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Juan Wauters no se olvida del pago

Tras su éxito en Estados Unidos, el músico viene ahora a conquistar su ciudad, donde nunca tocó
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01 de abril de 2016 a las 05:00
Enfrente de la antigua casa de Juan Wauters en el barrio La Mondiola, el mítico Manolo Guardia tocaba el piano. A la vuelta sonaba la guitarra de Pato Rovés, conocido por acompañar a Eduardo Mateo. "Siempre pasaba en bici con su guitarra, me acuerdo de él", cuenta el músico. La casa de la infancia de Wauters está allí, donde también nacieron Alberto "Mandrake" Wolf y Horacio Ferrer.

Pero dentro de la casa de Juan Wauters no se hacía música, por lo menos durante su infancia. Para eso tuvo que esperar a emigrar a Estados Unidos en 2002, trasplantarse al barrio neoyorquino de Queens y allí empezar a componer para combatir el desarraigo.

A fines del 2000, Wauters alcanzó notoriedad en su nueva ciudad gracias a su trabajo con The Beets, una banda indie de rock lo-fi, que realizó varias giras y sus discos fueron bien criticados en medios especializados.

Por allí fue que algunos uruguayos supieron de un coterráneo que "la estaba pegando" en el ambiente de la música indie de la ciudad. A cuentagotas, su música empezó a hacer el viaje de regreso al Uruguay.

En 2014, y tras la ruptura de The Beets, Wauters comenzó a idear su carrera solista. Su primer disco fue N.A.P. North American Poetry, editado ese año. Si antes ya flotaban sobre su música algunas notas de Mateo, Jaime Roos, guiños punk a Chicos Eléctricos o The Ramones y melodías beatlescas, su trabajo en solitario deja todas estas influencias en evidencia. Para su siguiente disco, Who Me?, su fórmula incluso mejora.

Tanto N.A.P. como Who Me? catapultaron a Wauters como compositor, dueño de una estética arraigada en los 1990 signada por ropa de segunda mano, dibujos al estilo cómic realizados tanto por Wauters como por su amigo y colaborador Matthew Volz, videos en VHS y canciones que mezclan inglés y español. El año pasado pasó 10 de los 12 meses del año de gira por Estados Unidos y Europa.



***

Una vecina recuerda emocionada cuando Juan y su hijo jugaban en la vereda, y hacían casas sobre el cordón. Cuando la familia Wauters no tenía teléfono, allá por los 1990, ella era quien recibía sus llamadas. Se despiden con un abrazo sentido y prometen seguir en contacto.

Desde su partida, Wauters vuelve a Montevideo de paseo cada dos o tres años. Sin embargo, sus padres no. No han logrado combatir los sentimientos que despierta volver a la ciudad después de tanto tiempo fuera. En cada regreso, la agenda de Juan se completa con visitas a amigos, parientes y vecinos.

Porque, casi 15 años después de que emigró, en el barrio de su infancia Wauters se sigue encontrando con rostros conocidos. A todos los saluda con un abrazo, seguido por un intercambio de recuerdos. Y a todos los invitó a que lo vieran tocar en vivo, hoy en La Trastienda. Porque a diferencia de otras, esta visita no es social, sino laboral. Esta es la primera vez que Wauters toca en su ciudad natal. Y eso es algo importante.

Para esta ocasión, el músico se rodeó de símbolos. Tocará con la guitarra con la que aprendió los primeros acordes, perteneciente a la madre del baterista de Los Prolijos y amigo de la infancia Gonzalo Redín. Tocará también con Juan Zaballa, otro amigo y músico argentino que se presenta bajo el nombre de Tall Juan. Y tal vez interprete una canción sobre el club 25 de Agosto, que solía frecuentar con su padre.

