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La calle: una escuela indeseable

Expertos en salud mental afirman que niños que pasan mucho tiempo en la calle, y no se crían en un ambiente "contenido", tienen mayor probabilidad de delinquir
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24 de abril de 2017 a las 05:00
Hay una escuela a la que ningún niño debería ir. O al menos en la que las faltas deberían superar a las asistencias. Para expertos en salud mental, esa escuela puede llegar a ser nociva para el desarrollo de los menores. ¿A qué lugar se refieren? A la "escuela" de la calle.

Ese fue uno de los centros de preocupación durante la jornada Calle, droga y delincuencia, organizada por la Universidad de Montevideo a principios de abril, de la que también participaron expertos franceses en la materia.

Allí, el psiquiatra infantil Miguel Cherro sostuvo que "todo niño debe tener el derecho a contar con la posibilidad de un desarrollo normal", y sostuvo que cuando hay una entrada "en el régimen de la calle", se revela un episodio "infeliz".

"La calle no da al niño las condiciones que requiere para un desarrollo saludable. Se condiciona el apego seguro", dijo. El "apego" hace referencia a la conexión a nivel emocional que tienen los niños con sus padres durante la infancia como base para un buen desarrollo cuando sea adulto.

Expertos en salud mental consideran que criar con apego repercute toda la vida en los seres humanos.

Es por ese motivo que, aunque parezcan términos incompatibles, la crianza, la calle, la droga y la delincuencia terminan siendo eslabones de una misma cadena.

Cherro mencionó, a modo de ejemplo, el manejo del estrés o la fortaleza emocional. "El apego es una conducta inherente al ser humano y se establece alrededor de los seis meses pero tiene antecedentes antes del parto y durante el embarazo", expresó e insistió en que "la escuela de la calle" no es lugar para desarrollar esa condición.

En el caso de estrés, cuando una persona no tuvo una crianza en condiciones adecuadas, presenta menor capacidad de segregar la sustancia que permite un mejor control de situaciones estresantes.

Además explicó que eso deriva en que, en el caso de los hombres, tengan de adultos una mayor propensión al consumo de drogas, a la violencia física e incluso al robo.

"Esto demuestra que la experiencia (de una persona) puede promover cambios que llamamos epigenéticos (determinados por el ambiente). Se puede afectar la estructuración del cerebro por la relación de apego", destacó.

En la misma línea opinó el psiquiatra Freddy Pagnussat.

Para el experto, quien se especializa en adolescentes, si bien "los ámbitos reconocidos por la sociedad para el desarrollo de la niñez y la adolescencia son la familia, la escuela y la comunidad, hay un grupo significativo de niños, niñas y adolescentes para los que en su proyecto de desarrollo cobra un espacio significativo el espacio calle.

"La calle como escenario social que incide directa e indirectamente en su crecimiento personal. Es allí donde realizan múltiples actividades", afirmó.

Pagnussat insistió con el hecho de que "la escuela de la calle no es una muy buena escuela. No cuentan con necesidades básicas satisfechas, están expuestos a la explotación por parte de adultos, al maltrato, viven en soledad y desprotección en situaciones diversas. Están alejados de los servicios de protección a la infancia.

A su vez, en la calle desarrollan un conjunto variado de actividades, como la obtención de recursos, sin el juego, el aprendizaje o el goce del tiempo libre", afirmó.

Según un censo realizado por el Ministerio de Desarrollo Social (Mides) en setiembre de 2016 eran 1.651 personas las que vivían en la calle en Uruguay.

La cifra es la más actual que existe oficialmente pero puede presentar variaciones ya que la medición de quienes no tienen un hogar tiene sus particularidades. Por ejemplo, es necesario para realizar ese tipo de censo hacerlo en una misma noche porque es una población con una gran movilidad.
El estudio realizado por el Mides hace poco menos de un año concluyó que una de cada cinco personas que se encontraban en situación de calle estaba allí desde hacía menos de un mes, una de cada dos desde hacía menos de un año y una de cada 10 desde hacía menos de dos años.

A setiembre de 2016, 556 personas dormían a la intemperie en 408 puntos de la ciudad y 1.095 en los centros de atención del Mides, conocidos popularmente como refugios. El censo también concluyó que 56,4% estaban durmiendo en la calle porque se habían separado de sus parejas, seguidos de 30,2% que tenían un consumo problemático de drogas y 20,4% que declaraba estar en la calle por no tener ingresos de dinero.

El estudio señalaba, a su vez, que 62% de las personas había estado internada en algún momento en instituciones psiquiátricas, recluido en cárceles o internado en el Instituto del Niño y Adolescente del Uruguay. Además, 80% declaró consumir alguna sustancia psicoactiva, entre las que el alcohol y la pasta base eran las más frecuentes.

Comparando esos datos con los del censo de 2011, hubo un crecimiento de 26,3% de las personas que duermen a la intemperie y un aumento de 59,4% de las que se alojan en los refugios.

Ninguno de los censados eran niños, por lo que el Mides concluyó que ningún menor se encontraba en esa situación. Sin embargo, la gran mayoría tenían factores de riesgo similares a los mencionados por los psiquiatras Cherro y Pagnussat en sus ponencias. Y a esos factores se les suma otro: el de la exclusión social.
Miguel Cluzet, integrante de la Academia Nacional de Medicina, afirmó en la jornada de la Universidad de Montevideo que teniendo en cuenta que esas personas son excluidas, "el propio entorno de la calle convierte la vida cotidiana en una aventura. El excluido es un resultado del rechazo de la propia sociedad", sostuvo.

Según el especialista, cuando se crea un "paradigma" de exclusión social se debe poner el foco en que existan políticas con un "componente solidario", porque sin un paradigma de inclusión, cualquier legislación que busque modificar esa situación cae.

Ley de faltas

Según la ley de faltas, dormir en la calle es un delito que se debe penar con tareas comunitarias. Los jueces consideran que cumplir con esa normativa no es sencillo.

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