José Antonio Vargas

Estilo de vida > GANADOR DEL PULITZER

Joven, famoso e indocumentado

José Antonio Vargas es un periodista ganador del premio Pulitzer en Estados Unidos y en 2011 confesó en el New York Times que es un inmigrante ilegal. Este año se pregunta por qué no lo deportan
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07 de diciembre de 2012 a las 19:49

Cuando José Antonio Vargas decidió revelar públicamente su condición de inmigrante ilegal en Estados Unidos, en junio de 2011, ya era considerado uno de los mejores periodistas jóvenes del país. Había cubierto el tiroteo de Virginia Tech y había ganado el premio Pulitzer en 2008 por esa cobertura. Además, había escrito con regularidad para The Washington Post y, después del Pulitzer, fue el autor del perfil de Mark Zuckeberg, el creador de Facebook, para The New Yorker. Además, trabajaba casi todas las semanas para The New York Times. Fue precisamente en ese diario donde decidió revelar su estatus de inmigrante indocumentado.

Vargas nació en Filipinas en 1981 y desde los 12 años vivió con sus abuelos en California. “Una mañana de agosto hace casi dos décadas, mi madre me despertó y me subió a un taxi. Me dio una campera. “Baka malamig doon” (Debe hacer frió ahí) fueron algunas de las pocas palabras que dijo”.

Vargas fue llevado por su madre al aeropuerto internacional de Manila y, acompañado de un hombre al que no conocía pero que le fue presentado como su tío, viajó a Estados Unidos en 1993. Allí creció y fue criado por sus abuelos. Rápidamente se adaptó al sistema educativo estadounidense y descubrió su pasión por el lenguaje.

En el artículo en donde devela su status ilegal, “Mi vida como inmigrante indocumentado”, Vargas recuerda que a los 16 años fue a sacar la libreta de conducir y que cuando presentó su tarjeta verde (el permiso de trabajo en Estados Unidos) la empleada le dijo: “Es falsa, no se te ocurra volver por acá”.

Vargas también recuerda que cuando le preguntó a su abuelo si la tarjeta era falsa, éste, avergonzado, reconoció que la había comprado y le pidió que no la mostrara. “Decidí entonces que nunca daría a nadie una sola razón para dudar de que yo era estadounidense” reseña Vargas. “Me convencí de que si trabajaba lo suficiente, si lograba lo suficiente, sería recompensado con la ciudadanía. Y creí que podría conseguirlo”, expresó.

En su artículo Vargas hace un somero recuento de su carrera en los últimos 15 años, cómo se graduó en la secundaria, la universidad, cómo construyó una sólida carrera como periodista y concluye: “Sigo siendo un inmigrante indocumentado”, agregando además que esa condición supone “vivir una clase de realidad diferente. Significa vivir el día a día con el temor de ser descubierto. Significa no decirle a la gente, incluso a aquellos más cercanos a mí, quién soy realmente. Significa tener que hacer cosas que sé que están mal y que son ilegales”.

Debate
El artículo de Vargas disparó un debate mediático y social sobre los inmigrantes indocumentados. El periodista acotaba sobre estos: “No somos siempre quienes tú piensas que somos. Algunos recogemos tus frutillas o cuidamos de tus hijos. Otros estamos en la secundaria o en la universidad. Y algunos, como se ve, escribimos artículos que tu lees”. Por supuesto el artículo y el propio Vargas recibieron toneladas de mensajes de odio, el habitual hate mail que acompaña cualquier situación que signifique exponer una injusticia o una irregularidad. Pero también apoyos o, por lo menos, críticas razonadas, que reactivaron los cuestionamientos en torno al tema.

Poco después de la publicación de su revelador texto, el periodista fundó la organización “Define American” en donde daba su apoyo al Dream Act, una propuesta de ley de 2001 que facilita la obtención de status legal a los jóvenes que hayan ingresado a Estados Unidos siendo menores y hayan completado el bachillerato o la universidad o que hayan servido en las fuerzas armadas al menos dos años, siempre usando documentos falsos.

Un año más tarde, a mitad de 2012 y tras seguir publicando con regularidad en varios de los medios periodísticos más importantes del país, Vargas regresó al tema de su ilegalidad con un artículo titulado “Not legal Not leaving”, (No soy legal, no me voy) publicado en la revista Time. Allí, el joven contesta la pregunta que le han venido haciendo a diario desde la publicación de su artículo de 2011: ¿Por qué no te han deportado?

Limbo
Vargas recuerda que cuando The New York Times y él tomaron la decisión de publicar su historia, uno de los abogados del periódico advirtió que hacer eso era: “Un suicidio legal”. “Así que esperé. Y esperé un poco más. Pasaron los meses y nadie golpeó a mi puerta, no me enviaron ni cartas ni advertencias de Inmigración y Aduanas, que en ese mismo período deportó un record de 396.906 personas”, y agrega “parece que cambié una vida en el limbo como indocumentado oculto por otra en el limbo como indocumentado expuesto”.

Vargas indica que a través de Define American, más de 2.000 jóvenes indocumentados, la mayoría de ellos menores de 30 años, lo han contactado y le han contado su historia. Y que otros han expuesto sus casos, sus vidas, a los medios y a sus compañeros de estudios o a sus colegas de profesión.

Un mes después de la publicación de ese artículo, en agosto de este año, el gobierno del presidente Obama anunciaba que se ofrecería permiso de trabajo y residencia a los jóvenes indocumentados residentes en Estados Unidos que cumplieran con las condiciones estipuladas por el Dream Act, señalando que para poder acogerse a la nueva norma deberían haber ingresado a los Estados Unidos antes de cumplir los 16 años y no tener más de 30 en el presente. José Antonio Vargas, considerado como uno de los más importantes impulsores públicos de este cambio no puede acogerse a el. Tiene 31 años, por lo que deberá seguir en el limbo.

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