servicio religioso, el líder laborista se mantuvo en silencio mientras los asistentes entonaban el himno nacional, Dios salve a la Reina. Para muchos analistas, que aseguran que su liderazgo representa un "sismo político" para los laboristas, ese gesto bien puede valerle la antipatía de un electorado que guarda gran respeto por la monarquía y las fechas patrias. l

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