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La canción de todos y de nadie

Hey Joe se transmitió acorde por acorde a través de generaciones. Nunca se cantó dos veces de la misma manera y siempre fue un hit. Hoy es una de las canciones más versionadas de todos los tiempos y, como todas las leyendas, es casi imposible establecer su génesis o un autor
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02 de diciembre de 2015 a las 05:00

Por Lalo Montes

Cuando el parlante escupe Hey Joe es imposible no parar la oreja. Tiene una secuencia de acordes inconfundibles, un aire wéstern que garpa y cuenta una historia que no pierde vigencia (Joe es un tipo que escapa a México, luego de haber encontrado a su novia con otro y asesinarla). Lo tiene todo, a excepción de un autor.

Hey Joe es mucho más que un simple hit, es una canción que parece haber nacido de la mismísima nada, una construcción que tomó forma a través del tiempo, como esas historias milenarias que los chamanes mantenían vivas alrededor del fuego, sin papeles, simplemente con la palabra al aire.

Hey Hendrix!

En 1966 un músico estadounidense fue el responsable de transformar Hey Joe en un himno. Ese año se edita el primer simple de Jimi Hendrix, el cual incluía Hey Joe. En el disco no especificaba concretamente el autor de la canción.

Gracias a esa versión, The Jimi Hendrix Experience (trío que completaban los ingleses Noel Redding y Mitch Mitchell) se vuelve sumamente conocido, a tal punto que muchos, aun hoy, creen que la canción es hija de las manos del propio Jimi. Pero lejos estaba de eso, él simplemente la convirtió en hit... Una vez más.

Jimi la conoció gracias al mánager de la banda, Chas Chandler, quien además era bajista de la banda inglesa The Animals. Chas había visto en Jimi cierto potencial, se lo llevó a Inglaterra y allí armó el trío para materializar el sonido que tenía en la cabeza. La banda sabía que su "éxito debut" le pertenecía a un tal Billy Roberts, pero no mucho más.

Billy y el tema rayado

Billy Roberts es un músico folk de California que solía tocar en los bares de la costa oeste. Nunca llegó a sobresalir ni a ser reconocido por sus pares, pero su máximo y único logro es ser el "autor legal" de Hey Joe. El tema se registró en 1962 en Estados Unidos a su nombre. Lo extraño es que nunca llegó a plasmarlo en un surco.

Hay una versión que sostiene que fue compuesto en algún bar de mala muerte de Edimburgo (Escocia) allá por 1956. Esa es la historia que cuenta Len Partridge, un músico escocés que asegura haber colaborado en la composición y en más de una oportunidad, al igual que muchos otros, reclamaría parte de los derechos y, obviamente, el éxito.

Un nombre que varias veces apareció entreverado en el "lío legal" fue Chester William Powers, Jr., mejor conocido como Dino Valenti, integrante de Quicksilver Messenger Service, una banda oriunda de San Francisco. Allegados a Billy sostienen que le cedió los derechos de la canción a Dino, cuando estaba en la cárcel y necesitaba pagar la fianza.

Otro reclamo hacia el presunto autor fue por parte de Niela Miller. Una compositora que durante su juventud no alcanzó la fama, pero sí el corazón de Billy allá por 1960. Por años intentó demostrar que Billy había robado un tema que ella solía tocar (y parece que nunca registró) llamado Baby, please don't go to town, que curiosamente tiene la misma progresión de acordes y melodía que Hey Joe.

En los papeles el dueño es Billy, pero son muchos los artistas y musicólogos que sostienen que se trata de una canción de carácter tradicional, totalmente anónima que con el paso del tiempo y las diferentes interpretaciones, logró instalarse en la cultura popular, aunque el debate continúa.

Bienvenido al disco, Joe

Otra parte de la historia es cómo Hey Joe se propagó desde los sucuchos de California a un disco y de ahí a la cabeza de las listas de todo el mundo. Varios son los protagonistas, pero el primero que entra en escena es David Crosby (guitarrista y cantante de The Byrds y de Crosby, Stills & Nash).

Parece que David, en una noche de copas, se cruzó con la canción, la cual le llamó poderosamente la atención. Rápidamente intentó convencer a sus compañeros de banda (The Byrds) de grabarla, sin ningún tipo de suerte (la grabarían recién en 1966). Pero no les parecía un mal tema para tocar y lo incorporaron a sus presentaciones en vivo.

Para 1965 The Byrds llega al número uno de las listas de todo el mundo con su versión de Mr. Tambourine Man de Bob Dylan, incluida en su primer disco. A raíz del éxito, nadie en California se perdía uno de sus show. Miles y miles de personas deleitaban sus oídos con todos sus éxitos y además con Hey Joe.

Entre esos de espectadores había aspirantes a músicos, fanáticos y bandas. En uno de esos recitales estuvo presente The Leaves, una banda que aún no tenía en su currículum un éxito. Como muchos, el grupo quedó fascinado con Hey Joe, pero a diferencia de Crosby y compañía, un día además de tocarla en vivo, decidieron grabarla.

Esto los convirtió en los primeros en plasmar el tema en una grabación comercial en 1965. Llegaron a grabar al menos tres versiones diferentes, hasta que a principios de 1966 lanzan su primer disco titulado Hey Joe con una versión cargada de fuzz. El disco fue un éxito, dándole a la banda sus 15 minutos de fama y más oídos recorridos a Hey Joe.

Con la primera versión que graba The Leaves es que comienza el ir y venir legal, ya que le atribuían la autoría a Dino Valenti. Billy ni bien se enteró comenzó acciones legales para solucionar el malentendido. La justicia finalmente lo favoreció, aunque los reclamos no pararon ahí.

La historia sigue repitiéndose

Después de las grabaciones de The Leaves fueron muchas las bandas y solistas que siguieron tocando y grabando Hey Joe. Cuanto más se propagaba la canción, más artistas la interpretaban, de una u otra manera, colocándola en un pedestal y convirtiéndola en un clásico rockero.

Las malas noticias son que la "lucha" por la verdadera paternidad aún sigue en pie, y cada tanto alguien la revive con algún documento o grabación que pone sobre la mesa muchas de las teorías e historias que giran en torno a la canción. Las buenas noticias son que todavía ganan en número las versiones que se graban y se tocan en comparación con las discusiones.

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