"Después de este logro tengo que parar de tocar", dice el músico. "Llegar a Montevideo, tocar con la primera guitarra que toqué, con la persona con la que primero toqué en mi vida, con amigos de Nueva York con los que vengo tocando hace tiempo, y hacerlo delante de familia y amigos. Después, ¿qué otro show puedo tocar? Ya está, me tengo que retirar. Es como que Bob Dylan me diga 'che, tocate un tema conmigo'", afirma.

Según aclara el músico, esto no es una mera reacción de típico uruguayo que exacerba su humildad. "A mí me encanta tocar música. Y a mí me dicen, 'che, te va rebien, tocás en Europa'. Y no es que me doy para atrás, soy consciente de lo que me pasa. Pero también soy consciente de que para mí la música siempre ha sido una diversión. Hago música pero en cualquier momento puedo hacer otra cosa. Ahora es como un trabajo que es mi hobbie".

Es por eso que a pesar de todas esas giras y reseñas en medios como The Guardian, NPR o Pitchfork (tres referencias indispensables para seguidores de lo úlitmo en música), el logro sigue siendo "pegarla en Montevideo".

"Así como es importante para mí en Estados Unidos cantar en inglés, es importante cantar en español en Uruguay. No por el contenido de la letra sino para establecer una comunicación con la gente que vino a verme. Si vengo y canto todo en inglés, no da". Es por esto que el repertorio del show tendrá un alto contenido hispano, además de algunos covers.

Una de las versiones que empezó a hacer en vivo el año pasado –y que probablemente no incluya en esta presentación– es El hombre de la calle de Jaime Roos pero cantada en inglés. "La gente pira con esa canción", afirma, "piensan que es mía. Se ponen a gritar, la cantan". En su pasado show en París, en el festival Rock en Seine, la interpretó ante un centenar de personas.

La obra de Mateo, otro de sus artistas favoritos, le es imposible de traducir, asegura.

En aquellas composiciones que sí son suyas, intenta que la instrumentación y la voz apenas se note y que lo que prevalezca sea la unión de todos los factores, la canción en sí misma. "Todo es acompañamiento para la canción. Quiero recrear ese clima de tocar en un fogón, o una guitarreada en un asado. Ese es el sonido que me encanta a mí, es un sonido de verdad", afirma Wauters. Su amigo, el músico Federico "Dinamita" Pereda le puso el nombre a lo que Wauters quiso describir: "sonido orgánico".



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Su estética y su música pueden ser consideradas cool y apelar al mundillo juvenil hipster de todas partes del globo. Y a veces eso lleva a que el mismo Wauters se cuestione su propia integridad artística. "Yo me hago la cabeza con eso, algunos lo hacen más como una onda. Yo no quiero pensar que lo hago por onda, pero capaz que sí. Lo mismo con la guitarra y con esto de tocar más o menos. Creo que a mí me gusta tocar así, creo que queda lindo. Pero ¿quién soy para decir que lo hago porque me gusta y no porque es cool? A veces me persigo".

A pesar de ser un músico que podría considerarse "de culto" –Wauters no rechaza del todo ese término–, su mayor aspiración es ser masivo, llegar a un público mayor con su mensaje, ser un ejemplo e "influenciar de manera positiva". "Podría estar como un loco, drogándome, pero yo no soy así. Lo más importante para mí, siendo inmigrante en Estados Unidos, es que los chiquilines me vean y digan 'mirá este pibe'. Ser un ejemplo, como Suárez", afirma.

En el club 25 de Agosto, Wauters se pide una morcilla y la acompaña con una cerveza. Una pareja de vecinos se acerca a saludarlo. Le preguntan sobre sus padres y mandan saludos. El mozo más tarde le pediría una foto para mandársela por Facebook al padre de Juan. En Nueva York y Europa es una estrella en ascenso, en La Mondiola, Wauters es un vecino más, pero ya tiene su lugar en la lista de grandes músicos del barrio.

Juan Wauters

Hoy en La Trastienda (Fernández Crespo 1763)
Entradas a la venta en Red UTS a $360 y $460.

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